“Siento que todos los guardias son culpables de lo que yo tengo en mis piernas”

Rosalba Rivera Hernández, de 56 años, todavía padece por las heridas causadas  por los perdigones que recibió en medio de un apagón.

 

Hace cuatro meses, cuando las fallas eléctricas se agudizaron en el sector de la carretera Panamericana de La Fría, municipio García de Hevia, ella fue atacada por una comisión de efectivos de la Guardia Nacional.

 

El día exacto fue el 8 de abril, a las 10:46 de la noche, en la vía Panamericana donde un grupo de personas habían puesto a quemar cauchos en señal de protesta, tras permanecer tres días sin electricidad.  A esa hora, otro foco de manifestación ocurría a la altura del Barrio Bolívar, pero sin acciones de violencia. En ese momento es cuando arriban militares a levantar las manifestaciones.

Rosalba en su casa muy consternada llamo a unas de sus hijas para que  guardara la moto porque escuchaba alboroto en la calle. Salió a ver lo qué pasaba en la calle y volvió a entrar. Pero los militares se acercaron  a su vivienda, y dispararon contra ella y su familia.

 

“Yo me dije qué esto, y me paro en la puerta, les digo a mis hijas: entren. Veía a los hombres en un bulto de granzón y les digo: salgan de aquí que esto es propiedad privada”, les gritó Rosalba.

 

Ellos no salieron de ese lugar y comenzaron a disparar, ella apenas alcanzó a gritar: “¡desgraciado me diste en mis piernas!”. De allí la sacaron sangrando a la Panamericana y las personas presentes le tomaron fotos de sus piernas ensangrentadas, contó la mujer.

La hija de Rosabal pedía a los uniformados responsables del hecho que la llevaran a un centro asistencial, pero ellos no hicieron nada, hasta que Rosalba se movilizó al Comando de la Guardia Nacional a exigir que se hicieran responsables y de allí fue que la movilizaron a una clínica.

Efectos de la violencia 

La salud de Rosalba se ha deteriorado desde entonces. Incluso en cada paso que da se notan los efectos de los impactos propinados por los militares.  Al igual que en su vivienda donde aún hay marcas de los perdigones que impactaron en las paredes y puerta de la casa.

 

“No tengo cómo cancelar una consulta, no tengo cómo irme hacer un doplex, ni como continuar con los medicamentos, ni ir al cardiólogo” narró Rosalba.

 

Mostró cómo le cortaron parte de la piel para extraerle uno de los perdigones de su pierna izquierda, zona en la que todavía siente dolor. Así mismo enseñó sus otras tres heridas.

 

“Me duelen las piernas, se está formando una especie de varicocele”, expresó.

 

Durante este tiempo ha vivido gracias a ayudas de varias personas.

 

“La guardia nacional es un ente que ha abusado de su uniforme que no sabe realmente la capacidad, no saben de entrenamiento. Me he sentido mal, me he sentido abusada, dónde están los valores, yo me he vuelto hasta nerviosa, cuando los veo siento repudio. Siento que todos los guardias son culpables de lo que yo tengo en mis piernas”, relató la mujer tachirense.

 

Recuerda que viene de una familia que le inculcó buenos valores, respeto y educación, “yo no lancé piedras, no lancé botellas, ni cauchos ni nada violento, yo estaba en la puerta de mi casa y desde aquí gritaba”, rememoró Rosalba desde la puerta de su vivienda en La Fría.

 

Señala que no fue como dijeron muchos tratando de justificar la acción de los militares. Algunos rumoraban que ella estaba en la pasarela y en la calle, cuando en realidad estaba en su casa para el momento del ataque de los militares.

 

 

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