El pasado año escolar los niños conocieron e interactuaron con sus profesores. La cuarentena arranca a mediados marzo y pierden contacto directo con la escuela habiendo transcurrido un 60% del periodo académico. Pero el año escolar que inicia este miércoles, el 2020/2021 luce más penoso en Venezuela, aunque el pasado no pudo ser peor. En esta ocasión muchos estudiantes no conocerán sus docentes y tampoco podrán conectarse vía internet con ellos porque en sus casas no existen equipos electrónicos, no hay internet y la electricidad falla constantemente o prácticamente no existe durante días y semanas, en regiones como Táchira.
En vez de luz, se vislumbra oscuridad en el saber, según primer día de actividad. En Táchira, solo entre 10 a 20% de los docentes pudieron establecer comunicación con sus alumnos, pero fueron pocos los escolares que se conectaron este primer día de clases en la región andina, según lo revela el coordinador del comando intergremial de educadores del Táchira, Gerardo Ramírez.
“Ante el llamado que hizo Nicolás Maduro de comenzar las clases en línea, es decir virtual, este 16 de septiembre, nosotros hemos llamado a los educadores y muchos nos han dicho que no tienen equipos para conectarse de manera online, no hay electricidad o carecen de internet desde hace tiempo en sus hogares para poder hacerlo”.
Ramírez afirma, que en Táchira la matrícula escolar se redujo casi un 50% en los últimos tres años, “estamos en el orden de 150 mil niños y eran más de 270 mil. Unos se han ido y los que siguen aquí, están en sus casas, porque no es viable para ellos la actividad educativa online”.
“80% de estudiantes no tienen aparatos electrónicos”
“Regularmente en San Cristóbal no hay servicio eléctrico y es peor en la zona rural. Además, el internet tampoco funciona, menos cuando no hay luz. Por la situación humanitaria que viven las familias en el país, un 80 por ciento no tienen aparatos electrónicos que soporten un contacto online porque si lo tenían lo vendieron para poder comer, igual pasa con los docentes”, asegura Ramírez.
Sostiene el representante gremial que el Ministerio de Educación no hizo ningún diagnóstico de la situación para poder cubrir las necesidades básicas de servicios e inciar el año escolar de manera real.
“Los docentes no tienen ni salario, porque no se puede llamar salario lo que le gobierno deposita de salario, no les alcanza ni para poder ponerle carga a sus teléfonos y conectarse con internet. El llamado que hizo Nicolás Maduro a clases es una burla, se burla de la inteligencia de los venezolanos, de los maestros, de los muchachos, de los representantes, así todos quieran el proceso de formación en Venezuela es imposible que se dé el inicio del año escolar”.
De manera presencial tampoco se podría iniciar clases porque implicaría dotar a todos de equipos de bioseguridad, afirma Ramírez, pero Maduro convocó a los docentes a asistir a partir del 5 de octubre a brindar asesorías a los alumnos y sus representantes.
“Maduro insiste en burlarse de los venezolanos y los muchachos, porque la movilidad de la que habla implica el empleo de gasolina y no hay, no hay en Táchira desde hace tres meses”.
El tema de salario de los docentes, insiste el representante gremial, les hace imposible ir a sus escuelas, porque los 600 mil de sueldo quincenal solo les alcanzaría para movilizarse un día a los educadores que viven en municipios diferentes a donde habitan.
“Con todo eso Maduro no habló de salarios de los docentes en su discurso ayer… y sigue aumentando la deserción estudiantil, pero también la diáspora de docentes”.
Escuelas desmanteladas
Otro aspecto que ve como barrera el profesor Gerardo Ramírez, para poder cumplir con la presencia de los docentes y alumnos a partir del 5 de octubre, así sea de forma esporádica como planteó Nicolás Maduro, son las condiciones en que están las sedes educativas.
Dice que en el caso del Táchira están olvidadas y desmanteladas, laboratorios que existían desaparecieron y citó casos puntuales de los liceos Simón Bolívar y Pedro María Morantes en San Cristóbal que lucen inoperativos en su infraestructura.