Poema a Sabana de Mendoza
Naciste como pendiente en un holocausto de la madre naturaleza,
el tiempo, la lluvia y el viento lentamente te convirtieron en belleza.
Así nació aquella franja al pie del monte andino,
adornada con ríos, sabanas y riachuelos y con un desarrollo hermoso y benigno.
Al principio indígenas vitichas muy bien descritos por Don Tulio Montilla,
luego el conquistador, la encomienda y el juicio de las herencias;
donde se involucró hasta la iglesia.
Transcurrió el tiempo con firme sentencia,
y los Hurtado de Mendoza recuperaron la tenencia,
es a partir de 1673 cuando nos cubre la imponencia de llevar el nombre del tataranieto del primer presidente de la independencia.
De la orilla del lago surgió el ferrocarril como empresa,
ya Sabana de Mendoza estaba planificada como emporio de riqueza.
Fueron años manejados por rieles, y donde su economía creció como mieles.
El pueblo no perdió vigencia al desaparecer el tren,
pues el mismo dio paso a una larga panamericana convertida en desarrollo del bien.
Hoy esta franja de asfalto,
nos pasa por el centro y nos pone en alto, para una economía próspera y un ambiente con olor a mastranto.
Su historia es poesía pura y hasta con una leyenda de espanto,
hoy tus hijos nos sentimos orgullosos de ser de la tierra de los encantos.
Poema al Trompillo
Vivir en El Trompillo es respirar la brisa de la Vichú/
Es escuchar el ronquido de su crecida y contemplar el canto de sus pájaros.
El Trompillo es árbol, vegetación y ternura de la madre naturaleza/
El olor a monte con el rocío da un perfume de realeza.
El Trompillo es historia geológica, allí descansa el piedemonte andino/
Fue el último testigo del cataclismo del portachuelo del Boquerón.
El Trompillo dejó de ser un potrero aposento de iguanas, venados y guacharacas/
Las guacamayas se mudaron, el colibrí viene de paseo y la paloma rabo blanca se fue con su nido al playón adentro.
Al Trompillo le quedó un aliado, el antiguo camino de los españoles, el que nos conduce a Casa Blanca, a Madre Vieja y a Tomoporo/
Del Trompillo nos quedó el recuerdo de los encantos y la entrada a los potreros del mudo Gilberto.
Al Trompillo llegó la civilización y la selva de concreto/
Atrás quedó el recuerdo de una infancia que se bañaba en sus pozos y corría por los camellones.
El día que nunca llegó
Esperé horas, días, meses y años sobre el origen de tu partida;
fueron noches de desvelos esperando una pista de tu ida.
El poema fue mi refugio, las letras mis acompañantes y la música mi suspiro;
una mesita de noche servía de asiento al verso y a la prosa, un viejo lápiz me guiaba el pulso como linterna alumbraba el párrafo.
La sombra de la soledad me animaba el espíritu, y las lágrimas corrían al encuentro del sentimiento.
La musa se arrastraba moribunda y agonizante, sólo un pájaro de negro plumaje anunciaba el luto de aquel día que nunca llegó.
Poema «El día que nunca llegó»
Esperé horas, días, meses y años sobre el origen de tú partida; fueron noches de desvelos una pista de la ida.
El poema fue mi refugio, las letras mis acompañantes y la música mí suspiro. Una mesita de noche servía de asiento al versos y la prosa, un viejo lápiz me guiaba el pulso, como linterna me alumbraba el párrafo.
Poema Al Compadre Emiro
Allá va el compadre Emiro directo a su parcela en Zaragoza/
Más de un saludo se encuentra al salir de la calle seis, donde habita y reposa.
Su caminar rapidito, su escupitaje de chimó y su costal en el hombro/
Lo identifican plenamente por ser un labriego de profundidad y sembrador.
Adiós compadre Emiro. Grita su vecino/
Mientras su ahijado se inclina y expresa con dulzura devoción, bendición padrino/
Ambos se topan en el camellón.
Ese tarajallo de ahijado ya está hecho un hombrón/.
Responde el padrino orgulloso de aquel tarajallón.
Así es compadre. Compadre Emiro como pasa el tiempo de su celebración/
Y nos recuerda aquel fiestón/, donde usted le coloco los santos olios/
Y hasta el agua bendita nos bebimos, pensando que era ron.
Ya para despedirse de aquellas familias de compadres y comadres/
Con un réquiem de versos y letanías la bendición les extendía/
Dios me los bendiga y la virgen me los cuide y con la señal de la santa cruz, se despedía.
Nota:
Todos estos poemas son de mi inspiración dedicados a Sabana de Mendoza
* Exconcejal