Muchos —la mayoría nacional— auguran un mejor desempeño a la Oposición en las rondas del diálogo, puesto de moda por decisión de factores externos de alto poder. Es un reducto lleno de incertidumbre para los intereses nacionales. No obstante, hay que atenderlo hasta el fin y de la mejor manera posible.
Es ocasión para saber qué hará EEUU con su poder geopolítico comprometido, en su área de influencia continental, donde tiene primacía y rango histórico; porque Rusia, China e Irán —posiblemente con el Estado Islámico en la manga— están tratando de disgregar aún más el sistema panamericano, donde tienen bien ‘apostados’ sus vasallos latinoamericanos.
El gran país estadounidense debe hacer sentir su presencia; tiene las fichas de las sanciones y del reconocimiento interino. Es oportuno momento para que Tío Sam pase de las palabras a las acciones, de la retórica a la verdad. Es hora de saber si está vigente una de las dos grandes doctrinas americanas —’el destino manifiesto: América para los americanos’—, proclamada por el presidente James Monroe en 1823; coincidente con la doctrina hispanoamericana Uti possidetis Juris, asumida por el Libertador Simón Bolívar en su preocupación por contener ambiciones de potencias europeas sobre las repúblicas recién constituidas a tenor de 1810.
China ya ha dado a entender —y Biden mostrado preocupación— que ‘apoyará al régimen castrista para que siga sojuzgando Cuba’ y pueda evitar la segunda independencia del neocolonialismo, ansiada por ese pueblo sediento de libertad.
Es el momento para el ‘asedio’ diplomático sobre la eficacia multilateral —OEA, ONU— en la defensa y cumplimiento de los tratados internacionales por la reivindicación de los derechos humanos, la democracia y de la justicia internacional.
Nos darán a entender los dialoguistas nacionales cómo interpretan esa palabra, distorsionada en artimañas politiqueras, denominada Patria. Palabra especial que debe exaltarse en su genuino concepto en las negociaciones de ‘México City’.
Se conocerá la postura de algunos países iberoamericanos inmiscuidos con disímiles deseos e intereses: México, anfitrión que no será neutro, tomará partido —López Obrador jalará para el Foro de São Paulo—; España, que buscará destacarse ante y con la UE —condescendiente hacia Cuba—. De instituciones como la Iglesia católica, que suponemos tiene sus hilos que mover.
De la delegación del G4 estamos pendientes, sobre aspiraciones tan trilladas: apertura y funcionamiento del canal humanitario; excarcelación de los presos políticos; elecciones libres limpias —y su posible exigencia sine qua non de habilitar completamente los partidos y dirigentes inhabilitados—, para poder asistir al proceso electoral completo, con presidenciales.
Partidos minoritarios, aunque con razones de peso, no deben evaluarse con el mismo patrón de los que sí tienen el apoyo extendido de la mayoría de los venezolanos. No ir a elecciones el 21N es mucho más complicado para los partidos mayoritarios, pero el pudor es de quienes no aceptan a priori —La Causa Radical y Alianza Bravo Pueblo, y quizá Vente Venezuela— esa pauta del 21N. Esto coincide con la precaución de ventilar en el diálogo la posibilidad de participar o no en las elecciones que más complacen al gobierno cuestionado, según trueque aún sin perfil.
Ya el presidente de la AN 6D advirtió que ‘quienes vayan a elecciones reconocen al CNE..’. Freddy Guevara ‘aclaró’ que lo que queda es convivir con el otro sector. Marquina dice que la Oposición está mejor en el CNE que en la anterior elección; y Guaidó insiste en que no hay garantías para elecciones y que deben ser generales…
Entendiéndose tantas contradicciones, diferencias y ambigüedades en el sector opositor, creo que el diálogo tiene preponderancia —jerarquía— para hacernos ver el destino del país y la cualidad opositora negociante —su salvación o perdición—; e igual, el pueblo participará como debería en las elecciones del 21N dependiendo de lo que suceda en el diálogo; y la Oposición otorgará según anuencia de EEUU.
_________________________________
Por: Luis A. Villarreal P.