SACHER-MASOCH Y EL ‘MASOQUISMO’ | Por: Ernesto Rodríguez

 

Ernesto Rodríguez (ernestorodri49@gmail.com)

 

El psiquiatra alemán Richard von Krafft-Ebing (1840-1902), en su obra: ‘Psychopathia Sexualis’ (1886) describe lo que denominó ‘sadismo’ y ‘masoquismo’. Acuñó el término ‘masoquismo’ después de que el novelista austríaco Leopold R. von Sacher-Masoch (1836-1895) publicó su obra: ‘La Venus de las Pieles’ (1870), en la cual Severino siente placer al ser golpeado por Wanda.

Pero es importante citar fragmentos de una narración autobiográfica de Sacher-Masoch publicada en 1888 en un periódico francés: “Cuando era niño tenía predilección por lo ‘cruel’ en la ficción; al leer este tipo de narraciones sentía estremecimientos y sentimientos lascivos. Y sin embargo, yo era un alma compasiva incapaz de hacer daño ni a una mosca (…) devoraba las leyendas de los Santos; y me sumergía en un estado de excitación febril al leer los tormentos que sufrían los mártires. A la edad de diez años yo ya tenía una mujer ideal. Suspiraba por una pariente de mi padre – llamémosla Condesa Zenobia – la más bella mujer y también la más promiscua en la región. Sucedió la tarde de un sábado; nunca lo olvidaré. Yo había ido para jugar con los niños de ella (…) Mientras ella preparaba nuestro té, jugábamos al escondite; yo no sé qué diablo me impulsó a esconderme en el cuarto de Zenobia detrás de unas cortinas y poco después entró ella con un apuesto joven. Cerró la puerta y abrazó a su amante (…) mi corazón latía muy fuerte porque estaba consciente de mi situación: Si yo era descubierto me tomarían por un espía (…) De repente se abrió la puerta y entró su marido con dos amigos. Su rostro estaba rojo y sus ojos centelleaban con ira (…) Pero ella se levantó y le propinó un fuerte puñetazo en la nariz. Su marido se tambaleó mientras sangraba por la nariz y la boca. Pero ella no se quedó tranquila, buscó un látigo y blandiéndolo les mostró la puerta. Los caballeros escaparon contentos, incluyendo al joven admirador. En ese momento las malditas cortinas que me tapaban se cayeron y la furia de Madam Zenobia se volcó contra mí: ‘¿Estabas escondido, no es así? Yo te enseñaré a ser espía’. Traté de explicarle mi presencia en su cuarto pero fue inútil, pues ella me agarró por los pelos y me arrojó a la alfombra. Me puso su rodilla sobre mi hombro y me propinó fuertes latigazos. Yo apreté los dientes pero no pude evitar que me salieran las lágrimas por el dolor. Sin embargo, debo reconocer que al recibir los latigazos, sentía un agudo placer. Sin duda su marido tuvo más de una vez una sensación similar porque al poco tiempo regresó al cuarto, no como vengador, sino como un humilde esclavo (…) Esa experiencia quedó marcada en mi alma como si lo hubieran hecho con hierro candente (…) Mucho después lo analicé como un caso que inspiró mi novela ‘La Venus de las Pieles’. En primer lugar, adquirí conciencia de la misteriosa afinidad entre crueldad y lascivia, y luego, sobre la enemistad natural y odio entre hombre y mujer, que sólo se supera transitoriamente por el amor, pero reaparece con fuerza convirtiendo a un miembro de la pareja en martillo y al otro en yunque” (1).

De hecho, en las primeras páginas de ‘La Venus de las Pieles’, Wanda von Dunaiew le dice al señor Severino von Kusiemski: “El hombre y la mujer son enemigos por naturaleza (…) el que no sepa sojuzgar al otro será pronto pisoteado (…) La mujer que no hace del hombre su súbdito, su esclavo ¿Qué digo?, su juguete, y que no le traiciona riendo, es una loca (…) Cuanto más fácilmente se entrega la mujer, más frío e imperioso es el hombre. Pero cuanto más cruel e infiel le es, cuanta menos piedad le demuestre, más excita sus deseos, más la ama y la desea” (2)

Podemos preguntarnos: ¿Hay algo de verdad en lo que dice Sacher-Masoch sobre la relación entre hombre y mujer en algunas parejas?…¿Era innato (genético hereditario) el masoquismo de Sacher-Masoch ya que lo manifestó desde niño?.

Por otra parte, lo contrario al masoquismo ha sido el ‘sadismo’, término que proviene del escritor francés conocido como el Marqués de Sade (1740-1814). En fecha 3 de noviembre de 2021 publiqué en este diario un extenso artículo sobre el marqués de Sade titulado: ‘Sade y el sadismo’.

En efecto, el ‘sadismo’ tiene varias acepciones. Veamos las tres definiciones de sadismo que da un importante diccionario: “1) La obtención de satisfacción sexual, o la tendencia a obtener satisfacción sexual, al causar dolor físico o emocional a otras personas. 2) La obtención de placer, o la tendencia a obtener placer, por medio de la crueldad. 3) Crueldad extrema” (3).

Nótese que el sadismo y el masoquismo pueden darse entre dos personas, donde una es sádica y la otra es masoquista.

En la literatura ha sido frecuente presentar casos de masoquismo.

Por ejemplo, el novelista ruso Fedor Dostoievski (1821-1881) está considerado como uno de los autores que ha logrado penetrar con más agudeza en los más recónditos laberintos de la sique humana, y en varias de sus obras describe personajes que intencionalmente buscan ser maltratados.

Por ejemplo, en su conocida obra: ‘Los Hermanos Karamazov’ (1879-1880), Aliosha es sumamente bondadoso y piensa casarse con Lisa, pero ella decide romper el compromiso precisamente porque él es demasiado bueno y no la haría sufrir. En efecto, en una parte de la obra Lisa le dice: “Usted no sirve para marido (…) Deseo que alguien me torture, que se case conmigo y que luego me torture, que me engañe, que se vaya y me abandone. ¡No quiero ser feliz!” (4).

Más adelante, después de que Aliosha se va sorprendido por lo que ella le ha manifestado, Lisa se aplasta intencionalmente un dedo con una puerta: “Apenas Aliosha se hubo alejado, Lisa retiró el pasador, entreabrió la puerta, puso un dedo en la ranura y se lo aplastó cerrando con todas sus fuerzas. A los diez segundos poco más o menos, libre ya la mano, se dirigió silenciosa, lentamente, hacia su cama, se sentó, irguió el cuerpo y se puso a mirar con la mirada fija el dedito que se le había puesto algo negro y la sangre aplastada debajo de la uña. Los labios le temblaban y ella se decía para sus adentros: –¡soy vil, soy vil, soy vil!” (5).

En fin, quizás también hay diversas modalidades de masoquismo, y en alguna de sus formas, es posible que sea más frecuente de lo que se pudiera pensar.

 

NOTAS: (1) Pags. 166-167 en ‘Sexuality’. (Edited by Robert A. Nye). Oxford Univ. Press (1999). (2) Pags. 91-92 en ‘Sacher-Masoch. La Venus de las Pieles’. Introducción y Prólogo de Carlos Castilla del Pino. Alianza Editorial (1973). (3) Pag. 1531 en ‘The American Heritage Dictionary’. Hougton Mifflin Co (2000) (4) Cuarta Parte, Libro undécimo, Capítulo III titulado: ‘un diablillo’. (5) Ibid.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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