A diferencia de lo que se podría pensar cuando un evento de fútbol como la Copa América se juega en Brasil y se instala de principio a fin en Rio de Janeiro, no se ha visto esa combinación explosiva entre las playas de Ipanema y Copacabana, la samba y todo lo que despierta el balompié en este país.
La visita pone la fiesta
Si no fuera por las camisetas de las selecciones visitantes que llevan los fanáticos a todos los lugares turísticos, junto con sus cánticos alentadores, en Rio no pareciera que se estuviese disputando uno de los torneos más antiguos del mundo.
Cotidianidad y turismo
En esa ciudad la vida transcurre como si nada, todo cotidiano, con su agite de metrópoli mundial, el amplio flujo de turista extranjeros y locales a disfrutar de sus lugares más atractivos y emblemáticos.
Ambiente futbolístico en deuda
Aquí el color del fútbol y sus emociones han estado escasos o en están en deuda. No hay carteles, vallas, pancartas o actividades que inviten a las personas a participar o saber el día a día de esta Copa, la cual culmina el nueve de julio. Al contrario, pareciera que este certamen se desarrollara en una ciudad paralela que involucra solo el Maracaná y sus alrededores. El fútbol está en la ciudad, pero la ciudad no está en el fútbol.
Los hinchas visitantes, en ocaciones se confunden con los turistas y se involucran en esas actividades y los brasileños, salvo que juegue la ¨verde amarela¨, no se ven muy interesados.
Muchos periodistas así como aficionados que acostumbran a venir a eventos como este, comenta que la edición de la Copa America 2019 ha sido atípica, con poca difusión por parte del Comité Organizador y poca asistencia a los partidos, para un país como Brasil.
Ojalá que la dinámica cambie hoy con el entrenamiento enfrente la “canarinha” y acérrimo rival la Argentina de Messi, por el boleto a la gran final.