20 años montados en el coroto, 20 años de absoluta hegemonía, 20 años engañando a la gente, 20 años de picos tremendamente represivos, 20 años de persecuciones y acosos. Casi nada. Y además, el chavismo tiene el dudoso honor de haber manejado 1.800 millones de millones de dólares, sin ningún resultado positivo para la población y sin obras qué mostrar. Sin embargo, ahí está el grupito de chavistas compuesto por militares, civiles y cubanos ejerciendo el poder con el mismo baño de corrupción, ineficiencias y trampas.
Y sin ganas de irse. Sin intenciones de permitir que otra gente más capaz y comprometida, comience a enderezar el terrible entuerto que dejará el chavismo. Imaginemos que esta tropa cívico-militar hubiese hecho un buen gobierno, tan bueno que de verdad le permitiera salir ganador honestamente en una reelección como la autoelección que pretenden imponerle al país y al mundo a empujones, con calabozos y con las armas. Solo imaginemos.
Lo primero es dejar sobre el mantel la forma en que los expertos señalan que el chavismo usó ese dineral. Se robaron 800 mil millones de dólares, regalaron 400 mil millones de dólares a otros parásitos con la clara intención de alimentar al Foro de Sao Paulo en el poder regional y comprar votos y apoyos que todavía se muestran esperanzados en seguir chupando, cuando en realidad ya no queda nada. Y, al menos, otros 600 mil millones de dólares se fueron en gasto público improductivo, proselitismo, empresas quebradas y una gigantesca burocracia de camisa roja que a estas alturas ya ni quiere marchar. Ni obligados. Esa es la base del fracaso. Veamos la cara del éxito que no existe.
Si el chavismo de verdad se hubiera planteado construir una potencia, Venezuela tendría ahora mismo un PIB de al menos mil millones de millones de dólares, fundamentado en trabajo productivo, promoción de industrias, exportaciones, una banca sana, promoción de inversión extranjera, gigantesco desarrollo del campo, apertura y competencia. No este machorreo castrista inspirado en la destrucción, la confiscación y la quiebra.
Ese sórdido mundo de persecuciones, amenazas, burlas, militares, impulsó una de las huidas de población más grandes que registre la historia. Más de cuatro millones de venezolanos talentosos y en su mayoría en edad productiva y con excelente formación salieron escapándose del sistema ruinoso del chavismo que fue capaz de generar una irrepetible hambruna. Hambre, necesidades, desempleo, sin medicinas, con servicios como luz y agua en estado lastimoso. Tan es así que Venezuela es objetivo mundial en materia de ayuda humanitaria, la cual no aceptó Maduro ni aceptará jamás. Sencillo, el chavismo nunca aceptará su fracaso. Y, como siempre, necesitan vender al mundo un éxito que no existe. Lástima. Si todo estuviera al revés de verdad Venezuela estaría encaminada al desarrollo y el chavismo no perdería elecciones más nunca. Ni tendría necesidad de ir de estafa en estafa electoral.
Si Chávez y sus sucesores hubiesen mantenido el bolívar como una unidad de cambio razonablemente estable, no habrían lanzado el corrupto control de cambio, ni los cambios de moneda tipo bolívar fuerte o soberano, par de burlas casi seguidas que disparó el régimen más corrupto de la historia venezolana y cuidado si más allá. Crearon un bolívar que no es aceptado en ninguna parte y para remendar el capote se tiran una parada con una cosa que llaman Petro que tal vez acepten los rusos en su empeño de meter debajo de las axilas al chavismo quebrado.
A estas alturas de la quiebra, en la que el chavismo no perdonó ni a Pdvsa, le dejan una titánica labor a quienes pretendan reconstruir el país. Y lo que es peor no han terminado. Todavía pueden destruir más. Y lo harán. Recordar que el maestro es Zamora y los estrategas Fidel Castro y su hermanito, otro criminal de probada calidad.