Somos muy vulnerables ante ‘Tique’

En la antigua mitología griega ‘Tique’ representaba la casualidad, la suerte (buena o mala), los caprichos del destino, y en su forma divinizada era una mujer que luego los antiguos romanos llamaron ‘Fortuna’.

Los antiguos griegos estaban muy conscientes de que cualquier humano puede sufrir los embates de una mala Tique de la manera más inesperada. Por ejemplo, podemos recordar al gran dramaturgo griego Eurípides (aprox. 480-406 A. de C.) y su tragedia ‘Las Troyanas’. Hécuba era esposa de Príamo y era reina de Troya, hasta que los griegos conquistan la ciudadela y la convierten en esclava. En una parte de la tragedia Hécuba dice: “Un mortal que se regocije porque piense que su prosperidad es segura, es un tonto, porque la fortuna – como un demente – salta de un lado a otro, y nadie tiene siempre buena suerte sin cambios” (línea 1204).

En muchas de las antiguas monedas romanas se representaba a la diosa Fortuna. Ella tenía en una mano una cornucopia y en la otra mano tenía un timón. Esa diosa era bella, vestía una túnica y siempre esbozaba una sonrisa tímida. En la mitología romana, originalmente era asociada con la fertilidad agrícola, pero luego fue asociada también con el dinero, el triunfo, el amor y la salud. La cornucopia simbolizaba su poder para prodigar beneficios, pero el timón tenía un simbolismo más siniestro: Su poder para cambiar repentinamente los destinos humanos. Así, ella podía conceder favores, pero de repente podía girar el timón y mientras mantenía imperturbable su sonrisa, observaba a una persona asfixiándose al tragarse una espina de pescado, o veía a miles de personas siendo sepultadas durante un terremoto.

Más recientemente muchos otros autores también han señalado lo vulnerable que es el humano. Recordemos por ejemplo al escritor español Miguel de Cervantes (1547-1616), que en la ‘Segunda Parte de Don Quijote’ (1615) presenta a Sancho Panza diciendo: “He oído decir que esta que llaman por ahí Fortuna es una mujer borracha y antojadiza, y sobre todo ciega, y así, no ve lo que hace, ni sabe a quién derriba, ni a quien ensalza” (Cap. LXVI).

En nuestro país actualmente somos más vulnerables que nunca ante las veleidades de Tique. Cualquier accidente que nos sobrevenga puede ser fatal porque casi nadie puede operarse de emergencia ni está amparado por un buen seguro de hospitalización. Yo me animé a escribir el presente artículo porque hace unos días estaba trotando a las 6,00 am en una bella zona montañosa contemplando el sublime paisaje, cuando unos borrachos trasnochados en un vehículo a toda velocidad y con música a todo volumen, casi me arrollaron y me salvé por escasos centímetros. La misma vulnerabilidad tenemos si nos enfermamos…¿Quién puede pensar en una operación delicada y costosa?…¡La mayoría de los ciudadanos estamos colgando de un frágil hilito!!!

 

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