Madrid, 24 feb (EFE).- El disco «Paco De Lucía: The Montreux Years» (BMG) se publica este viernes en todo el mundo con lo mejor del guitarrista español, fallecido en 2014, en ese festival suizo de jazz.
Allí llegó «acomplejado», recuerda su familia en declaraciones a EFE. «Él no sabía leer música como el resto de artistas», aunque con «temperamento y constancia» se hizo un hueco entre los grandes, como demuestra este disco.
«Que su publicación coincida con el 75º. aniversario de su nacimiento lo hace todo más especial. Es un regalo muy bonito, porque además de una grabación inédita para el público, cubre 30 años de carrera con los dos sextetos que lo acompañaron, sus compinches, como los llamaba», destaca su viuda, Gabriela Canseco.
«Paco De Lucía: The Montreux Years» es lo último de la serie «The Montreux Years», que previamente acogió con gran éxito de crítica y público actuaciones estelares de otros artistas que pasaron por aquel festival como Nina Simone o John McLaughlin.
«Para él, este disco hubiese sido muy importante, porque lo que más valoraba era la difusión del flamenco y esto eso lo hace a nivel internacional», apunta Canseco sobre un álbum que se edita con temas como «Solo Quiero», «El Tesorillo» o «Buana Buana King Kong».
Son siete cortes escogidos de entre las ocho visitas que hizo a Suiza el genial guitarrista, nacido en 1947, un periodo de 30 años desde su primera actuación, en 1984, hasta la última, en 2012.
«Eso permite apreciar su evolución, pero a la vez comprobar que tanto lo primero como lo último suena igual de trascendental, porque su música era así. Ni la del 84, siendo la más antigua, deja de ser más moderna», señala su sobrino Antonio Sánchez.
En Montreux, especialmente en aquellos primeros años, Paco de Lucía se codeó con lo más granado de la escena musical, como Miles Davis, del que fue vecino de camerino, o el productor Quincy Jones, con el que se fue de cena «porque se reía mucho con él».
Ni su viuda ni su sobrino se atreven a quedarse con ninguno de los momentos inmortalizados en este álbum, como tampoco lo habría hecho él. «Le daba valor a todo lo que hacía y odiaba cada una de sus actuaciones, pues sufría mucho por la perfección, como se ve en cada tema que está ahí», coinciden.
El disco constituye un tesoro no solo por su valor intrínseco, sino porque, desde su fallecimiento, ha sido muy escaso el material inédito del artista publicado. «Debe quedar algo de algún otro teatro que nos pueda dar más sorpresas así, pero solo material en vivo», precisa Canseco. «¡Ojalá hubiera algo más!», apostilla.