Retrocedemos como el cangrejo, pero todo no se ha perdido… | Por: Francisco Graterol Vargas

 

En la memoria de los trujillanos queda como un grato recuerdo cuando en el Pájaro de Acero que llegaba al aeropuerto “Antonio Nicolás Briceño” con la firma de Aeropostal podíamos desplazarnos en un santiamén hacia la gran Caracas.  La aceptación y necesidad de estos vuelos fue de tanto éxito que  fueron habilitados horarios mañana y tarde. Hoy el terminal aéreo es una mole de concreto, refugio de toda clase de alimañas que pululan por ahí.

Rondaba los 13 años. Más o menos esa edad. Éramos parte de un grupo de mozalbetes residentes en La Hoyada que llegábamos hasta los piñales de “ Chico “ Peña en las adyacencias del aeropuerto. En un saco metíamos las piñas que podíamos y la carrera era hasta el mercado municipal valerano. Con la venta del producto comprábamos  historietas en los cines Landia y el Teatro Valera, además de ver por lo menos las películas de las 10  y 3 de la tarde. Hasta media noche leyendo El Charrito de Oro, Santo, el Enmascarado de Plata o a cualquier otro superhéroe hasta que llegaba mi papá, José de la Rosa, “ Vamos muchacho, a dormir, deje algo para mañana”. Diría que así nació mi afición por la lectura. Esa es otra historia.

Volviendo al aeropuerto ahí está como símbolo de la desidia el ANB. Inerte. Paralizado. Rodeado de iguanas, culebras, arañas y pare de contar. Increíble pero cierto. En Maracay acaban de poner en funcionamiento un terminal aéreo de descarga para impulsar el desarrollo de esa zona central del país.

Hay otros ejemplos palpables de que en Trujillo hemos retrocedido como el cangrejo. Veamos, Sin ir muy lejos. El Central Azucarero de Motatán,  el cual servía para que la mayoría de la población de la tierra de la piña,  caña y el tambor tuvieran un medio de sustento y saliera en época de zafra el producto a otras regiones más allá de los linderos trujillanos.  Un día la gran humarada que dejaba la chimenea del central se apagó para no prenderse más hasta el sol de hoy.

Cemento Andino brilló con luz propia. Una de las principales plantas cementeras de nuestra Venezuela. Gandola sobre gandola del producto emergían hacia otros destinos incluyendo la hermana república de Colombia. Metió la mano el gobierno, y adiós luz que te fuistes.

En la Zona Industrial hay otras dos insignias del Trujillo pasado, de ese Trujillo de esplendor y de esperanza. Uno de altos quilates. La fábrica de vidrios. Favianca. Palpamos muy cerquita lo que fue esta empresa dada nuestra responsabilidad en Diario de Los Andes, desde ahí orgullosamente presenciábamos el ajetreo constante. El ir y venir de maquinas pesadas que emergían de Favianca, ahora un elefante rojo más. Van cuatro pelagatos a hacer acto de presencia, a cobrar su salario muy devaluado y quizás hasta a jugar una partida de dominó.

Hablen con cualquier campesino, productor  y nombren a Agroisleña. Había asistencia técnica y crediticia para todos los trujillanos que acudían a esa empresa.  Da pena ajena la suerte de Agroisleña. La nueva versión fue un fracaso. Agroisleña también vecina en la ZI.

Estos ejemplos citados por quien escribe  demuestran que hemos retrocedido como el cangrejo. Ni hablar de la calidad de vida de los trujillanos que hoy sufrimos  de servicios públicos ineficientes tan importantes como el agua, gas licuado, transporte, gasolina, aseo urbano, entre otros. Desde distintos rincones de la geografía regional casi a diario “ Juan Pueblito” tiene que salir a la calle a protestar para  ver si les llega un camión cisterna aunque sea o los surten del gas para nada más hablar de estas dos necesidades muy vitales para la subsistencia humana.

¿Está todo perdido?.  Jamás hay que tirar la toalla.  Y menos después de escuchar a Eladio Muchacho Unda  en Contraseña, donde puso el dedo en la llaga.  Un nuevo sol puede salir para todos con esa dirigencia nueva  que debe centrarse en servir al pueblo. Es  a sus electores a quienes les deben agradecer estar hoy  como líderes en su región y no a nombres y apellidos de una casta política que por sus mezquinos intereses no supieron interpretar el momento histórico que se les estaba presentando  el 21 de noviembre. Las consecuencias son visibles. A la prueba nos remitimos.

Esa camada  de líderes locales junto a una Sociedad civil donde hay valioso hombres y mujeres listos para tomar la batuta  son la esperanza de que no todo esté perdido.  Sin descartar la posibilidad de que quienes representan al gobierno entiendan que ellos también pueden ser piezas claves en ese Trujillo que todos deseamos. Tirios y troyanos, están llamados a  dar un paso adelante por el  Trujillo que todos hemos soñado.

¡Si se puede!

 

 

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