Gabriel Montenegro
gabymonti59@gmail.com
Este 28 de mayo partió del mundo terrenal uno de los deportistas y mejor amigo valerano, hombre de arraigada tradición pueblerina, amable solidario, buen hijo, padre amoroso, hermano y mejor ciudadano, Rafael Darío Gamboa, o como sus amigos y conocidos le llamábamos…simplemente «mano negra».
Oriundo, como la mayoría de los trujillanos de lares campesinos, provisto de una amabilidad especial; de trato amable y siempre de buen humor, Darío se ganó el respeto de quienes le conocimos.
Desde muy joven le gustó el deporte; sin embargo, le ocurrió lo que a todos los entonces jóvenes de nuestra generación; nuestros padres no toleraba mucho vernos con un balón dando patadas y menos con un guante jugando caimaneras, porque eso era «vagabundería». Muchos de nosotros nos la arreglabamos a escondidas para poder practicar el deporte que nos gustaba y mejor aún, retozar junto a los amigos de muchachada.
Nuestro «mano negra» y sus hermanos Valdemar, Dalmiro y el recordado «hippie», no eran la excepción y como todos los chicos locales compartieron muchos momentos de la siempre inmarcesible «mocería» nuestra.
Tomar rumbos de madurez
Al llegar los años de madurez y responsabilidades de familia, por supuesto que cada quien asume su rol y se dedica a lo duro, sin embargo los hermanos Gamboa continuaron la práctica deportiva jugando para varios equipos, siendo «mano negra» un excelente receptor y Dalmiro otro excelso jugador, que alcanzaría excelente nivel en nuestra pelota suave, alternando con su profesión de docente, mientras Valdemar se dedicaría al ramo empresarial.
Darío, como lo expreso en este escrito, jamás tuvo un gesto desagradable, una palabra ofensiva o peyorativa contra nadie, y cuando se discutía algo sucedido en los partidos de softbol, siempre nos aliviaba con su eterna frase: «Claro que sí Roockie»…
Ese fue siempre Rafael Darío Gamboa; nuestro entrañable «mano negra», quien nos ha dejado luego de batallar por muchos años contra una enfermedad que lo había limitado en gran manera… Darío no dejo de luchar, porque amaba la vida, amaba profundamente su familia y a sus amigos.
Este hombre recio de carácter, pero de corazón noble y generoso no estará más con nosotros.
Nos queda el consuelo de haberlo conocido y compartido muchos momentos agradables a su lado.
Este 30 de mayo, será objeto de un homenaje en la cancha de Plata III, además de las honras póstuma a su memoria, antes de la inhumación de sus restos mortales.
A su señora esposa, a sus hermanos, hijos y nietos, vaya nuestra palabra de pesar y solidaridad en estos momentos tan aciagos. ¡Paz y mucha luz a su alma buena!
.