SENTIDO DE HISTORIA / José Trinidad Toro, un patriota postergado

Por: Oswaldo Manrique

Hemos expuesto que la historiografía nacional y regional ha manifestado desdén o desconocimiento por ciertos personajes que aportaron de una forma u otra, a la guerra de independencia, pero los mantiene obviados, silenciados, no existieron, como es el caso, del Dr. Francisco Antonio Labastida, célebre constituyente de La Puerta, en 1811, murió en 1813, a las pocas semanas de haberlo visitado Bolívar, se reunió con él, y lo alojó en su residencia, como primer sitio trujillano que pisó en su Campaña Admirable en 1813. Otro caso, del Valle del Bomboy, es el del patriota José Trinidad Toro.

Uno de los elementos historiográficos que nos da punto de apoyo, para escudriñar, lo es el referido a la casa de este prócer independentista. En la edición del año 1972, de la obra Geografía General del Estado Trujillo, del historiador Américo Briceño Valero, actualizada por su hijo, éste, agregó un dato histórico interesante. En la página correspondiente anotó esto: «La tradición ha señalado esta casa como el postrer albergue del patriota José Trinidad Toro, en el caserío El Cucharito. A los 39 años recibió una herida en la batalla de Ayacucho, que lo invalidó para toda su vida, la cual terminó en el año de 1899» (Briceño Valero, Américo. Geografía General del Estado Trujillo. Actualizada por el ingeniero Jesús Briceño Enríquez. 1972).

Este, es uno de los agregados, que hizo a la magistral obra de su padre, el ingeniero Briceño Enríquez.

El Cucharito, antes de convertirse en la hacienda Carmania, formaba parte de la posesión del encomendero Cristóbal Hurtado de Mendoza y su esposa Catalina Fajardo; posteriormente, fue propiedad del padre Francisco Rosario, prócer independentista.

 

En la Campaña del Sur. La gloria de Ayacucho y su invalidez

 

De la estirpe guerrera independentista de los Briceño Toro, se ha incluido a Juan José Indalecio Briceño Toro, prócer internacionalista, nació igualmente en Mendoza y fue asiduo y vecino de José Trinidad, quien vivía en El Cucharito (Dávila: 186 y 341). Indalecio era de piel morena, que contrastaba con la de sus hermanos. Murió en Cuzco, en 1847.

Fueron varios trujillanos que se convirtieron en internacionalistas, además de Indalecio Briceño y de José Trinidad, entre ellos, Rogelio Linares, nació en San Lázaro en 1785, y murió en ese pueblo en 1855, estuvo bajo las órdenes de Bolívar en la campaña de Venezuela y la Nueva Granada, prosigue la del Perú y coronó su ascenso militar de comandante en la batalla de Ayacucho (Dávila, Vicente. Próceres Trujillanos. Pág. 108. Imprenta Bolívar. Caracas, 1921). Toro, fue oficial, pero al igual que su pariente el demócrata radical Indalecio Briceño, no dio ínfulas de ello.

Según Rumazo González, el «colosal y decisivo choque en Ayacucho» de los seis mil soldados patriotas, contra los nueve mil realistas duró unas 4 horas, dejando un saldo de víctimas para los libertadores, de mil muertos y heridos, entre esos heridos se contaba a José Trinidad Toro. Quedaron dos mil prisioneros y algo sumamente importante, «el gran proceso de la guerra de independencia de América terminó ese día» (Rumazo González, Alfonso. Antonio José de Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho. Pág. 28. Biblioteca Familiar). Nuestro soldado trujillano, a pesar de salvar su vida, quedó inválido. Al momento de partir de Perú, habría recibido el premio en pesos, que acordó el gobierno de dicho país, y distribuyó entre los combatientes de Ayacucho.

La batalla de Ayacucho, en la que según la reseña de Briceño Enríquez, fue herido y quedó inválido el combatiente Toro, desarrollada el 9 de diciembre de 1824, en la Pampa de Quinua en Ayacucho (Perú), es considerada como uno de los más brutales enfrentamientos militares, en la guerra independentista de 1809 a 1826, al punto que fue y significó el fin definitivo del poder virreinal del imperio español en América del Sur. Las fuerzas realistas, las jefaturaba el virrey José de La Serna, y las revolucionarias, el general Antonio José Sucre.

Se retiró del ejército activo, como consecuencia de haber quedado inválido en la Pampa de Quinua, en 1824. Regresó oficial, pero por la manera de ser, haría guardar los fueros, honores y privilegios que le correspondía. En 1825, estando algo recuperado de las graves heridas, y concluida la campaña guerrera del sur, volvió a Venezuela, a su Trujillo, tras una larga travesía que duró varios meses. Llegó para recuperar la salud, de sus heridas de guerra, e intentar incorporarse a sus actividades privadas, ya que había cumplido, incorporando su nombre glorioso como prócer de la independencia suramericana.

En su valle, en su Cucharito de labriegos, luego de su regreso de la campaña y batalla de Ayacucho, su condición de guerrero herido, no era de lo mejor, pero supo sobrellevar y enfrentar las vicisitudes que se le presentaron. Lisiado por las heridas de guerra, se movilizaba con dificultad, ahora, la actitud era por sobrevivir a la post hostilidad, a la pobreza y al desorden republicano. Murió en 1884.

José Trinidad Toro, que luchó al lado de Sucre, viviría el resto de sus días con la dignidad de ser uno de los valientes soldados de Ayacucho. Tenían los valeranos, mendocinos y la gente de Trujillo, en el siglo pasado, una esperanza que logró reivindicar su nombre, sacarlo a la luz pública, que pudo haber salvado para la posteridad toda la historia de este prócer independentista suramericano.

Como andamos en tiempos de historia insurgente, de rescate, de los nombres de hombres y mujeres silenciados, que entregaron todo en favor de la libertad de Venezuela y América, tanto recabar toda la información sobre su vida y obra es importante, como también, es pertinente recordar con orgullo y gratitud, en Venezuela, a José Trinidad Toro.

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