¿SER VERSUS TENER?…CONSUMISMO Y EQUIDAD SOCIAL | Por: Ernesto Rodríguez

 

Ernesto Rodríguez (ernestorodri49@gmail.com)

El gran escritor irlandés Oscar Wilde (1854-1900) publicó en 1895 un ensayo titulado: ‘El Alma del Hombre en el Socialismo’, en el cual hace un análisis muy interesante sobre un socialismo libertario. Wilde estudió las obras del Príncipe anarquista ruso P. Kropotkin (1842-1921) y se convirtió en anarquista. En su ensayo alerta contra un socialismo autoritario y entre otras cosas plantea que un socialismo libertario permitiría que el humano desarrolle su vida en forma de ‘ser’ y no en forma de ‘tener’. Wilde dice que debido a la propiedad privada: “el hombre pensó que lo importante es tener, y no sabía que lo importante es ser. La verdadera perfección del hombre estriba no en lo que tiene, sino en lo que es”.

Posteriormente el autor germano-norteamericano Erich Fromm (1900-1980) desarrolló mucho la contraposición entre la vida en forma de ‘ser’ y en forma de ‘tener’ en su conocida obra: ‘¿Ser o Tener?’ (1976).

Ya desde tiempos inmemoriales muchos grandes filósofos plantearon que la posesión de riquezas materiales no proporciona felicidad y que lo importante es desarrollar sabiduría. Por ejemplo, el biógrafo griego Diógenes Laercio (aprox. 200-250) en su obra: ‘Las Vidas y Opiniones de Filósofos Eminentes’, en la sección sobre el gran filósofo griego Sócrates (469-399 A. de C.) refiere que: “Frecuentemente cuando veía la multitud de mercancías expuestas para la venta, se decía a sí mismo: ¡Cuántas cosas no necesito!”. En la misma tónica, muchos otros filósofos como el griego Diógenes de Sinope (aprox. 400-325 A. de C.), principal representante de la secta de los ‘Cínicos’, el filósofo griego Epicuro (341-270 A. de C.), y en general los filósofos estoicos y luego Jesucristo (aprox. 4 A. de C.- 28) y los primeros cristianos, exhortaban a despreciar las riquezas y vivir de una manera frugal y austera.

No obstante, la disyuntiva entre ‘tener’ y ‘ser’, en nuestra vida actual, en cierto grado es una falsa disyuntiva, porque para desarrollar una vida en forma de ‘ser’ es necesario ‘tener’ algunas condiciones mínimas materiales de dinero y recursos. Es decir, para desarrollar una vida en forma de ‘ser’ hay que tener acceso a una buena alimentación, salud, educación, cultura, recreación, etc., etc.

Actualmente en los países desarrollados hay mucho consumismo de productos que en realidad no son necesarios para una vida de calidad.

En efecto, es muy conocido que la mente del humano es manipulable por la propaganda, sea política o comercial. Por ejemplo, el economista norteamericano Thorstein Veblen (1857-1929) en su obra: ‘La Teoría de la Clase Ociosa’ (1899) planteó lo que llamó ‘consumo conspicuo’, es decir, una manera de ostentar cuánto dinero se posee. Personas adineradas se permiten enormes gastos en gustos, no porque realmente los valoren sino para ostentación social.

Esa ostentación se ilustra muy bien en la novela del escritor estadounidense Bret Easton Ellis (nac. 1964) titulada: ‘American Psycho’ (1991). En toda la novela reiteradamente se nombran muchas marcas super selectas y exclusivas de todos los productos, que el protagonista Patrick Bateman y los yuppies millonarios de Nueva York, ostentan en su vida cotidiana. Obviamente esas son marcas que se imponen a los gustos de las élites sociales por medio de la propaganda comercial.

Por supuesto, eso de ninguna manera implica que la pobreza sea deseable.

La popular cantante española Rocío Dúrcal (1944-2006) en una parte de su canción titulada: ‘Tu Abandono’ lanzada al mercado en 1978, dice: “…Me abandonaste por no tener dinero (…) Tu abandono me enseñó que la pobreza vale más que la riqueza”. Ella cantaba muy bien pero la letra de esa canción solamente se puede calificar como una soberana estupidez…¡Por favor!…¿En qué cabeza cabe que la pobreza sea deseable?!!!.

Pero la contraparte es creer que un exceso de riqueza garantiza la felicidad. Las evidencias indican que eso tampoco es cierto. Según diversos autores la cuestión: ¿Qué es verdadera riqueza? es mucho más compleja de lo que parecería a primera vista. En primer lugar el poeta persa Saadi Shirazi (1210-1291) en su obra: ‘Gulistan’ (El Jardín de las Rosas) dijo algo muy importante: “Las riquezas tienen el propósito de alcanzar el bienestar en la vida pero la vida no tiene el propósito de acumular riquezas” (Capítulo VIII titulado: ‘De los Deberes en la Sociedad’).

Lo que dijo este poeta es muy acertado…¿Para qué acumular y acumular riquezas si no sabemos o no queremos hacer algo beneficioso con ellas?…Acumular y acumular riquezas como un fin en sí mismo sólo conduce a la miseria moral humana.

El filósofo británico Julian Baggini (nac. 1968) es uno de los más admirables actualmente y en un artículo en un periódico británico (1) refiere una investigación que hicieron Eugenio Proto de la Universidad de Warwick y Aldo Rustichini de la Universidad de Minnesota. Ellos analizaron la relación entre ingresos y bienestar, y concluyeron que el bienestar promedio aumenta con el ingreso promedio solamente hasta un nivel de unos 37.000 dólares per cápita, por año. Después de ese pico el bienestar disminuye. Proto y Rustichini sugieren que cuando el ingreso supera ese valor mencionado, entonces surgen aspiraciones más grandes debido a la existencia de más oportunidades para gastar o debido a la comparación con los que tienen aún más. Pero esto ocasiona una competencia entre aspiración y realización, es decir, una lucha entre lo que deseamos y lo que realmente podemos lograr, y entonces, cuando logramos menos de lo que deseamos, el resultado psicológico es una frustración. Baggini señala que la causa del problema radica en que en las sociedades occidentales desarrolladas y consumistas, muchas personas no saben convertir la riqueza en auténtico bienestar. Entonces la solución estribaría en que las personas aprendan a emplear sus riquezas de una manera acertada sin incurrir en un consumismo desenfrenado por la manipulación de las propagandas que está condenado de antemano al fracaso. Eso que dice Baggini podemos relacionarlo con lo que los antiguos griegos, entre ellos Aristóteles (384-322 A. de C.), llamaban ‘eudaimonia’, un término que ha sido traducido frecuentemente como ‘felicidad’ pero actualmente esa traducción se considera insatisfactoria. Más bien se considera ahora que ‘eudaimonia’ expresa el ‘florecimiento y desarrollo de todas las virtudes y potencialidades humanas’.

Lo que sí está estudiado es que la desigualdad en la capacidad de consumo ocasiona desdicha.

El eminente autor alemán Stefan Klein (nac. 1965), en su importante obra: ‘La Ciencia de la Felicidad’ (2006) refiere evidencias de que la equidad en la distribución de la riqueza es muy importante para la felicidad (2). De manera similar, el astrofísico estadounidense Timothy Ferris (nac. 1944) en su obra: ‘La Ciencia de la Libertad’ (2010) señala que los habitantes de naciones relativamente socialistas como Islandia, Holanda, Finlandia y Suecia manifiestan un elevado grado de felicidad en términos comparativos. Asimismo Ferris dice: “Los daneses, que aportan casi la mitad de sus ingresos al recolector de impuestos, fueron considerados en el año 2008 como el pueblo más feliz del mundo. Arabia Saudita tiene un Producto Interno Bruto per cápita de casi 9.000 dólares, pero distribuye la riqueza de manera muy desigual, porque los príncipes sauditas viven con todos los lujos de un príncipe mientras muchos ciudadanos sauditas manifiestan que tienen una calidad de vida, que en comparación, es inferior a la que manifiestan habitantes de países más pobres como Polonia o Costa Rica” (3).

La disparidad de gasto en consumo privado en el mundo es enorme. El eminente filósofo británico Anthony C. Grayling (nac. 1949) al tratar el ‘consumismo’ refiere que: “Según un ‘Informe de Desarrollo Humano’ de la ONU que se dedicó al tema del ‘consumo’, se encontró que en el año 1998 el 20 % más rico de la población en el planeta representaba el 86 % del gasto privado en consumo, mientras el 20 % más pobre de la población en el planeta representaba el 1,3 % de tal gasto” (4).

Es obvio que el desiderátum es una sociedad con una distribución lo más equitativa posible.

Además, esa sociedad consumista que propicia el consumo exagerado de productos innecesarios para una vida de calidad afecta los recursos de la biosfera y es anti-ecologista…¿Qué diría Sócrates si viera ese consumismo injustificado?.

NOTAS: (1) Julian Baggini ‘Happiness: The Silver Lining of Economic Stagnation?’. Guardian (22 May 2014). (2) Pag. 240 en Stefan Klein (2006) ‘The Science of Happiness’. Marlowe & Co. New York. (3) Pags 155-156 en Timothy Ferris (2010) ‘The Science of Liberty’. HarperCollins Pub. USA. (4) Pag. 92 en Anthony C. Grayling (2010) ‘Ideas that  Matter’. Basic Books.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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