Recopilamos de la memoria oral de nuestra localidad, que una joven de apellido Ruz Carrizo, que pasaba por una lomita del Portachuelo, día de lluvia, se puso las manos en la cabeza y dijo: – ¡María Santísima, líbrenos! Veía aquello y no lo creía, y comenzó a temblar. Otros de los agricultores que también pasaban, vieron con sorpresa y los abrumó el miedo.
– El agua nos inundará las cosechas y hasta las casas -murmuró la muchacha, y comenzó a llorar. Ninguno, tenía respuesta para aquello, podía ser castigo de los espíritus malignos, nadie sabía, pero todos tenían miedo de que el agua siguiera brotando. Rápidamente, se comunicó la novedad de la inundación, por todo el pueblo de La Puerta y las señoras más católicas, en el templo de San Pablo Apóstol, rezaron pidiéndole perdón al Señor Misericordioso. Corría el año 1965.
Ella, estaba viendo el pedazo de tierra de un señor de nombre Miguel Romero, oriundo de Jajó, muy trabajador de la agricultura, y además emprendedor, quería sacar una vía de penetración agrícola, hasta el sitio de Isnabús. Le metió máquina, tenía su pequeño tractor, con el movimiento de tierra por donde había una pequeña naciente de agua, al primer invierno se conjugó con el reventón de un acuífero, por supuesto, al ver que se estaba anegando, y salía más y más agua, tanto el señor Miguel, como varios agricultores que veían aquello, fueron presas del pánico y algunos se fueron retirando a sus casas.
Cuando se difundió la noticia, las señoras de San Martín, Quebrada Seca y San Pedro, y hasta las de La Puerta, rezaban y pedían que no fuera un castigo de Dios que pudiera llegar a inundar sus caseríos.
El agua seguía cubriendo más espacio
Al día siguiente, subieron las autoridades, Prefecto y funcionarios policiales, técnicos forestales. Uno de los funcionarios que acompañó al Prefecto, a ver lo que ocurría, se le escuchó:
– ¡Ahhh, qué charca tan grande! Cuando se estabilizó la salida de agua, hasta cierto nivel, hubo mayor tranquilidad, pues fue una inundación, generada por el movimiento de tierra y resultó ser una laguna tapada y protegida por la misma tierra y la vegetación.
Ya en 1920, en su estudio sobre cuencas hidrográficas, el geógrafo e historiador trujillano Américo Briceño Valero, ratificando los estudios del siglo anterior del geógrafo italiano Codazzi, señaló esta pequeña laguna, en la hermosa depresión de la Mocotí-Páramo de las Siete Lagunas, en jurisdicción de La Puerta, estado Trujillo, asimismo, la registró el geógrafo francés Bennet, en su Geografía General de Venezuela, 1929.
Según la versión de Antonio Lino Rivero, cronista de estos lugares, el papá de Francisco Villarreal, le vendió a Miguel Romero, el pedazo de tierra en el Portachuelo. Miguel se casó con Blanca Villarreal, pariente de aquel Francisco. Hombre de mucho trabajo, recordó Rivero, que “Miguelito”, así lo llamaban, «tenía un tractor y se propuso a sacar desde ahí, un camino agrícola hasta Isnabús. Comenzó a abrir el hueco; pero se enfermó y no pudo seguir, a los meses cuando fue, ya había el estanque de agua natural, que hoy se conoce como La Lagunita» (Conversación con Antonio Lino Rivero, el 18 de enero de 2022, La Puerta); y este nombre se puso en uso, y fue desplazando el topónimo original del lugar, que era El Portachuelo.
La versión del señor Alberto Romero, hijo de Miguel Romero es que, en «el año 1963, cuando Miguel Romero compra un terreno al señor Francisco Villarreal, con la finalidad de hacer una carretera hacia el sitio conocido como Ysnabús, sitio donde el señor Miguel Romero nació… para ese momento no existía la laguna» (Notas que me envió Alberto Romero, sobre La Lagunita. Febrero de 2022). Igualmente anotó que, la laguna emerge en todo el espacio que hoy podemos ver, «debido a que el movimiento de tierra generado por la construcción de la carretera al primer invierno generó una creciente y el agua llenó la cañada existente que solo había una naciente de agua y un canal por donde corría el agua hacia Tafallés» (Ídem). Esta naciente de agua, es la que observaron Codazzi y Briceño Valero, como la «pequeña laguna del Portachuelo». La posesión del Portachuelo, en nuestra investigación comienza desde la posesión de los Burelli García, hasta la Casa de Teja, en las inmediaciones de la entrada del Paramito; recuerda el mismo Romero, que para esa época, existían unas siete casas alrededor de la lagunita.
Posteriormente, el antiguo Ministerio de Agricultura y Cría (MAC), desarrolló un programa para arreglar y estabilizar el estanque y drenar los terrenos cercanos a ella. Fue entonces que a través del MAC, se ejecuta el cercado del estanque, que hoy denominamos de La Lagunita.
En 1975, después que fue asfaltada la vía La Flecha- La Lagunita, el señor Miguel Romero, observando que su terreno, se convirtió en un estacionamiento de carros, de los que iban a visitar el estanque los fines de semana y de fiestas, le dijo a los hijos, tenemos que hacer algo en este sitio; fue cuando decidieron montar un «pequeño negocio familiar, una cafetería y una venta de pastelitos que fue creciendo hasta ser lo que hoy es… transformándose en un sitio turístico» (Ídem); surgiendo el primer negocio de comidas, que posteriormente se convertirá en la posada. La carretera asfaltada y luego el surgimiento del estanque, le dio un impulso de crecimiento al caserío, y así, fue abandonando el uso del antiguo nombre de El Portachuelo, y consolidando el nombre de La Lagunita, como topónimo del lugar, y de hecho, el estanque se convirtió en algo atractivo y se fue tornando en un pequeño destino de paseo y esparcimiento, aunque, con el paso de los años y la avaricia de algunos comerciantes, han levantado anarquizadas construcciones, bardas y cercados, formándose un irregular mercado, que ha hecho impacto ambiental, en nombre de una anárquica «actividad turística».