Hugo Delfín/DLA.-El 7 de marzo es un día que quedará tatuado en la piel de todos los venezolanos, un recuerdo imborrable de cómo vivimos esos momentos en la oscuridad y con la incertidumbre de cuánto tiempo duraría, el estado Trujillo fue uno de los más afectados, uno de los últimos en reponer su servicio eléctrico, pero ¿cómo lo vivieron los trujillanos? estas son algunas historias que sucedieron en nuestra ciudad en esos 5 días sin servicio de electricidad.
En cola e intoxicado
La historia de Eduardo Rojas es muy parecida a la que muchos vivimos, el apagón lo sorprendió en su casa, después de una jornada dura de trabajo, cuando de repente se fue la luz, después de tres horas llamó a su hermana que estaba en Mérida, tampoco tenía luz, además ella le contó que había podido contactar a una tía que estaba en el exterior y le decía que en twitter estaban informado que había un apagón nacional, Eduardo se temió lo peor. Esos días los pasó en una cola de gasolina cerca de su vivienda, las velas se acabaron rápidamente, cargaba los teléfonos en el carro, y se intoxicó con un queso de cabra que había comido, estuvo vomitando como no lo hacía desde hace mucho tiempo, además recuerda lo mal que la paso al no poder beber agua fría. Durante la cola, escuchaba de fondo la emisora del gobierno puesto que era la única que servía, sin embargo había momentos en que prefería el bullicio de las plantas eléctricas de fondo.
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Mantenerse fuerte y hacer milagros
Para Teresa Araujo esos días fueron eternos, a diferencia de sus vecinos casi no perdió comida, pues tenía muy poca en la nevera, resolver los platillos era una proeza, tenía que alimentar a su familia a toda costa, preparaba nada más dos comidas diarias, hacia milagros, mandaba a sus hijos a despertarse al mediodía para no tener que preparar desayuno, los huevos eran una comida indispensable, puesto que no necesitan refrigeración y pueden combinarse con todo. El olor a carne estuvo impregnado en el aire durante todos esos días, sus vecinos no paraban de hacer parrillas para no perder la carne. Ella se informó del apagón gracias a la radio, se iba al carro con sus hijos y esposo para escuchar qué era lo que había pasado, cuenta que sus hijos la pasaron realmente mal, y eso la estresó mucho, los últimos días no tenía ganas de levantarse, pero tenía que demostrar que todo estaba bien, llamaba a su madre constantemente que estaba sola en timones, y a sus hermanas que están fuera del país. De noche iba con su esposo a recoger agua, puesto que la bomba del edificio no servía por falta de electricidad, cuando llegó la luz sintió un gran alivio, sentía que había pasado una semana sin luz. No lo podía creer.
Cumpleaños feliz, o no tanto
Si cumplir un 25 de diciembre suele ser malo, puesto que nadie se acuerda y los regalos son pocos, imagínate cumplir años en medio del apagón más largo de la historia del país, ese fue el caso de María Flores que cumplió el 10 de marzo, ella desde hace un tiempo había preparado una fiesta con sus amigos y familiares, pidió e imploró que la luz llegara para poder celebrar sus 20 años como dios manda, pero no pudo ser así, todos sus amigos se olvidaron de su existencia, puesto que no tenían ni pies ni cabeza para celebrar en medio de la situación que estaban viviendo. Su madre le preparó una torta para calmar su tristezas, sin embargo después de que llegó la luz sus amigos le hicieron una sorpresa y le compensaron la espantada.
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La boda siempre debe continuar
Aunque no lo crean durante esa fecha hubo cosas que festejar con alegría y emoción, Adriana Ferrini celebró su boda el día 9 de marzo, al tercer día del apagón. A pesar de la situación nunca consideró en posponer la fecha, ella confiaba en que si se tenía que dar se daría, y así fue, llevarlo a cabo supuso de una tarea titánica, su ceremonia fue en medio de una marcha de la oposición y una concentración del oficialismo, en la catedral, el padre apenas pudo dar la misa, su vestido de novia tuvo que ser planchado con mil maniobras, el de maquillaje y el de peinado no aparecieron por ninguna lado y sus amigas tuvieron que improvisar sus peinados con gelatina, trenzas y moños. Durante la fiesta, que fue de día, los cócteles se sirvieron calientes puesto que su precio estaba en dólares y por las nubes, se tomaron las mil y un fotos, y comieron dulces a punto de dañarse; la gente pasó un buen rato y salvo por el calor, en su mundo, durante esas horas el apagón parecía que no estuviese pasando.