Sao Paulo, 6 mar (EFE).- Sao Paulo, el estado más rico y poblado de Brasil, inició este sábado el cierre de todos los negocios, salvo los de primera necesidad, durante las próximas semanas debido al grave repunte de casos y muertes por covid-19, las cuales han puesto su sistema sanitario al borde del colapso.
Con 46 millones de habitantes, el motor financiero del país fue el primer estado en imponer hace un año medidas más severas de confinamiento y aislamiento social y, con el gobernador Joao Doria a la cabeza, lideró la implementación de la primera vacuna, pero aún así se mantiene como la región más afectada en números absolutos.
De los casi 10,9 millones de casos confirmados y las más de 262.000 muertes que registra Brasil desde el inicio de la pandemia a finales de febrero de 2020, Sao Paulo acumula más de 2 millones de contagios (equivalentes a un 19,25 % del total) y superó los 61.000 fallecimientos (23,23 %) por el coronavirus.
Ahora, sin los hospitales de campaña que fueron instalados en la primera ola de la pandemia, la mayoría de estados siguió a Sao Paulo y decretó medidas restrictivas a la circulación, como el toque de queda aplicado en Ceará y Bahía y el cierre de las actividades en horario nocturno en Pernambuco, los tres en la región noreste.
La mayoría de los estados tienen un índice de ocupación de las camas en las unidades de cuidados intensivos (UCI) superior al 70 % y en casos más graves, como Sao Paulo, Río de Janeiro y Minas Gerais -en la región sureste y a su vez los tres más poblados del país- y Amazonas (norte) ya se superó el 90 %.
«Estamos en Brasil y en Sao Paulo al borde de un colapso sanitario», afirmó el miércoles pasado el gobernador Doria en una rueda de prensa al anunciar las nuevas medidas.
PROTESTAS CONTRA LAS MEDIDAS
La fase roja del programa de confinamiento de Sao Paulo es la más restrictiva de todas y en ella sólo se permite el funcionamiento de los establecimientos esenciales, como supermercados, farmacias, transportes colectivos y puestos de gasolina, entre otros.
Sin embargo, a pesar de la finalidad para contener el letal avance de la pandemia, que llegó en los últimos días a registrar una persona muerta por la covid-19 en menos de un minuto, récords diarios de fallecimientos y mantener un alto promedio en los últimos días, se han levantado en el país voces contra las medidas.
El gremio de los camioneros protestó el viernes en una importante autopista de Sao Paulo y manifestantes, la mayoría sin mascarilla, salieron a la céntrica Avenida Paulista, considerada como el corazón financiero de Brasil, para criticar las medidas de Doria.
Los camioneros y los movimientos contrarios a esas restricciones tienen el respaldo del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, uno de los líderes mundiales más escépticos frente a la gravedad de la pandemia y quien esta semana, a pesar de los récords de muertes, ha criticado a los gobernadores por adoptar ese tipo de medidas.
«Basta de ser quisquillosos, de mimimi, ¿vamos a llorar hasta cuándo?», se preguntó el jefe de Estado de forma airada, en el peor momento de la pandemia.
VACUNACIÓN LENTA
A pesar de que el país puede garantizar la producción propia de los inmunizantes Coronavac, del laboratorio chino Sinovac en el Instituto Butantan de Sao Paulo, y Covishield, del anglo-sueco AstraZeneca y la universidad británica de Oxford en el estatal Fiocruz, la falta de vacunas ha superado la demanda de las mismas.
La suspensión de la primera dosis en algunos estados y las kilométricas filas de los ancianos en busca de la vacuna, como se vivió el viernes en Río de Janeiro, han acelerado las negociaciones del Gobierno por más inmunizantes.
Bolsonaro, que llegó a llamar despectivamente la vacuna china como la de «aquel país» y desautorizó una compra inicial de la misma por parte del Ministerio de Salud, tuvo que revertir su posición y terminó adquiriendo la totalidad de las 100 millones de Coronavac importadas y producidas en Sao Paulo.
La demora de insumos para la Covishield hizo también que el Gobierno importara 4 millones de dosis del inmunizante producidas en India.
El Ministerio de Salud avanzó esta semana en las negociaciones para la compra de las vacunas de la farmacéutica belga Jansen, filial europea de la multinacional Johnson & Johnson, y del consorcio germano-estadounidense Pfizer-BioNTech, la única aprobada con registro definitivo por las autoridades reguladoras del país.
Existen también negociaciones por las vacunas Covaxin, el laboratorio indio Bharat Biotech, y Sputnik V, del instituto ruso Gamaleya.