Una amiga muy estimada me pregunta: ¿vas a votar el seis de diciembre? Le dije que sí, que por supuesto que sí. Y le agregué: no puedo desaprovechar ninguna oportunidad de pronunciarme a favor de Venezuela y de los venezolanos. A favor del cambio y de la esperanza. En contra de un gobierno, como el de Nicolás Maduro, que le ha hecho un daño inconmensurable a Venezuela y a los venezolanos.
Yo voy a votar el seis de diciembre contra un gobierno malo y tramposo. Voy a votar a conciencia de que todo el proceso electoral está manipulado por un gobierno malo y tramposo. Voy a votar con “un pañuelo en la nariz” como decía Rómulo Betancourt que había que ir al Congreso Gomecista en 1936. Voy a votar porque creo que es la manera más civilizada, más inteligente, más constructiva de contribuir al cambio político que la casi totalidad de los venezolanos anhelamos.
Voy a votar por una tarjeta nueva, fresca, no contaminada por la influencia nefasta del gobierno, la tarjeta de un movimiento político de reciente aparición que se llama Unión y Progreso, cuya presidenta es una dama encantadora llamada Mercedes Malavé González y cuyo secretario general es un político joven pero muy experimentado llamado Miguel Parra Giménez.
Voy a votar por ese movimiento con mucha ilusión porque se trata de un esfuerzo por promover tres cosas con las cuales estoy absolutamente comprometido: el cambio político para salir de esta nefasta experiencia que llaman el socialismo del siglo XXI, la Unión de los venezolanos que tanta falta hace para recuperar la democracia y el porvenir y el Progreso económico, social, institucional, cultural y espiritual de la gente venezolana.
No he logrado entender cómo es que teniendo la información que tenemos por todas las encuestas de opinión pública de que contamos con el 80% de los electores venezolanos que deseamos un cambio, se nos propone como ruta política un salto en el vacío, la abstención. Por supuesto, la ruta electoral, única vía inteligente y civilizada para lograr ese cambio político, supone organizar a los ciudadanos, hacer el trabajo político de transmitir un mensaje atractivo, de construir una organización eficiente desarrollar una estrategia inteligente.
Afortunadamente mi amiga terminó la conversación diciéndome: “no comparto tu opinión pero la respeto”. Yo galantemente le respondí: “Yo tampoco comparto tu opinión pero la comprendo”.
Seguiremos conversando.
Eduardo Fernández
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