Ernesto Rodríguez (ernestorodri49@gmail.com)
Mi ópera favorita es ‘El Anillo de los Nibelungos’, del gran compositor alemán Richard Wagner (1813-1883).
Esa ópera consta de una tetralogía: ‘El Oro del Rin’ (1869), ‘Las Walkirias’ (1870), ‘Sigfrido’ (1876) y el ‘Ocaso de los Dioses’ (1876)…¿Quién no se entusiasma escuchando la Cabalgata de las Walkirias o la pieza cuando Sigfrido mata al dragón Fafner?…No obstante, una de las cosas más desagradables y sorprendentes es que autores capaces de componer obras tan extraordinarias hayan sido deleznables desde el punto de vista humano y moral.
En efecto, Wagner era desagradecido, utilizaba a los amigos conocidos, y consideraba que todos le debían prestar dinero, pero él nunca lo devolvía con la convicción de que “él era un genio musical”. Ciertamente fue un gran genio musical, pero el lector juzgará si tenía grandes valores humanos. Las citas, salvo las de las NOTAS 1, 2 y 3, las he tomado de la obra del erudito musicólogo español Fernando Argenta (1945-2013) titulada: ‘Los clásicos también pecan. La vida íntima de los grandes músicos’ (2001, Edit. Plaza & Janés).
Por otra parte, Wagner siempre trató de conquistar de manera obsesiva a todas las mujeres que conoció en su vida. Pero en 1864 trabó amistad con el Rey Ludwig II de Baviera (1845-1886) que fue Rey desde 1864 hasta 1886, y era claramente homosexual. Las cartas entre Wagner y ese Rey evidencian que tuvieron relaciones amorosas y que Wagner lo utilizó mucho para obtener beneficios personales.
Por otro lado, Wagner fue muy anti-semita. Por ejemplo, varios autores alemanes judíos como Berthold Auerbach (1812-1882) y Giacomo Meyerbeer (1791-1864) le demostraron mucha amistad y colaboración, pero él se portó de la manera más indecente con ellos. Por ejemplo, sobre Meyerbeer dijo que era un “vil banquero judío que tuvo la ocurrencia de meterse a escribir óperas”, o “ratero” (Pag. 316). En el año 1850 Wagner publicó su ensayo: ‘El Judaísmo en la Música’ en el cual despotrica de la manera de hablar de los judíos y los considera incapaces de tener sentimientos profundos. Pero su hijo Siegfrid (1869-1930) se oponía a las ideas antisemitas de su padre. En el año 1921 en el Festival de Bayreuth, uno de los patrocinadores era antisemita y no quiso contratar a músicos judíos y Siegfrid le escribió: “¿Sugiere usted que deberíamos expulsar a toda esta gente de nuestra patria? ¿Repudiarlos por la sola razón de ser judíos? ¿Es eso humano? ¿Es eso Cristiano?” (Pag. 317).
Los jerarcas nazis y Adolf Hítler (1889-1945) veneraban a Wagner y sus óperas, y la verdad sea dicha, son obras extraordinarias.
Por otro lado, Wagner participó durante su juventud en las revueltas revolucionarias de 1848-1849 en Alemania, se asoció estrechamente con el anarquista ruso Mijail Bakunin (1814-1876) y en 1849 Wagner publicó su ensayo ‘La Revolución’.
Diversos autores han considerado que en varias de sus obras hay planteamientos libertarios. Por ejemplo, sobre su obra ‘El Anillo de los Nibelungos’ el autor alemán Kurt Pahlen (1907-2003) dice: “Las ideas fundamentales tienen tanta actualidad hoy como en la época de Wagner: La ambición de poder y el amor son excluyentes. Nadie puede rendir tributo a ambos al mismo tiempo. Las posesiones y la acumulación de riquezas hacen al hombre perezoso y malo, matan sus mejores cualidades; sólo quien no conoce el temor y las ataduras materiales puede llegar a la verdadera libertad, puede despreciar el oro y vivir sólo para el amor” (1).
El autor irlandés George Bernard Shaw (1856-1950) en su obra: ‘El Perfecto Wagneriano’ (1899) interpreta esa obra desde un punto de vista político y ve en los gigantes al paciente proletariado, en los Nibelungos a los empresarios capitalistas llenos de ambición, en los dioses a los intelectuales. Sólo un personaje puede destruir ese orden general: El “Héroe Libre”, el anarquista Sigfrido, que está libre de todas las ataduras.
Por otro lado, el caso del trato entre Wagner y el gran filósofo alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900) merece atención especial.
Se conocieron en Leipzig el 2 de noviembre de 1868 y desde entonces Nietzsche lo visitó con frecuencia y sintió una gran idolatría hacia Wagner. Pero Nietzsche había contraído sífilis en un burdel de Colonia en 1865 y desde entonces empezó a sufrir un creciente deterioro de su salud física y mental.
El reconocido escritor y académico estadounidense James Miller (nac. 1947) refiere que Wagner tenía un trato muy cercano con el médico que trataba a Nietzsche, y le dijo que esos problemas de salud que cada vez se agravaban más, se debían a “perversiones antinaturales con alusión a pederastia” (2). Asimismo, el notable filósofo británico Simon Critchley (nac. 1960) refiere que Wagner le dijo a ese médico que una de las causas de las enfermedades crecientes de Nietzsche era: “que se masturbaba excesivamente” (3).
No obstante, quizás estas cosas que dijo Wagner al médico eran calumnias mal intencionadas contra una persona que lo admiraba muchísimo. El hecho cierto es que cuando Nietzsche se enteró de lo que dijo Wagner a su médico se decepcionó horriblemente de su ídolo.
En fin, Wagner indudablemente fue un genio musical, pero como persona dejaba mucho que desear.
NOTAS: (1) Pags. 529-530 en Kurt Pahlen (1995) ‘Diccionario de la Ópera’. Emecé Editores. España (2) Pag. 334 en James Miller (2011) ‘Examined Lives. From Socrates to Nietzsche’. Farrar, Straus and Giroux. New York. (3) Pags. 187-188 en Simon Critchley (2008) ‘The Book of Dead Philosophers’. Random House, Inc. New York