La Parca es una cosa seria y bien fea. Sin aviso y sin protesta de repente se lleva a quién uno menos piensa. Disfrazada de Covid 19 agarró las de Villadiego con el Doctor José Antonio Román. Hasta hace varios días fui su paciente y amigo.
Epidemiólogo, dermatólogo, eminente científico trujillano, reconocido más allá de nuestras fronteras, muy preocupado por la vacunación contra el coronavirus y la actual situación del país y las ironías de esta Viña del Señor, falleció a causa del mal que ha azotado a la humanidad. Era columnista muy leído del Diario de Los Andes.
En la misa dedicada a la Virgen del Coromoto en la iglesia San Juan Bautista, el Padre Walkelys Araujo, anunció el deceso de Román. Lo calificó de excelente profesional de la medicina y de un ser muy sensible, dado a servirle a los demás y de ello tengo testimonios de personas en su consultorio en la Clínica María Edelmira Araujo. Oí como una señora proveniente de la Zona Sur del Lago con dos pequeñas niñas comentaba: Unas vecinas me recomendaron al doctor Román como buen médico y solidario con el bolsillo. Un par de hermanas oriundas de La Puerta soltaron: Eso es verdad. Por ahí cobran tres y cuatro veces más que el doctor Román y él es tan cariñoso con sus pacientes, su trato es lo que más nos agrada.
Así era José Antonio Román, humilde, sencillo, ganaba para vivir con lo justo y necesario junto a su esposa Josefina Núñez de Román en un conjunto residencial frente al CC Plaza en Las Acacias. Sus padres ya fallecidos Rafael Ángel Román, comerciante y su madre, Mercedes González de Román, ama de casa, domiciliados en La Plazuela de la ciudad de Trujillo. Hijos, Juan José, José Luis y José Manuel. Ninguno es médico. Se aprestaba a pasar unos días en Perú con el primero de los nombrados, el segundo se encuentra en Trujillo y el tercero en los Estados Unidos. Dos nietos completan su raíz familiar.
A la hora de entregar cuentas al Señor rondaba los 82 años. Estudió primaria y bachillerato en Trujillo y se graduó de médico en la ilustre Universidad de Los Andes y de ahí se vino al Hospital Central donde comenzó su extensa carrera antes de marcharse hasta Argentina donde hizo la especialización. Hasta ahí llegaban los ejemplares de Diario de Los Andes que su tío, don Luis González le enviaba.
Recojo lo escrito por Raúl Díaz Castañeda “La muerte de Toño Román no solo enluta el bonito círculo de su hogar, su familia y amigos, sino a la ciudad toda, que con él pierde una alta y limpia voz de reclamo incansable para todos y un espíritu solidario que hizo de la bondad y la decencia el norte de su tránsito espiritual” .
Su figura con un bastón producto de una enfermedad en la columna que lo aquejaba desde hace varios años producto de los achaques del tiempo será extrañada por los pasillos de la MEA, sin embargo perdurará para siempre entre sus pacientes, colegas y amigos.
Lo vi por última vez a finales de julio. Me despidió con un “estás listo” y me dio una nueva cita la cual quedó pendiente por su inesperada y sentida desaparición física. Ese encuentro mi apreciado Román lo dejaremos para más allá de los linderos terrenales, si Dios y la Virgen lo permiten.
Adiós amigo.
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