RUBÉN DARÍO: UNA LUMINARIA UNIVERSAL | Por: Embajador Jorge Valero*

 

Por: Embajador Jorge Valero*

En el bello y primaveral pueblo de San Pedro de Metapa, hoy Ciudad Darío, nació, el 18 de enero de 1867, Félix Rubén García Sarmiento, conocido como Rubén Darío.

Metapa proviene de la palabra náhuatl “metlalpan” que significa “sabana de piedra”. Entre 1623 y 1627 sacerdotes de la Órden de Los Mercedarios fundaron una reducción indígena que llamaron San Pedro de Metapa. Ubicada en tierras entre el Pacífico y el Atlántico donde habitaban tribus que, según crónicas que he revisado, se consideraban “enemigas de su Majestad” el Rey de España.

Su niñez transcurrió en León. Un biógrafo suyo, Edelberto Torres, señala que fue un lector precoz. “Fue un niño prodigio, a los tres años sabía leer”. En su infancia se apropió de libros como “El Quijote”, obras de Moratín; “Las Mil y Una Noches”; La Biblia; “Los Oficios de Cicerón” y “Corina” de Madame de Stael.

La poesía francesa influyó en Rubén Darío, en particular, los románticos, como Víctor Hugo. Llega también la influencia de los parnasianos Théophile Gautier, José Maria de Heredia, entre otros. Rubén Darío muestra admiración por los simbolistas, especialmente, Paul Verlaine.

Se nutre Rubén Darío no sólo de esas influencias. Bebe también en las grandes luminarias de la poesía española: Cervantes, Santa Teresa, Góngora, Francisco de Acevedo, Bécquer, Ramón de Campoamor.

Su mirada fue más allá. Aparecen Edgar Allan Poe, Lautréamont, Jose Martí, Emerson, Whitman.

Siendo el precursor del modernismo poético expresó: “El modernismo no es otra cosa que el verso y la prosa castellanos pasados por el fino tamiz del buen verso y la buena prosa francesa”.

Por lo dicho se colige que Rubén Darío se nutre de lo más encumbrado de la poesía universal. Su modernismo es un desarrollo intelectual de todos los aportes poéticos que se heredan de avanzadas culturas precedentes; una mirada renovadora hacia nuevos horizontes de la poesía universal.

Entre los libros más reconocidos de Rubén Darío podemos citar a “Azul (1888)”, “Prosas Profanas y Otros Poemas” (1896) y “Cantos de Vida y Esperanza” (1905). Se considera que “Azul” es la obra inicial del Modernismo Hispanoamericano. En ella el poeta muestra su insatisfacción ante la sociedad burguesa, lo que se refleja en el relato “El Rey Burgués”.

Para Rubén Darío la poesía es, sobre todo, música, con un gran cuidado del ritmo.

Él es el mejor exponente del modernismo. Adapta ritmos de las literaturas clásicas (grecorromanas) a la lírica hispánica.

Aunque el erotismo está en el centro de la poética de Rubén Darío, otros temas están presentes en su obra: escenarios exóticos más allá del tiempo y del espacio. Recurre a la mitología de la Antigua Grecia para apropiarse de sátiros, ninfas, centauros y otras figuras mitológicas.

No deja de lado, sin embargo, a las civilizaciones precolombinas. Él escribió:

 

“Si hay poesía en nuestra América, ella está en las cosas viejas, en Palenke y Utatlán, en el indio legendario y en el inca sensual y fino, y en el gran Moctezuma de la silla de oro”.

 

Fue Rubén Darío un poeta crítico de los males sociales y políticos de la sociedad de su tiempo. En su poema “Los Cisnes” reivindica la cultura hispánica ante el vasallaje imperialista de Estados Unidos. Se pregunta:

 

“¿Seremos entregados a los bárbaros fieros?

¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés?

¿Ya no hay nobles hidalgos ni bravos caballeros?

 ¿Callaremos ahora para llorar después?”.

 

Rubén Darío es considerado el iniciador y máximo exponente del movimiento hispánico modernista. Se estima que el punto de partida de esta corriente poética es el libro “Azul”. Es incuestionablemente el más influyente. Artífice de la adaptación  del alejandrino francés a la métrica española.

Desde que escribió “Prosas Profanas” se situó a la vanguardia de este nuevo movimiento literario. Inspiró a poetas notables como Antonio y Manuel Machado, Ramón del Valle-Inclán y Juan Ramón Jiménez.

En un prólogo a su antología titulado “Rubén Darío, Poesía”, editado por la Biblioteca Ayacucho, Barcelona, España, 1985, Angel Rama afirma que al poeta nicaragüense “…puede estimarsele el primer escritor, lato sensu, de Hispanoamérica”. Fue un poeta bohemio y genial, un intelectual riguroso y moderno dotado de una visión holística del hecho literario.

En su poema “Arrojos” da muestras de su gran sensibilidad social. Valora al poeta que:

 

“Vivió pobre en la miseria,

nadie lo oyó en su desgracia;

cuando fue a pedir limosna

lo arrojaron de una casa.

 

Después de que murió mendigo,

le elevaron una estatua..

¡Vivan los muertos, que no han

estómago ni quijadas!”

 

“Érase un cura tan pobre,

que daba grima mirar

sus zapatos descosidos

y su viejo balandrán

Érase casi un mendigo

que solía regalar

a los más pobres que él

con la mitad de su pan”.

 

En “Prosas Profanas” muestra su desprecio por la burguesía estadounidense. Expresó “…en nuestra América sobretodo, se necesitan los fecundadores del alma, los trabajadores, los vigorosos hacedores de hijos intelectuales.”

Tenía el poeta un hondo sentimiento libertario y soberanista. En su poema “A Roosevelt” declara:

 

“Eres los Estados Unidos,

eres el futuro invasor

de la América ingenua que tiene sangre indígena

que aún reza a Jesucristo y aún habla en español.”

 

Su patria, Nicaragua, estuvo también en su decir poético:

 

“Madre, que dar pudiste de tu vientre pequeño, tantas rubias bellezas y tropical tesoro, tanto lago de azures, tantas rosas de oro, tanta paloma dulce, tanto tigre zahareño”.

“Azul” influyó no sólo en América sino también en Europa. Con ese libro, según el clásico español Andrés González Blanco, “Rubén Darío comenzó a desentumecer la prosa”. Y también el verso. Darío juega un papel primordial en la difusión del modernismo.

 

No todos los círculos literarios, sin embargo, alabaron el modernismo de Rubén Darío. En Madrid, poetas congregados en torno a revistas como Gedeón (1895) y Gente Vieja (1900) despotricaron de su obra pues identificaban… “el modernismo con la degeneración y la decadencia mentales”. Se presentaba a los modernistas como “socialistas tabernarios, con queridas notorias y borrachos”.

Juan Ramón Jiménez, en cambio, declaraba que “Rubén Darío es el poeta más grande que tiene España”. Aunque en España–como se sabe–no había nacido el bardo.

Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez, tras su muerte, lo proclamaron “Capitán” y “Rey Siempre”.

Desde 1888 Rubén Darío utiliza el término “modernismo” para su obra. En el prólogo a su libro “Cantos de Vida y Esperanza” (1905) declara: “…el movimiento de libertad que me tocó iniciar en América se propagó hasta España, y tanto aquí como allí, el triunfo está logrado”.

 

Bendice Dios, al caro bardo Rubén Darío con todos tus mandamientos.

¡Te lo pido Señor!

Que el Santo bardo nos regala siempre

Un canto errante y una manada de sentimientos.

 

 

*Palabras del Embajador Jorge Valero, Jefe de la Misión de la República Bolivariana de Venezuela ante la Unión Europea, en el homenaje rendido al gran poeta Rubén Darío en la Embajada de Nicaragua en Bruselas. El acto se realizó en el marco del evento titulado “Noche de Poetas: 3 Poemas, 3 Poetas”, el 31 de enero de 2025.

 

 

 


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