Yo estudié en la Escuela Técnica Industrial Femenina de San Cristóbal, eso era una escuela pública que dependía del Ministerio de Educación, pero financiada por don Eugenio Mendoza; allá tuve la dicha de conocerlo, él era una persona pequeña, recuerdo que se peinaba como el Dr. Caldera, estaba canocito, era una persona blanca, tenía unas manchitas blancas en la cara, eran cosas de la edad.
Él siempre que iba y la directora de la escuela, profesora Teresa de Santiago, lo llevaba al taller de cerámica en donde trabajábamos la arcilla. Nosotras nos preparamos en distintos artes y oficios, preparación de alimentos, tejido, bordado, pintura sobe tela, costura, además de carpintería, recuerdo a un instructor peruano en esta área, nos enseñó primero a conocer las herramientas, y a utilizarlas. Ese señor fue el que hizo las puertas de la iglesia de Capacho.
Nos enseñó a decorar la madera con clavos de acero, recuerdo que estábamos haciendo un cofre bien decorado, cuando llegó don Eugenio, y preguntamos qué le dábamos pues, a mí se me soltó y dije que el cofre y así fue, además se le obsequió una vajilla de 150 piezas de cerámica en agradecimiento por lo que hacía por la escuela.
Nos graduamos un 13 de septiembre de 1969 de técnico superior de arte manual. Con una gran fiesta en el Círculo Militar de San Cristóbal fue Billos, Orlando y su Combo u otros grupos musicales, fuimos la primera promoción. Don Eugenio no fue por motivos de seguridad nos lo hicieron saber, pero sí fue un representante. Esa escuela lamentablemente desapareció, ella quedaba a media cuadra de la capilla del Horcado, frente al instituto privado Juan Maldonado.
Al graduarme tuve que salir a buscar trabajo, para ayudar a la casa, levantar a los que quedaban, nosotros fuimos una familia numerosa, mamá Ana Úrsula Muriño tuvo 21 partos y nos criamos 17, éramos de pocos recursos, pero a pesar de la distancia que vivíamos de las instituciones educativas todos somos profesionales a excepción mi hermano de condición especial, aunque ese se defiende mejor que nosotros, mi padre fue Manuel Felipe Carrero, conocedor de la medicina natural.
De San Cristóbal a Caracas me vine con mi hermano a la gran ciudad, hicimos contacto para el trabajo en el Ministerio de Educación, como el año estaba finalizando, tenía posibilidad de trabajar en las escuelas de Fe y Alegría, esa idea me gustó mucho, pero para el próximo año. Mientras tanto me puse a trabajar por mi cuenta, haciendo carteras, zapatos, cintillos, bordando, tejiendo suertes entre otras cosas y me ganaba mi platica.
Le pide a otro hermano que vivía en Barquisimeto que lo quería visitar, me mandó los pasajes y me vine a pasar unos días. Recuerdo que yo trabajaba de limpieza en las casas vecinas escondida de mi hermano para tener mis realitos, en tanto transitar siempre me topaba con una señora que era supervisora de educación y conversando con ella se dio cuenta que yo estaba preparada en esta área.
Al poquito tiempo me ofreció una oportunidad de venir a dictar un curso de cerámica a la Escuela de Arte y Oficio de Trujillo, le decían la femenina, después fue el liceo Pedro Carrillo Márquez, hoy en la sede del tecnológico y me aventé pa’ acá. Me alojaron en el hotel Castán de la señora Cañizales, al concluir regresé a Barquisimeto a entregar cuentas, los resultados agradaron bastante.
Ahí mismo me ofrecieron un cargo fijo, había uno en Barquisimeto y otro en Trujillo, era una muchachita, tenía 19 años y me vine para acá formar maestros, pero que estaban ubicados en áreas rurales para prepararlos en artes y oficio que se adaptaran a su entorno y comencé a recorrer Trujillo, el hermoso Trujillo rural. Aquí se hacían esos trabajos eminentemente artesanales, yo traía la tecnificación.
Me vine definitivo, ahora ¿Dónde viviré?, al llegar a la Zona Educativa para formalizar el cargo. Le pregunta al Prof. Manuel Zambrano que era de La Concordia de San Cristóbal, por un lugar de familia y buenos principios, me recomendó al Profesor Linares, el me guió a donde su mamá que tenía una residencia. Una viejecita cerca del hotel Trujillo, ese momento no había espacio, pero a que me quedara en su cuarto mientras se desocupaba una habitación. Recuerdo que por tiempo mi cama era un catre, yo nunca había dormido en una cama de esas, me atendieron muy bien.
Luego me trasladaron para la recta de Pampanito, que había una sede para dictar los talleres, tenía un pequeña habitación y un bañito. Terminé haciendo una gran amistad con los vecinos, incluso vivía más en la casa cerca, compartía mucho con Carmencita, una jovencita contemporánea conmigo. Te digo que recientemente estuve por allá en la muerte del profesor Agustín Márquez, que fue mi gran amigo, muy solidarios con mi familia, por los momentos fuertes que hemos pasado, el trato de esa gente fue muy ameno.
Yo estuve llevando estos conocimientos, Butaque, San Genaro, eso no como es hoy, era puro trochas, se trabajaba muy bien la tierra. Las Llanadas de Monay, El Macoyal, de donde es Puchungo, (risas) en las cercanías de Cemento Andino, San Felipe de Monay, Gran Parada Andina. Pero la zona más fuerte fue Tres Matas, para llegar hasta allá no había agua ni luz, la gente se alumbraba con mechurrios, la carretera era muy mala. Alquilé una bicicleta, una moto, para llegar. La gente me decía que me cuidara porque eso era una zona ganadera y había toros bravos, una vez me corrió uno y tuve que arrastrarme por debajo de una cerca de alambre de púa, para que después me recibieran unos perros bravos, esa carretera la arregló el ejército.
Recuerdo que me decía que hiciera contacto con la enfermera del caserío, porque la maestra y un perito que había allá eran los que guiábamos a la gente. Estuve en el Paradero, todo eso lo recorrí a pasajero, recuerdo que yo viajé mucho en “el Pescador”, que eso era un autobús viejo, pero muy viejo, que trabajaba desde Trujillo a la quesera Flor de Aragua de Don Pedro Grassano, el chofer también era viejo, cuando no me veía a las 05:00 pm me esperaba, llegaba hasta Pampán, ya vivía ahí.
Luego salía a laborar para la Zona Baja, estuve en El Jagüito, Santa Isabel, la Esperanza, salíamos con una compañera de Pampán -Flor de Patria vía Peraza. Usted sabe que esos caseríos nos están a la orilla de la carretera, sino adentro, recuerdo que la gente nos decía, salgan temprano, no se dejen agarrar la tarde, porque después de la curvita espantan. Salíamos rápido, acompañadas, pero comidas de miedo a esperar el autobús que venía de Mene Grande hasta Peraza.
Veinte años estuve laborando en esta área, hasta que ingresé al liceo Rafael María Urrechaga de Pampán, aquí recuerdo grandes momentos de mi vida, eso no fue un trabajo sino una familia, recuerdo al Profesor Carlos Bolívar, recién muerto, continué formando con Mejoramiento. Llegué a ser jefa del departamento de evaluación. Luego me vine para acá, a la urbanización Santa Ana. Mire esta casa la adquirimos gracias a las políticas financieras de crédito hipotecario del Ipasme, fue una gran institución. Mire yo fui paciente que superé un cáncer y todos esos tratamientos, corrieron por esta institución.
Cómo recuerdo a mi país de las décadas de los 70, 80, 90, ese es el país que yo quiero, déjeme decirle una cosa, los que vivimos esa época, somos los que disfrutamos mejor a Venezuela. También estoy consciente que con arte y libertad saldremos adelante…
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