París, 3 may (EFE).- El avance de la desinformación, que cada vez cobra más peso a través de campañas oficiales de propaganda que dificultan discernir la verdad de lo falso, ha marcado la dificultad que atraviesa la libertad de prensa en el mundo, según la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF).
En su clasificación anual de 2023, que evalúa la situación en 180 países, difundida hoy con motivo del Día Mundial de la Libertad de la Prensa, RSF destacó un retroceso en ese derecho a nivel general, con solo tres de cada diez países con una situación «satisfactoria».
Dentro de la volatilidad general, el secretario general de RSF, destacó el avance de 18 plazas de Brasil (puesto 92), ligado a la salida del poder del anterior presidente, el ultraderechista Jair Bolsonaro, o la caída de 31 de Senegal, que lideraba la clasificación en África.
«La inestabilidad es el efecto de una agresividad creciente del poder en numerosos países contra los periodistas en las redes sociales y en el mundo físico», agregó Deloire, quien resaltó la fragilidad de América Latina, una región con un índice de asesinatos de informadores equivalente al de los países en guerra.
«Para resistir (a esa violencia) son necesarios marcos legales sólidos que, en muchas ocasiones, no se han puesto en marcha» en América Latina, comentó Deloire a EFE.
El responsable de RSF apuntó también a las campañas de desinformación, que definió como «industria del simulacro».
IMPACTO NEGATIVO DE LA IA Y DE TWITTER
En ese contexto, el desarrollo de la Inteligencia Artificial generativa «ha sacudido al universo ya frágil de los medios» junto a actitudes como la de Elon Musk en Twitter, donde «ha llevado al extremo una lógica arbitraria y de censura», lo que pone de manifiesto «las arenas movedizas» en las que se mueve el periodismo.
Un campo de batalla, el de la desinformación, que se ha nutrido de la guerra de Ucrania, donde Rusia «puso en marcha en un tiempo récord un arsenal mediático» para difundir su discurso oficial, lo que ha hecho a ese país caer nueve plazas en la clasificación de RSF hasta el puesto 164.
Ese conflicto arrastra también a Ucrania, donde ejercer el oficio de periodista nunca ha sido tan difícil.
La situación de la libertad de prensa es «muy grave» en 31 países, «difícil» en 42, «problemática en 55 y solo en 52 es «buena» o «muy buena», casi todos ellos en Europa.
Noruega lidera la lista por séptimo año consecutivo, seguida por Irlanda, que se ha beneficiado del retroceso de Finlandia, donde dos periodistas condenados por revelación de secretos de Estado, y por Suecia, penalizada por una nueva ley que dificulta la confidencialidad de las fuentes.
ESTABILIDAD ENTRE LOS MALOS ALUMNOS
Más estable es la parte baja de una clasificación que sigue cerrando Corea del Norte, por delante de China, la mayor prisión para periodistas del mundo y una de las principales factorías de contenidos de propaganda, y Vietnam, que ha reforzado la persecución de reporteros y comentaristas independientes.
Entre las caídas destaca Estados Unidos, donde pese a la buena voluntad de la Administración del presidente, Joe Biden, el asesinato de dos periodistas ha impactado negativamente su posicionamiento (45).
La concentración de medios en manos de oligarcas en India y la creciente represión de periodistas en vísperas de las elecciones en Turquía han hecho caer a esos dos países a la zona de situación «muy grave», mientras que Irán prosiguió su descenso en medio de la respuesta del régimen a la muerte de la joven Mahsa Amini.
Importantes caídas también en Túnez, con el presidente Kais Saied «cada vez más autoritario» y Perú (pierde 33 puestos hasta el 110), «donde los periodistas pagan el precio de una inestabilidad persistente».
Las buenas noticias llegan del lado de países como Australia, que gana 12 plazas, o Malasia, que progresa 40.
El informe alerta de la situación de Alemania, que pierde cinco plazas en un año «récord» en actos violentos y detenciones de periodistas.