Santa Ana de Trujillo, Bolívar, Morillo, Armisticio, Sucre y el DIH

Isaías A. Márquez Díaz

 

Paradójicamente, en momentos de una guerra vesánica ante la reticencia del dominio español, cuando parecía difícil transarse de forma alguna por el cese de las hostilidades, la Providencia Divina dispensadora de toda iniciativa por el bien de la humanidad prodigó su influjo milagroso sobre las mentes preclaras de Bolívar y Sucre para la concreción y/o consumación de un acto de trascendencia en la defensa y promoción de los DDHH al suscribirse el Tratado de Regularización de la Guerra o Armisticio entre las partes beligerantes: la Corona española y la Gran Colombia, acto que se trealizó en Santa Ana de Trujillo mediante el encuentro Bolívar/Morillo en dicha localidad a unos 1650 m de altitud, donde respaldaron el Tratado de Armisticio y Regularización de la Guerra, el 27/11/1820, en los términos y condiciones que Sucre negoció, según órdenes estrictas y expresas del Libertador; de relevancia jurídica, ya que tales gestiones plenipotenciarias a cargo de Sucre redundaron en fuente y/o fundamento del Derecho Internacional Humanitario (DIH) actual; rama del Derecho internacional público.

Para entonces, un “emblema de piedad” que se firma tras unos nueve años de iniciada la guerra, y orilla la crisis de incertitud que motiva toda beligerancia. En este documento se acuerda, formalmente, entre otros, conducir la guerra “como pueblos civilizados”; honrando, sobre todo, a enfermos y heridos mediante su liberación. Se demarca área de combate y convienen una tregua de unos seis meses.

Rige al día siguiente de su firma, luego del abrazo célebre Bolívar/Morillo en Santa Ana de Trujillo, pues él deseaba, en verdad, tratarle personalmente. Ponderaba a los patriotas de gente formal.

 

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