Resiliencia y ‘optimismo trágico’ ante las grandes dificultades | Por: Ernesto Rodríguez

En nuestro país confrontamos grandes dificultades debido a la hiperinflación que nos hunde en la miseria y la pandemia de Covid que está aumentando.

En la antigua mitología griega ‘Tique’ representaba la casualidad, la suerte (buena o mala), los caprichos del destino, y en su forma divinizada era una mujer que luego los antiguos romanos llamaron ‘Fortuna’. Los antiguos griegos estaban muy conscientes de que cualquier humano puede sufrir los embates de una mala Tique de la manera más inesperada. Por ejemplo, podemos recordar al gran dramaturgo trágico griego Eurípides (aprox. 480-406 A. de C.) y su tragedia ‘Las Troyanas’. Hécuba era esposa de Príamo y era reina de Troya, hasta que los griegos conquistan la ciudadela y la convierten en esclava. En una parte de la tragedia Hécuba dice: “Un mortal que se regocije porque piense que su prosperidad es segura, es un tonto, porque la fortuna – como un demente – salta de un lado a otro, y nadie tiene siempre buena suerte sin cambios” (líneas 1203-1205).

En muchas de las antiguas monedas romanas se representaba a la diosa Fortuna. Ella tenía en una mano una cornucopia y en la otra mano tenía un timón. Esa diosa era bella, vestía una túnica y siempre esbozaba una sonrisa tímida. En la mitología romana, originalmente era asociada con la fertilidad agrícola, pero luego fue asociada también con el dinero, el triunfo, el amor y la salud. La cornucopia simbolizaba su poder para prodigar beneficios, pero el timón tenía un simbolismo más siniestro: Su poder para cambiar repentinamente los destinos humanos. Así, ella podía conceder favores, pero de repente podía girar el timón y mientras mantenía imperturbable su sonrisa, observaba a una persona asfixiándose al tragarse una espina de pescado, o veía  a miles de personas siendo sepultadas durante un terremoto.

El dramaturgo trágico griego Sófocles (aprox. 496-406 A. de C.) en su famosa tragedia: ‘Edipo en Colono’ representa a Edipo sufriendo muchas desdichas y el Coro dice: “No haber nacido nunca es lo mejor de todo. Pero cuando alguien ha visto la luz del día, lo que es mejor en segundo lugar, es volver lo antes posible allá, precisamente de donde se ha venido” (líneas 1347-1350). Por supuesto esta es una concepción demasiado pesimista.

Ante las dificultades en la vida hay varias actitudes posibles. Una de ellas es la pesimista que podemos ejemplificar con el filósofo estoico romano L.A. Séneca (4 A. de C.- 65) que insiste en la importancia de imaginar continuamente que nos puede suceder lo peor: “Una hora, un instante de tiempo, es suficiente para que se derrumben imperios […] Por eso debemos visualizar todo tipo de situaciones y fortalecer el espíritu para lidiar con las cosas que pueden suceder. Repite en tu mente: exilio, tortura, guerra, naufragio” (‘Carta Moral a Lucilio número 91’). En pocas palabras: “Dónde te está esperando la muerte es algo que no sabemos. Entonces espérala en cualquier parte” (‘Carta Moral a Lucilio número 26’).

En el extremo opuesto está el optimismo exagerado e iluso, de tipo ‘pensamiento deseoso’ como el que plantea Rhonda Byrne (nac. 1951), escritora australiana que en el año 2006 publicó un libro titulado: ‘El Secreto’ y luego publicó otros libros: ‘El Poder’ (2010) y ‘La Magia’ (2012). Esa obra ‘El Secreto’ está basada en la llamada ‘Ley de la Atracción’, según la cual, de manera mágica los pensamientos atraen los resultados que una persona desee. Así, si una persona desea lograr algo basta con que piense que lo logrará y entonces lo logrará. No hace falta decir que no hay ninguna evidencia científica que sustente tal ‘pensamiento deseoso’.

Lo más acertado es no incurrir ni en el extremo pesimista de Séneca ni en el extremo iluso de Rhonda Byrne. Lo más importante es tener una actitud realista y hacer continuamente análisis para poder anticipar (en lo posible) las malas situaciones y tomar las previsiones que se puedan tomar.

Por otra parte, hay lo que se llama ‘resiliencia’ que en el caso del humano se refiere a la capacidad que tiene una persona de recuperarse ante un percance doloroso. Obviamente es muy importante desarrollar resiliencia. En tal sentido es pertinente hacer referencia al neurólogo y psiquiatra austríaco Viktor Frankl (1905-1997). Durante la Segunda Guerra Mundial pasó 3 años en campos de concentración nazis, inclusive el de Auschwitz, y toda su familia fue exterminada. Luego fundó la escuela de la ‘Logoterapia’ que se basa en la idea de que los humanos necesitan un ‘sentido’ en su vida para poder seguir adelante. En el año 1946 publicó: ‘La Búsqueda Humana de Sentido’ y en el año 1984 añadió un Postscriptum titulado: ‘El argumento a favor de un optimismo trágico’ y plantea que una persona puede seguir siendo optimista a pesar de lo que en Logoterapia se llama ‘Tríada Trágica’, que en la existencia humana está representada por 1) Dolor 2) Culpa y 3) Muerte. Según Frankl, una persona puede decir ‘sí a la vida’ aunque sea en las condiciones más desdichadas. Esto tiene como requisito que esa persona tenga la capacidad de transformar creativamente los aspectos negativos de la vida en algo constructivo o positivo. En otras palabras, lo que importa es lograr lo mejor de cada situación. Por eso Frankl habla de ‘Optimismo Trágico’, ya que 1) Transforma el sufrimiento en una proeza y realización de la persona 2) Considera la culpa como una oportunidad para cambiar y mejorar y 3) Considera que la brevedad de la vida es un estímulo para asumir acciones responsables (1).

Viktor Frankl convirtió su sufrimiento en una hazaña personal y en general el ‘Optimismo Trágico’ es un desiderátum digno de lograr aunque no sea nada fácil. NOTA: (1) Viktor Frankl ‘Man’s Search for Meaning’. Beacon Press (1992, fourth edition). Pags. 139-140.

ernestorodri49@gmail.com

Salir de la versión móvil