En una oportunidad, el Papa Francisco pronunció un discurso contra el dinero divinizado y la energía que muchos hombres tienen por conseguir poder y lujos. En una improvisación dijo: “Si te gusta mucho el dinero, mejor no te metas en política, pero tampoco en el seminario”. Algo similar dijo el expresidente uruguayo José “Pepe” Mujica: “La política no es para hacer plata”.
Cada vez que intentamos identificar las causas de la crisis venezolana, una de las más significativas es sin duda la corrupción y no solo de quien tiene el poder estatal, sino también de quienes lo persiguen.
Relación entre política y ética
El escritor Jesús Parra Montero publicó un artículo titulado “¿Es posible la política sin ética?”, en este señala que interrogarse sobre la relación entre ética y política es una reflexión que debe hacerse toda persona que se dedica a la gestión de la “res pública”: la política.
La relación entre la Ética y la Política ha sido siempre un tema inevitable por una razón evidente: ambas, al menos en su sentido filosófico y desde su propia identidad, tienden al mismo fin: buscar el bien. Razón tenía Aristóteles al escribir en su Ética a Nicómaco que “no se enseña ética para saber qué es la virtud, sino para ser virtuosos”.
Ojos de un mismo rostro
Ética y política son los ojos de un mismo rostro; la política no puede operar acertadamente sin la ética. En la cultura clásica romana, de aquellos que ejercían la política con ética, se decía que tenían “decorum”; tener “decorum” era garantía de ser un político honesto, discreto y que actuaría de manera correcta y justa.
En su obra Vidas paralelas afirmaba Plutarco que “el hombre es la más cruel de todas las fieras, cuando a las pasiones se une el poder sin virtud”. Y Cicerón, en su arriesgado y valiente ataque en sus “verrinas” contra la corrupción del tirano Verres de Sicilia: “Cuando los políticos no se rigen por la ética, son como hienas a la caza del poder”.
¿No hay seriedad?
En ese sentido Parra Montero sostiene que si la inestabilidad, la crispación, el insulto y el enfrentamiento se están convirtiendo en normalidad en nuestra clase política, la obligación de los políticos serios y responsables, éticamente honestos, consiste en generar estabilidad y tranquilidad en la sociedad; si así no sucede, es porque nuestros políticos no son serios, ni honestos ni responsables.
¿Quiénes corrompen el poder?
Añade que cuando individuos sin ética ocupan cargos públicos son ellos quienes corrompen el poder que ejercen al hacer un uso indebido de él. Con certera clarividencia lo describe el profesor Urquiza Morales: “La política puede ser la más noble de las tareas; pero es susceptible de ser el más vil de los oficios”.
Obligación del gobernante
Con la autoridad de siglos, es bueno recordar las palabras del sabio Confucio sobre la manera de actuar de un buen gobernante, necesaria lección para nuestros políticos: “El gobernante se halla obligado, sobre todo, a perfeccionar su inteligencia y su carácter para conseguir la virtud; si obtiene la virtud recibirá el afecto del pueblo; si goza del afecto del pueblo, su poder se extenderá por toda la región; si ha adquirido el poder sobre la región, le resultará fácil alcanzar la prosperidad del Estado”.
A quien le quede el traje
Estimado lector, ustedes se preguntarán ¿A dónde apuntan todas estas inquietudes? ¿A quiénes apuntan estas necesarias reflexiones? La respuesta es bastante sencilla: a quienes tenemos la capacidad de elegir autoridades, a quienes poseen poder “político” hoy en Venezuela – y no solo son los rojos – y a quienes lo anhelan. Y si alguien se siente ofendido acá en Trujillo, por algo será, repito: la política no es para hacer dinero señores.
LA FRASE:
“Hay gente que adora la plata y se mete en la política. Si adora tanto la plata que se meta en el comercio, en la industria, que haga lo que quiera, no es pecado, pero la política es para servirle a la gente. No es que se pueda ser desinteresado, no hay ser viviente que sea desinteresado, hay una cuota dentro de nosotros que así nos manda, la vida es el juego de solidaridad, de fraternidad. A la Alta Política le interesa ese cariño de la gente, algo que se transmite, que no tiene precio y que no se compra en el supermercado (…) A los que les gusta mucho la plata hay que correrlos de la política (…) La política es una pasión, al que le guste la plata que se dedique a los negocios”.
(José “Pepe” Mujica)