“SE TOREA COMO SE ES” | Por: Francisco González Cruz

 

“Se torea como se es” contestó el famoso torero sevillano Juan Belmonte al excelente periodista Manuel Chaves Nogales, en una biografía que pasó a la historia como una de las mejores obras de este género literario: “Juan Belmonte, matador de toros, su vida y sus hazañas” (1934).

Esa sabia frase recuerda a la fábula del escorpión que le solicitó a la rana que lo cargara a su espalda para cruzar el río; la rana, conociendo a ese animal, duda y le dice que si lo lleva seguramente la picará y morirá. El respondió que no era tan estúpido como para picarlo si así morirían los dos. Convencida la rana lo lleva y a mitad de la corriente siente la picadura y le reclama. El escorpión responde: es mi naturaleza, no puede dejar de ser quien soy.

El tema sale a propósito de la firma entre la ONU y el Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela de un nuevo un “Marco de Cooperación para mejorar la calidad de vida de la población”, según del anuncio del señor Gianluca Rampolla del Tindaro, Coordinador Residente de la ONU en Venezuela, el pasado 23 de septiembre, justo tres días después de la publicación, el 20 de septiembre de 2022, del informe al Consejo de Derechos Humanos que contiene las conclusiones de la Misión internacional independiente de determinación de los hechos sobre la República Bolivariana de Venezuela sobre los crímenes de lesa humanidad cometidos por el Estado Venezolano.

En este último una comisión oficial de la más alta instancia multilateral del planeta concluye que: “La situación de los derechos humanos en la República Bolivariana de Venezuela sigue siendo grave. El país ha soportado, durante una década, una espiral de crisis humanitaria, social, económica y de derechos humanos, acompañada por un colapso de las instituciones del Estado, todo ello agravado además por el impacto del COVID-19. Prueba de ello son las más de seis millones de personas que se han visto obligadas a abandonar el país”.

En el primer documento, según la nota aparecida en el portal de este organismo en el país:  la “ONU y Venezuela refrendaron su compromiso con el cumplimiento de la Agenda 2030 en sus cinco dimensiones: las personas, el planeta, la prosperidad, la paz social y las alianzas estratégicas nacionales y globales, necesarias para lograr el ambicioso horizonte de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”. Y se centra en tres áreas estratégicas:

“1. El bienestar y la resiliencia de las personas: particularmente de la salud y la educación de la población en riesgo de quedarse más rezagada, apoyando los esfuerzos del país para luchar contra la pobreza y ofrecer más y mejores oportunidades de desarrollo que faciliten el goce de todos los derechos.

2. La transformación a una economía ambientalmente sostenible: apostando por el desarrollo productivo de Venezuela sensible al medio ambiente, que incida positivamente sobre la seguridad alimentaria y genere nuevas oportunidades de empleo digno, especialmente en los grupos más vulnerables, como mujeres, jóvenes y poblaciones indígenas.

3.- La cohesión social inclusiva e igualitaria: promoviendo un clima de entendimiento mutuo y apoyo a medidas que propicien la inclusión social, el respeto a los derechos humanos, la igualdad de género y la prevención de los diferentes tipos de violencia”.

Son cientos de documentos de la propia ONU, incluyendo los de la Agenda 2030, que demuestran que sin libertad, democracia, paz, justicia e instituciones sólidas, el desarrollo sostenible es una quimera. Y si un Estado como Venezuela no avanza hacia el restablecimiento pleno de su Constitución y su institucionalidad democrática, son inalcanzables los Objetivos del Desarrollo Sostenible.

El propio régimen se ha olvidado de las ODS y desde el año 2016 no presenta su informe de evaluación. Pero, es más, los sistemas estadísticos del país prácticamente desaparecieron y no existe información confiable en ninguna materia económica, social, de salud o educación como para la realización de análisis y tendencias con fuentes oficiales, que han sido sustituidas por fuentes como la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI) de la UCAB, los informes de la Asociación Civil Sinergia y otros aportes localizados, y las fuentes externas. La situación estadística es tan opaca que incluso diversos estudios internacionales prefieren omitir a Venezuela en sus análisis, como por ejemplo el Índice de Progreso Social, que es una herramienta de medición que se enfoca de manera integral y sistemática exclusivamente en las dimensiones no económicas del desempeño social en todo el mundo con datos transparentes.

La A.C. Sinergia presentó hace dos años el Informe de Seguimiento a la implementación de la Agenda 2030 en Venezuela llamada “La Tormenta Perfecta”, en donde entre otras cosas afirma:

“La primera conclusión salta a la vista: Cualquiera que sea el objetivo o meta en evaluación, el resultado es el mismo, con matices: el nivel de destrucción institucional, de la infraestructura, de nuestro tejido económico, del sistema de salud y el de educación y el daño infligido a la población, son de unas proporciones pocas veces vistas en la historia y su huella seguirá estando presente en por lo menos dos generaciones futuras. El carácter deliberado y sistemático de la destrucción es igualmente notable. No se trata solamente de una crisis que se agrava sin tocar fondo. Se trata de un cambio cualitativo que nos evidencia que estamos en otro país, que hay que reinventar el futuro porque las herramientas conocidas ya no existen”.

En las encuestas aplicadas por el autor de este artículo en distintas localidades del occidente del país, se pone en evidencia el casi total desconocimiento de los ODS tanto en gobernantes como gobernados, y la apreciación general cuando se le explica cada uno de los 17 Objetivos, es que en todos se está retrocediendo.

En la naturaleza del régimen no está en promover desarrollo humano integral, ni sustentable, ni nada que se le parezca. Sólo dos evidencias que resaltan con particular pavor: la emigración y el desastre del Arco Minero del Orinoco. La codicia, la corrupción y el autoritarismo están en la naturaleza del régimen. “Se torea como se es”.

 

 

 

 

 

 

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