Ernesto Rodríguez (ernestorodri49@gmail.com)
La novela ‘Servidumbre Humana’ (1915) del escritor inglés William Somerset Maugham (1874-1965) tiene importantes planteamientos psicológicos y filosóficos.
Este autor comenzó los estudios de medicina en Londres, pero sus primeros éxitos literarios le indujeron a continuar una vida como escritor y gracias a sus ingresos económicos pudo viajar por diversos países de Europa, América y Asia.
La mencionada novela está considerada como su obra maestra y en parte es autobiográfica. El título original en inglés es: ‘Of Human Bondage’ y da una idea muy clara del tema central de la obra, pues el protagonista lucha para sacudirse las ataduras que encadenan a los seres humanos en sus vidas.
En castellano existe la edición de Plaza & Janés (Barcelona, España, 1969) cuya traducción es de Enrique de Juan y todas las citas en el presente artículo se refieren a tal edición.
El protagonista Philip Carey queda huérfano a los nueve años y es criado por su tío, que es vicario, y por su esposa que llega a amar al niño con ternura. Su tío lleva una vida muy religiosa, rutinaria y aburrida. Es frío, egoísta y distante, y el niño nunca llega a quererlo.
Philip Carey tiene un pie deforme (pie equino) y las burlas crueles de los demás niños en la escuela le ocasionan un complejo de por vida. Pero ese complejo también le desarrolla una gran sensibilidad humana, y se refugia en el mundo de la lectura: “Insensiblemente se formó en él, el más exquisito hábito humano: El hábito de la lectura. Ignoraba que con ello se creaba un refugio contra todos los dolores de la vida; mas no sabía, sin embargo, que creaba para su uso un mundo ficticio, que alguna vez chocaría con un mundo real, produciéndose una amarga desilusión” (Pags. 34-35).
Philip Carey escucha una vez que: “la fe mueve montañas” y entonces reza intensamente una noche pidiéndole a Dios que le corrija el pie equino, pero al día siguiente cuando despierta y se revisa ansiosamente esperando el milagro, nota que sigue igual de deforme.
Cuando termina el colegio, va a Alemania donde hace amistad con un joven norteamericano escéptico y Philip pierde su fe religiosa. Luego de regreso a Inglaterra, tiene su primera aventura amorosa con una solterona institutriz bastante mayor que él, pero solamente es una fugaz aventura. Entonces Philip debe decidir la carrera que debe hacer en su vida y su tío insiste en que estudie medicina, pero él prefiere instalarse en Londres y trabajar en contabilidad en un comercio. No obstante, el trabajo le resulta espantosamente monótono y además no se adapta al trato con sus compañeros de trabajo que son muy mediocres y de gustos vulgares.
Un año más tarde, se entusiasma con conocer ese mundo bohemio de los artistas del cual le han hablado, y decide viajar a París para aprender a ser pintor. Allí conoce ese mundo atormentado en el cual muchos aprendices tratan infructuosamente de convertirse en pintores geniales. Uno de ellos, llamada Fanny Price, es mediocre como pintora, pero se sacrifica tanto tratando de aprender, que vive en una terrible pobreza y descuida su alimentación hasta fallecer.
En París, Philip conoce a un inglés llamado Cronshaw que gana de vez en cuando algo haciendo críticas literarias, vive en una espantosa pobreza y desaseo, escribe poemas, vive con una prostituta y está alcoholizado. Sabe que morirá de cirrosis hepática pero no deja de beber. Entre ellos se da una conversación muy interesante y hablan sobre moral, sobre el sentido de la vida, y Cronshaw le dice: “¿Ha estado alguna vez en el Museo de Cluny?. Hay allí tapices persas que ostentan los colores más exquisitos y un dibujo cuya maravillosa complicación resulta deliciosa y sorprendente (…) Me había usted preguntado cuál es el significado de la vida. Vaya a ver esos tapices cualquier día de estos y encontrará en ellos la respuesta” (Pag. 189).
Ante ese enigmático planteamiento, Philip en otra conversación le insiste a Cronshaw en que le explique lo del tapiz persa, pero Cronshaw: “declaraba misteriosamente que no había una respuesta si uno no la descubría por sí mismo” (Pag. 229).
Philip, después de pedirle una opinión sincera a su instructor de pintura sobre sus dibujos, se convence de que nunca logrará nada de importancia en ese campo, y decide regresar a Inglaterra para estudiar medicina en Londres. Allí conoce en un restaurant donde comen los estudiantes, a una camarera delgada, ni guapa ni fea, y con aspecto pálido y anémico llamada Mildred. Ella es de modales fríos e indelicados con Philip, pero él se fija mucho en ella y se obsesiona con conocerla mejor. A medida que la conoce, se da cuenta de que ella es inescrupulosa, ambiciosa, utilitaria, presuntuosa, y de gustos sumamente vulgares. Pero entonces a Philip le ocurre algo terrible: Cuanto peor lo trata ella, más se obsesiona él por conquistarla y complacerla con regalos e invitaciones al Music Hall, donde se ofrecen mediocres espectáculos musicales que le resultan insoportables a Philip. En varias ocasiones tienen roces y Mildred lo despide, pero él siempre se humilla rogándole que lo siga tratando. De vez en cuando, ella permite que él la bese pero con la mayor frialdad y sin demostrarle ninguna pasión. Mildred descaradamente sale con otros hombres, lo cual atormenta a Philip, pero él está tan obsesionado con ella que le tolera todo. Esa obsesión de Philip, que es sensible, culto y de gustos refinados, con una mujer inculta, vulgar, que no le corresponde en su amor, y además lo trata despóticamente, es uno de los temas más interesantes de la novela, porque ilustra esa faceta irracional, oscura y aterradora de la psique humana. Si el enamoramiento fuera algo racional, Philip nunca se habría fijado en Mildred, pero su obsesión con ella raya en el masoquismo. En efecto, podemos preguntarnos: ¿Cuántas veces la propia mente pone trampas diabólicas a los humanos?.
Un día Mildred le dice con la mayor desconsideración que un hombre adinerado le ha propuesto matrimonio y que ella se va con él a París. Philip sufre mucho y después de un tiempo conoce a una tal Nora Nesbit, muchacha relativamente culta y de buenos sentimientos que trabaja en el teatro y escribe novelas. Ella se enamora seriamente, pero Philip tiene una relación amorosa con ella un tanto superficial, ya que sigue recordando a Mildred.
Al cabo de un tiempo Mildred regresa a Londres, pues el hombre la había engañado, ya que no tenía dinero, era casado y para añadidura la había dejado plantada y embarazada. Mildred busca a Philip y éste de inmediato se olvida de Nora y se entusiasma de nuevo: “Philip pensaba que Nora valía diez veces más que Mildred. Le divertía mucho más, tenía una conversación atrayente, era más inteligente y de mejor carácter. Era una mujer bajita, buena, honesta y valiente. Y Mildred – pensó con amargura – no merecía ninguno de aquellos adjetivos. Si hubiese poseído un asomo de buen sentido habría decidido permanecer al lado de Nora (…) Pero siempre es más importante amar que ser amado, y toda su alma tendía hacia la otra. No importaba que Mildred no tuviese corazón, que fuera viciosa y vulgar, insípida, codiciosa: La amaba. Y prefería el sufrimiento con ella que la felicidad con Nora” (Pag. 293).
Pero al cabo de un tiempo Mildred vuelve a dejarlo y Nora se casa con otro hombre. Entonces Philp se entrega con pasión a sus estudios de medicina y conoce en el hospital a Thorpe Athelny, un periodista dicharachero y simpático, cargado de hijos. Los domingos visita a la familia de Athelny, y conoce a sus hijos, entre ellos a la hermosa Sally.
Una noche, Philip se encuentra en una oscura calle con Mildred, que se dedica a la prostitución. Philip se horroriza y trata de redimirla, y la convence de que vaya a vivir con su hijita a su apartamento. Philip disfruta conviviendo con Mildred y su hijita con la cual se encariña mucho, pero en ningún momento desea tener relaciones sexuales con ella y sólo quiere que se traten como amigos. Mildred en varias ocasiones le plantea tener relaciones sexuales, pues se siente obligada a corresponderle de alguna manera por el mantenimiento que Philip hace de ella y su hijita, pero él se niega rotundamente. Esa es una parte sumamente extraña en la novela…¿Por qué Philip se niega a tener relaciones después de que siempre anheló poseerla sexualmente sin lograrlo?…¿Es por los prejuicios sociales debido a que ella ha sido prostituta?…¿Se inhibe de tener las ansiadas relaciones por masoquismo?…En la novela ese aspecto queda totalmente indescifrable y francamente es la única parte de la obra que no me gustó.
Mildred lógicamente se siente despreciada y después de uno de los frecuentes pleitos, aprovecha su ausencia para cortar con unas tijeras todo lo que encuentra en el cuarto de Philip: Almohadas, sábanas, etc., y se va del apartamento con su hijita.
A todo esto, Cronshaw regresa a Londres con cirrosis hepática avanzada, pero sigue bebiendo y al poco tiempo fallece atendido y cuidado por Philip. Antes de morir le regala a Philip una alfombrita persa.
Por otra parte, Philip es convencido por un amigo que se dedica a las especulaciones financieras bursátiles e invierte una pequeña cantidad en una operación financiera y gana un dinero. Entonces el amigo le convence de que la oportunidad es propicia para ganar y Philip invierte todo lo que le queda de dinero. Pero la operación no resulta y Philip queda sin un centavo. Esa es una de las partes más desgarradoras de la novela, pues Philip debe varios meses de alquiler en su apartamento y ni siquiera se atreve a ir a dormir en él. Entonces se pasa varios días con sus noches deambulando por las calles de Londres rumiando su desdicha.
Por fin encuentra un trabajo en un almacén de trajes donde desempeña el mediocre papel de indicar a los clientes adinerados dónde se encuentra cada tipo de ropa.
Philip se siente horriblemente mal haciendo ese trabajo y un tempo después vuelve a reflexionar sobre el significado de la vida y piensa: “¿Qué finalidad tiene todo esto?. El esfuerzo era desproporcionado al resultado. Las brillantes esperanzas de la juventud se resolvían en la más amarga desilusión. Sufrimiento, desdicha y enfermedad pesaban mucho en el platillo de la balanza ¿Cuál era el significado de todo aquello? Pensó en su vida, en sus esperanzas, en las limitaciones que le imponía su deformidad, en los afectos que le habían faltado en su juventud. Le parecía que siempre obró lo mejor que pudo, y sin ningún resultado. Otros hombres que valían lo mismo que él habían triunfado. Y otros, mucho mejores, habían fracasado (…) La lluvia caía de la misma forma sobre el justo que sobre el malvado. Para nada existía una razón. Pensando en Cronshaw, Philip se acordó de la alfombrita persa. Inopinadamente la respuesta del enigma apareció ante él. Se echó a reír. Ahora que había encontrado la solución, veía que era como una de esas adivinanzas que tan difíciles le parecen a uno hasta que encuentra la solución. Una vez hallada ésta, parece imposible no haber comprendido la cosa desde el primer momento. La respuesta era obvia: La vida no tenía ningún significado (…) El hombre era tan insignificante como lo podían ser otras formas de vida y no había nacido como apogeo de la creación (…) La vida no tenía ningún significado, el hombre no tenía la menor importancia. Philip se regocijó tanto como se había regocijado cuando, en su juventud, se liberó del fardo de la religión (…) Si la vida no tenía ningún significado, el mundo estaba desprovisto de crueldad. La falta de acierto no tenía la menor importancia, y el triunfar tampoco significaba nada (…) Aquel arrojo del espíritu que le había hecho descubrir la inutilidad de la existencia con toda la fuerza de una demostración matemática, le hizo comprender al mismo tiempo por qué le había regalado Cronshaw el tapiz persa. Un hombre podía vivir su propia vida de la misma manera que el tejedor iba tejiendo su dibujo, sin otro fin que la satisfacción de su goce estético; y si ese hombre era obligado a creer que sus acciones estaban fuera del alcance de su escogencia, igualmente podía mirar su vida como si formara el diseño de un dibujo. Había tan poca necesidad de hacer esto, como había poca utilidad en hacerlo. Era simplemente algo que el hombre hacía para su propio placer. De los múltiples acontecimientos de la vida – acciones, pensamientos, sentimientos – se podía hacer un dibujo regular, elaborado, complicado o bello; y aunque no fuera más que una ilusión que el hombre tenía el poder de seleccionar, aunque no fuera más que un fantástico juego de prestidigitación con las manos, en el cual las apariencias estaban entrelazadas con destellos de luz de luna, eso no importaba: Eso parecía así, y entonces para él era así. En la vasta urdimbre de la vida (un río que no surgía de ningún manantial y que fluía incesantemente hacia ningún mar), con el trasfondo para sus fantasías de que no había ningún significado y que nada era importante, un hombre podía obtener una satisfacción personal al seleccionar las diversas hebras que constituían el diseño del dibujo. Había un diseño, el más obvio, perfecto, y bello, en el cual un hombre había nacido, había crecido hasta hacerse hombre, se había casado, había tenido niños, había trabajado por su pan, y había fallecido; pero había otros diseños intrincados y maravillosos, en los cuales no entraba la felicidad y en los cuales no se intentaba el éxito; y en ellos se podía descubrir una gracia más problemática (…) Desterrando de sí su anhelo de felicidad, Philip pensó en desterrar asimismo su última ilusión. Su vida le había parecido horrenda cuando la medía pensando en la felicidad, pero ahora le parecía poderla medir con otro rasero. La alegría importaba poco, lo mismo que el dolor. Uno y otro formaban parte, así como los demás detalles de la vida, de la composición del dibujo. Por un instante le pareció estar por encima de las vicisitudes de su existencia y pensó que éstas no podían atormentarle ya como antes. Cualquier accidente que ahora le ocurriera no significaría para él otra cosa que un motivo más que añadir a la complejidad del dibujo” (Pags. 440-442) (NOTA 1).
Una noche Philip vuelve a encontrar a Mildred en la calle. Su hijita murió y ella ha vuelto a la prostitución. Tiene un mal venéreo, pero para vengarse de los hombres no les advierte nunca.
Por otro lado, el tío de Philip está gravemente enfermo y a punto de fallecer. Philip anhela la muerte de su tío, pues nunca lo quiso y además eso significaría que heredaría una buena cantidad de dinero que le permitiría culminar sus estudios de medicina. En esta parte de la novela se describe algo espeluznante: Philip sabe de medicina y sabe que si le aumenta la dosis de morfina, su tío fallecería de inmediato. Philip se ve tentado, pero finalmente no se atreve a hacerlo. Su tío fallece finalmente y Philip hereda una cuantiosa fortuna. Reanuda sus estudios de medicina, se gradúa, e inicia una relación amorosa con Sally, la hija de Thorpe Athelny. Ella es buena y honesta y Philip se siente muy bien. Sin embargo, ya casi finalizando la novela, Philip un día cree que ve de lejos a Mildred y siente que el corazón le late con fuerza. Aunque no era ella, esa experiencia evidencia que su sorprendente obsesión (¿Patológica?) todavía perduraba.
Por otra parte, Philip siempre deseó viajar por España, los países orientales y otras partes del mundo, debido a las ilusiones que le habían inculcado algunos conocidos que le hablaban de esos países. Pero Sally le dice que quizás está embarazada. Eso obliga a Philip a desistir de sus planes de viajar y hacerse la idea de una vida matrimonial con Sally. Luego resulta que ella no estaba embarazada, pero Philip de todas formas desiste de sus planes de viajar y se hace una reflexión extraordinariamente interesante: “Durante toda su vida había seguido un ideal instigado por los escritos y las palabras de otras personas y nunca por los deseos de su corazón. Toda su conducta había sido influida por lo que creía que tenía que hacer y no por lo que deseaba con toda su alma (…) Había vivido siempre para el futuro, y el presente se le había escapado de entre las manos” (Pag. 509).
Philip decide casarse con Sally y llevar una vida sencilla.
Esta última parte de la novela me pareció quizás la más profunda desde un punto de vista existencial filosófico…¿No es cierto que las personas casi nunca asumen un papel en sus vidas con una conciencia verdaderamente protagónica?…¿No es verdad que casi siempre vivimos de quimeras futuras que se esfuman una y otra vez, y nunca vivimos plenamente el momento presente?…¿No es verdad que casi siempre y en todas las circunstancias actuamos movidos por lo que “creemos que debemos hacer o desear” de acuerdo a los múltiples condicionamientos, creencias y prejuicios que la sociedad y los conocidos nos han inculcado, aunque nunca hayamos reflexionado cuidadosamente sobre tales condicionamientos?…De ahí la importancia de dilucidar lo que realmente deseamos hacer en cada situación de nuestras vidas con un criterio muy propio y reflexionado, aunque eso implique separarnos del rebaño.
NOTA 1: Algunas partes de esta cita las he preferido tomar de las páginas 614 y 615 de la edición original en inglés: ‘Of Human Bondage’. With an Introduction by Jane Smiley. Bantam Classic (1991), porque la traducción de Plaza & Janés me ha parecido deficiente.