Anggy Polanco /DLA.- Manuel Manjarrez Tolosa, es un sepulturero del Cementerio Municipal de San Cristóbal que en medio de la pandemia también ha expuesto su vida para lograr dar un entierro digno a las personas que han perdido la batalla frente a la covid 19.
La labor de los sepultureros es poco explorada pero necesaria, y se toma en cuenta sólo cuando las personas llegan al punto de término de la vida.
En el Cementerio de San Cristóbal tres sepultureros con años de experiencia en este oficio han hecho una tarea difícil a lo largo de más de un año, cuando comenzaron a fallecer personas por causa del terrible virus.
La pandemia hizo cambiar la dinámica de sepultura para estos trabajadores. Manuel Manjarrez cuenta que en mayo del año pasado, cuando comenzaron a ocurrir los primeros decesos por esta causa, ellos tuvieron que comenzar a utilizar batas, mascarillas y guantes para trasladar las urnas hasta los terrenos seleccionados para esta forma de muerte. También deben recibir el apoyo de Protección Civil para que los rocíe con hipoclorito.
Manjarrez, quien lleva 16 años desempeñando este trabajo vio cómo la solemnidad que se daban a los entierros desde esa fecha cambió. Pues solo acuden hasta la fosa los tres sepultureros con el cofre de madera, mientras que a lo lejos esperan los familiares del fallecido. Tampoco se lleva el cuerpo a una reunión en velorio.
Deben estar bien equipados
“Nuestro trabajo es hacer el hueco en la tierra, meter la urna y taparlo de nuevo. Pero con la pandemia se ha vuelto riesgoso, porque estamos expuestos. Tenemos que mantenernos bien equipados con las normas de bioseguridad”, comentó el sepulturero.
Cuando son inhumaciones por muertes causadas por la covid, los sepultureros, luego de fijar el cuerpo en su lugar, dan las coordenadas de la tumba a los seres queridos de los fallecidos para que se acerquen. “Luego si la familia quiere mandar hacer su crucecita se le hace y se olvidan de ellos”, dijo.
La Organización Panamericana de la Salud recomienda que en caso de embalaje y traslado del cuerpo desde la sala de aislamiento, el pabellón u otro entorno a una funeraria, crematorio o entierro, el personal debe asegurarse de aplicar precauciones estándares en todo momento. Es decir, realizar la higiene de las manos y la limpieza ambiental, incluido el uso adecuado de bata de manga larga, guantes y protección facial si existe riesgo de salpicaduras de líquidos corporales del paciente o secreciones en el cuerpo o la cara del miembro del personal.
Además recomienda mover y manejar el cuerpo lo menos posible.
En algunos momentos, durante los picos altos, en el Cementerio de San Cristóbal llegaron a tener varias personas fallecidas seguidas. Sin embargo, en la actualidad han descendido las inhumaciones relacionadas a la pandemia.
La covid también tocó a Manjarrez, quien relató que estuvo complicado y no podía respirar, pero su recuperación fue rápida. Por fortuna ya fue vacunado con la primera dosis, pero aún así no deja de temerle a la muerte y mantiene sus normas de bioseguridad.
“No quitarse la mascarilla cuando uno vaya a enterrar y luego de terminar nos lavamos las manos”, explicó desde una de las áreas donde han sepultado a unas 25 personas fallecidas a raíz de las complicaciones generadas por la covid 19.
En un tercer lote, al principio de la pandemia en el país, sepultaron a unas 60 personas que fallecieron por causa de la pandemia. Entre mayo y octubre de 2020 fue cuando él notó que más inhumaciones realizaron.
Antes le hacían misa a los muertos y ahora nada
Abel Oliveros, otro de los sepultureros de este cementerio con 18 años de experiencia en esta labor, señaló que debajo de un árbol del camposanto enterraron a la primera persona fallecida con el diagnóstico de la covid 19. “Ni familia vino, ni cruz ni nada le han puesto”, relató.
“Cambió mucho, antes le hacía misa a los muerticos y ahora nada, ni una iglesia, ni un padre se le acerca a darles el despido. Es triste, no puede ni entrar la familia cuando son inhumaciones por covid, tiene que esperar afuera y esperar que los tapen”, contó Oliveros.
Narró que las personas que han muerto por covid y han sido enterradas allí, están prácticamente en el olvido, pues son pocas las personas que se acercan al cementerio, por miedo al virus.
“Ya nosotros estamos acostumbrados a este trabajo, al principio sí nos dio miedo, pero ya tengo 14 años en esto y ya no le tengo miedo”, agregó.
Aunque considera que el trabajo de sepulturero es poco tomado en cuenta, tanto por las personas como por las autoridades.
“Ya ni botas nos mandan, tiene uno que estar molestando para que nos estén enviando y nos dicen que un par de botas para el año completo. Requerimos botas de caucho, uniforme, guantes, mascarilla. A veces tenemos que trabajar con botas rotas”, describió.
A estos trabajadores el sueldo tampoco les alcanza, pues ellos dependen del salario de la administración local, pero son personal de primera línea frente a esta pandemia.