Ernesto Rodríguez (ernestorodri49@gmail.com)
Las técnicas de meditación son milenarias y sus efectos benéficos para la mente y la salud están muy bien comprobados. En efecto, es bien conocido que la práctica permanente de la meditación mejora la capacidad de aprendizaje, la calidad del sueño, facilita alcanzar sosiego y serenidad, autocontrol mental, y aumenta la capacidad de concentración, etc. Por eso las técnicas de meditación se consideran muy importantes para toda persona: estudiantes, atletas, deportistas, practicantes de artes marciales, artistas, y paremos de contar. Los efectos son tan importantes que las técnicas de meditación deberían formar parte de la educación formal de los jóvenes.
Consideremos el ejemplo de Matthieu Ricard que nació en París en 1946, y actualmente es monje budista tibetano. Ricard es hijo del conocido escritor francés Jean-François Revel (1924-2006) y estudió biología molecular, pero después de terminar su tesis doctoral en 1972, Ricard abandonó su carrera científica y se dedicó al Budismo y a practicar meditación. El caso es que el cerebro de Ricard ha sido estudiado en varias universidades norteamericanas. En una investigación en la Universidad de Wisconsin los científicos colocaron 256 electrodos en su cráneo y los sometieron a un aparato de imágenes por resonancia magnética nuclear. Se encontró que Ricard manifestó el más elevado nivel de actividad en la corteza cerebral pre-frontal izquierda, lo cual está asociado con emociones positivas. La escala varía desde: + 0,3 hasta: – 0,3, y Ricard alcanzaba valores de: – 0,45, un valor fuera de la escala y nunca registrado en otro ser humano. Los resultados fueron publicados en el año 2004 por la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, y por eso diversos medios de comunicación publicaron que era “El hombre más feliz del planeta” (‘The Independent’, Sunday 21, January 2007).
Por otra parte, Patricia S. Churchland (nac. 1943) es una filósofa canadiense-norteamericana que también es una autoridad científica en investigaciones sobre el cerebro. En su importante obra: ‘Tocando un Nervio. El Yo como Cerebro’ (2013) (1) refiere que ella practica meditación yoga y dice: “Yo frecuentemente experimento sentimientos semi-eufóricos durante la meditación” y unas líneas después agrega: “Con prácticas de meditación se pueden incrementar sentimientos de paz, contentamiento y regocijo” (Pags. 61-62). Ella da la siguiente explicación científica: “Utilizando tecnologías de imagenología cerebral, los investigadores han demostrado que durante la meditación el nivel de actividad de las regiones cerebrales concernientes a la auto-reflexión disminuyen” (Pag. 61). Ella sugiere que al meditar “la atención se enfoca en la tarea presente y se aparta de las angustias” (Pag. 62). Es decir, durante la meditación el cerebro no se ocupa de los problemas que mortifican a la persona y eso proporciona descanso y bienestar.
Por otro lado, una de las cosas más difíciles para meditar es mantener la mente en blanco durante un rato. Por eso muchas personas abandonan. Pero algunos autores sugieren métodos muy sencillos para meditar: Un método sencillo que se puede practicar acostado, de pie, caminando, o sentado, consiste en inhalar y exhalar aire, de tal manera que al inhalar se infle la parte inferior de los pulmones (el abdomen se infla). El método consiste en contar 1, 2, 3, y 4 inhalando con una separación de unos dos segundos entre cada número. Cuando se ha inhalado aire, se vuelve a contar hasta 4 de la misma manera manteniendo el aire en los pulmones, y luego se exhala el aire contando igual hasta 4, y luego de haber exhalado, se cuenta hasta 4 antes de comenzar a inhalar de nuevo. Al cabo de unos minutos repitiendo el ciclo se siente calma y sosiego. Con este método, al concentrarse en los contajes la mente no se dispersa.
De todas formas, muchos autores plantean que lo más importante para la meditación es hacer la respiración abdominal (inflando el abdomen) inhalando aire lentamente y exhalando aire lentamente, y aunque lleguen pensamientos a la mente no hacer ningún esfuerzo para erradicarlos, sino simplemente dejar que los pensamientos vengan y se vayan libremente.
NOTA: (1) Patricia S. Churchland (2013) ‘Touching a Nerve. The Self as Brain’. W.W. Norton & Co.