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Retomando la parte positiva de la prehistoria de la relación con EEUU como vecino del mismo continente | Por: Frank Bracho

por Redacción Web
23/09/2025
Reading Time: 9 mins read
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*Frank Bracho / Pre Final de este 19S del 2025

 

El contexto:
Al igual que las relaciones a nivel personal humano, la historia fraternal de las relaciones entre las naciones no depende de un tamaño territorial ni de los recursos materiales, sino de raíces intangibles conectadas con la ancestral historia, geografía y cultura (!!) – Y siempre en base a los más altos valores éticos, que nos hacen sentirnos naturalmente solidarios como congéneres!!

Ciertamente, que uno puede «recordar lo no tan bueno», como aquella advertencia en la campaña independentista de Bolívar de que: «Los EEUU parecen destinados por la Providencia a plagar a la América de miserias en nombre de la Libertad»!… El celo de los indígenas tipo arawako de mantener a sus naturales adversarios los caribes a raya en el Mar contiguo… La preferencia del prócer Miranda a apoyarse más en los ingleses y franceses que en ‘los gringos’… O el historial de Realpolitik en que devinieron los pragmáticos próceres norteamericanos… Resultante en el apoyo a ‘gobiernos autocráticos dictatoriales’, o de ‘guerras’ en nuestro lado, por pecuniarias razones económicas ó terrófagas!!

Por ejemplo, EEUU ‘le quitó’ a México cerca de la mitad de su territorio (!) … Pero también es cierto que éste heredó dicho gran espacio del «imperio español» – el cual, a su vez, «se lo arrebató» a los diversos pueblos indígenas precolombinos a lo largo del mismo (!) – quienes ciertamente no estuvieron nunca «pintados en la pared»!

…Por todo lo cual, es vano venir a desconocer ahora toda dicha historia, con trasnochadas «magas» o «monroísmos» – Como si ‘los del al Sur del Río Grande’ – o ‘al Oeste del Missisipi’ no contáramos (!)

…La compartida historia suele ser terca o imborrable!!

Así como lo anterior «no tan bueno» debe ser tenido en cuenta, también «lo más bueno» asimismo debería serlo!: Ver ‘Más lo que nos une – usualmente Lo Mayor – que lo que nos diferencia’! – ha de ser nuestra ‘divisa’! …Para la Convivencia más sana y mutuamente provechosa!!

…El quedarse ‘sólo en la conflictidera a ultranza’, sólo por ‘las diferencias’, en un perenne «ojo por ojo, y diente por diente», terminaría haciéndonos a todos ciegos o sin boca!! – como decía Gandhi!!

Pero, repetimos, Ello ha de Ser en base a los Altos Valores compartidos!!

 

Invocando Lo Mejor:
…Hubo también ‘fraternidades secretas norte-sur solidarias’, pro-Libertad, como la de los ilustrados masones de aquella época – que jugaron ‘un papel clave’ en ‘los comunes logros independentistas de aquellos decadentes imperios europeos’!

…Lazos de los cuales, fluyó la singular admiración mutua que se tuvieron Washington y Bolívar (aunque este último terminó definiéndose, por un catolicismo de enraizamiento en nuestra geografía – siguiendo los pasos de Humboldt – a quien Bolívar llamó «el verdadero descubridor del Continente» – más que Colón!)… Así como el que Miranda fuese llevado a ‘alistarse’ bajo las filas patriotas en EEUU – a sabiendas que se trataba de «una lucha común»!

Por otro lado, los mismos arawako y caribes que ‘se peleaban’ a veces entre sí, poblaron entonces, ambos, el Sur de la hoy Península de la Florida – Quizás respondiendo a una natural conciencia de que se trataba de nuestro propio de sur a norte «Mare Nostrum» (como lo ha sido el Mediterráneo para el Sur de Europa y el Norte de África – y aun para el mismo Oriente Medio!)

…La misma ‘descubridora cultura española’ ya traía dentro de sus genes «un gran bagaje multicultural de convivial plenitud» – de El Andaluz (musulmanes árabes del Medio Oriente y África, eslavos, cristianos y judíos, juntos!), que había reinado en la Península Ibérica por casi 8 siglos! …O quizás, asimismo, en una subconsciente acogida de ver al entero común continente americano como ‘una misma tierra de gracia AbyaYala’! – que ‘vieron’ los nativos Kuna del Hoy Panamá (la cual Bolívar también ‘envisionó’ como ‘el Istmo Corintio para los griegos’!)

…Para no hablar de ‘las históricamente emprendedoras minorías hispano-parlantes’ dentro de esa ‘tierra de inmigrantes por excelencia’ que ha sido el – ‘a sangre y fuego’ – anglo-sajón EEUU de Hoy!! (…La común Madonna de «La Inmaculada Concepción» ha literalmente ‘latido’ también como ‘Patrona’ a ambos lados del ‘Río Grande’…!)

Sería, pues, muy injusto no reconocer que también hubo tal tipo de “natural hermandad” entre el Norte y el Sur del Continente en aquellos primeros años de la gesta independentista – y aún tiempo después… en otras épocas de ‘buenos logros’ en la relación continental!

En verdad, hubo un intercambio significativo de estímulo mutuo en los primeros años entre los patriotas del Norte y del Sur; en el cual los norteamericanos, por ‘su éxito pionero’ (recordemos que su Declaración de Independencia tuvo lugar en 1776 – previa a las proclamaciones en el Sur).

Dicho intercambio incluyó no sólo la forma tan atenta en que los insurgentes sureños estudiaron el admirable «manifiesto independentista norteamericano» y el proceso que llevó al mismo, sino también el apoyo táctico, propagandístico y moral que ambos grupos se dieron en determinadas instancias, en ‘una común red insurgente’!

 

Invocando el Washingtonianismo y el Bolivarianismo juntos, como Indicativo

En base a la evidencia documentaria presentada en el libro de Antonio Maya titulado “Influencia de Estados Unidos en la Independencia de Venezuela” (Ministerio de la Defensa, Caracas, 1978), cabe recordar los siguientes testimonios elocuentes que hablan por sí solos. Los mismos se refieren mayormente al respeto y reconocimiento mutuo que existieron entre el Washingtonianismo y el Bolivarianismo… y afianzan el alegato de que “tuvieron que ver entre sí mucho más de lo que nos imaginamos”.

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Los herederos de George Washington tuvieron a bien obsequiarle a Bolívar en 1825 una preciada pintura-retrato del prócer norteamericano luego del fallecimiento de éste (que contenía además un mechón de su cabello). Se trató de un reconocimiento muy especial a Bolívar. Así lo evidencian los siguientes términos de la carta del 1ro de septiembre de 1825 que el prestigioso patriota norteamericano y estrecho colaborador de Washington, el General Lafayette, encargado de remitirle a Bolívar el retrato, dirigiera a nuestro Libertador:

“…Yo tengo la dicha de pensar que, de todos los hombres de la Historia, el General Bolívar es él solo a quien mi Paternal Amigo (Washington) habría preferido hacerle este obsequio. Qué más puedo decirle yo al Gran Ciudadano a quien la América Meridional ha saludado con el nombre de ‘Libertador’, que le han confirmado los dos mundos?”

El mencionado obsequio a Bolívar reposa en las arcas de exhibición del Banco Central de Venezuela, en compañía de otras preciadas piezas de la historia nacional.

Bolívar, al tener noticias anticipadas del gesto, y aun sin haber recibido el envío en vista de los problemas de distancia y movilidad de aquellos tiempos, se apresuró a responderle a Lafayette el 20 de marzo de 1826, desde Lima:

“…He sabido con un gozo inexplicable que habéis tenido la bondad de honrarme con un tesoro procedente de Mount Vernon (el sitio que fuese la residencia de Washington): El retrato de Washington, algunos de sus restos venerables y uno de los monumentos de su gloria, deben presentárseme por vuestras manos en nombre de los hermanos del Gran Ciudadano, del Hijo primogénito del Nuevo Mundo… No hay palabras para expresar el gran valor que tiene en mi Corazón este presente y sus consideraciones tan gloriosas para mí.”

Pero si el anterior intercambio es revelador, también lo fue el de las palabras que posteriormente le dirigiera Bolívar, el 16 de noviembre del mismo año 1826, al primer representante diplomático acreditado por los Estados Unidos ante la Gran Colombia, Mr. Beaufort T. Watts:

“…Los Estados Unidos de Norteamérica fueron los primeros que tuvieron un plenipotenciario en Colombia, cuanto que ellos han sido, y son el pueblo modelo: ellos que reúnen la mayor suma de dicha social al poder que da el orden, al poder que da la libertad. Los Estados Unidos, hijos de Inglaterra, fueron los primeros que nos enseñaron el sendero de la independencia, y esta tierra cifra su dicha en imitar los ejemplos de gloria, de libertad y de virtud que recibe de los Estados Unidos. La Gran Colombia los aprecia como los más saludables consejos.”

Y en la misma ocasión, insistía en expresar su aprecio por el obsequio de los herederos de Washington:

“…Debo expresar aquí mi gratitud personal por el inapreciable don que me ha hecho la familia augusta de Washington, del retrato del más santo de los hombres: presente inestimable que conservaré siempre en mi pecho, y que siempre me dará lecciones de moderación y de amor a la patria.”

Formalidades y lenguaje político-diplomático aparte, no hay duda de que los dos testimonios anteriores son de elocuente gran valor histórico. Tanto por lo que en esencia dicen, como por la honestidad de sus portavoces. Y fueron además respaldados por el telón de fondo de todos los hechos antes aludidos.

De modo, pues, que en relación a las pretendidas empecinadas diatribas guerreristas de algunos en los últimos tiempos, cabe decir que: “Ni tan calvo, ni con dos pelucas”; ni un extremo, ni otro. Y, sobre todo, cabe repudiar todo maniqueísmo o manipulación de la historia para fomentar la confrontación a ultranza… el “blanco o el negro”.

Cuando de lo que se trata es de valorar todos los aspectos, y sobre todo buscar la cooperación más que la confrontación.

“La historia humana es mucho más que lo que las afiebradas luchas por el poder han pretendido que sea.” Las luchas, viejas o nuevas, vengan del norte o del sur del mundo.

No ha sido sólo una historia de batallas –como a veces pareciera que se nos quisiera hacer ver. También ha habido cooperación y beneficios mutuos.

El mismo Bolívar, luego de tantos años dedicados al combate incansable, hacia el final de su vida, seguramente ya curtido y más sabio por todo lo vivido, prefirió dejarnos la siguiente reflexión en relación a los frutos del guerrerismo:

“De la Paz se deben esperar todos los bienes, y de la guerra nada más que desastres… lo que se destruye es inútil a todos.”

Fue, pues, mucho más grande el Bolívar estadista del discurso de Angostura que el de “la espada que camina por América Latina”.

 

En conclusión:
Es bueno que los pueblos no olviden lo anterior. Ante la amenaza de líderes cuyo principal oficio o vocación pueda ser la de la perenne lucha, la de la confrontación fratricida y suicida –o los cruentos delitos a los demás como principal curso de su proceder.

Lo que ha terminado con frecuencia en: “Dicho tipo de líderes rústicos poniendo las guerras (!), y los pueblos poniendo los muertos.”

“Solo la Verdad y la Justicia nos harán realmente libres –en forma duradera.”

Hay que estar, pues, alertas y movilizados, a fin de prevenir ominosos hechos mayores, a la postre funestos para todos (humanos y vida silvestre natural como tal).

Los pueblos y la naturaleza están cansados de tanta violencia y conflicto. Y claman por un nuevo liderazgo participativo que se centre en la resolución constructiva, lo más pacífica y sustentable posible, de los conflictos… Para el forjamiento de una Paz y Cooperación duraderas.

Y un liderazgo que honre lo anterior cabalmente: en la acción, la palabra y el pensamiento, y la dolosa inacción u omisión. En la Verdad y la Justicia.

Una genuina e integral Paz. Como la del Jesús Resucitado cuyo principal saludo fue el de Shalom Shalom… la Paz de Nuestra Gospa de Medjugore –en la balcánica región crisol de Europa… o de la gran Señora de la Paz en nuestro Trujillo Posible –oráculo de origen también de nuestro santo sanador pacifista el Dr. José Gregorio Hernández –a lo San Francisco de Asís– y quien pronto será formalmente ungido a los altares mundiales.

O la tierra de gracia continental Abya Yala que visionaron los Kuna y Bolívar desde Panamá –como ejemplo para el mundo.

Es en efecto lo que estuvo en las más altas miras de aquella, en verdad común, gesta independentista al Norte y Sur del Continente… En un espacio común: el “Nuevo Mundo” compartido al cual aludió Bolívar en su antes citada carta a Lafayette. Un espacio-continente común, don de Dios y la Geografía, que desde la propia diversidad del mundo indígena precolombino –entonces con medios de comunicación más limitados que los de los posteriores europeo-descendientes– en efecto ya había sido reconocido con nombres como Abya Yala –Tierra de Gracia.

Un reto y oportunidad de una “Unidad en la diversidad”, pues, para líderes grandes, para verdaderos líderes-estadistas.

Esa inicial hermandad e identidad respetuosa entre Washington y Bolívar, pues, debe ser evocada hoy afirmativamente… así como enriquecida y mejorada… a pesar de la estrechez de los actuales líderes para entenderla en toda su significación o promesa… e incluso por encima de ellos.

 

*Ex Embajador de Venezuela en la India, y autor del libro “Leyes del Orden Natural y Autodeterminación Humana”, Editorial Texto / Ediciones Vivir Mejor, Caracas, 2001

 


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