Bogotá, 21 ene (EFE).- El Gobierno colombiano y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) se verán las caras en una nueva ronda de negociaciones que arranca este lunes nuevamente en La Habana, el escenario que vio concretado el cese al fuego bilateral más largo firmado entre las partes y el mismo en el que ahora tendrán que negociar su prórroga.
El cese al fuego bilateral, que comenzó el 3 de agosto, finaliza el 29 de enero, por ello las dos delegaciones llegan dispuestas a este sexto ciclo de diálogos para una renovación, pero con alguna postura encontrada.
«En este ciclo se debe revisar a fondo el funcionamiento del cese al fuego para caminar hacia su prórroga, pero con garantías de que cumple con su función principal: mejorar las condiciones de vida, la movilidad y los derechos humanos de la población civil», afirman fuentes del ELN a EFE.
La idea del Gobierno es «prolongar el cese lo más que se pueda», le dijo a EFE la jefa negociadora del Gobierno, Vera Grabe, y buscan agrandar los términos, que actualmente se limitan a prohibir acciones ofensivas en contra de la otra parte y cualquier acción no permitida por el Derecho Internacional Humanitario (DIH).
Un cese más amplio
«El Gobierno busca que se incluyan más lo que se llaman acciones violatorias más allá del secuestro, aquellas que afectan a la población», explica Grabe, que vislumbra su segunda ronda liderando las negociaciones, después de que la nombraran el pasado 11 de diciembre en sustitución de Otty Patiño, que fue designado alto comisionado para la Paz.
El propio presidente colombiano, Gustavo Petro, aseguró en una entrevista con EFE el pasado miércoles en Davos, donde participó en el Foro Económico Mundial (WEF, sigla en inglés), que la renovación del cese al fuego depende de que la guerrilla tenga voluntad de «abandonar la violencia de manera definitiva».
Desde que se conoció que el ELN fue el responsable del secuestro de Manuel Díaz, padre del futbolista Luis Díaz, el cese al fuego y las negociaciones han estado en tela de juicio por la resistencia de la guerrilla a abandonar ese delito, que contribuye a su financiación, y también porque el Gobierno ha ido más allá y les pide que se aborde el fin del conflicto, lo que supondría la dejación de armas.
Sin embargo, para el ELN, que anunció en el anterior ciclo en México que suspendería «las retenciones con fines económicos», ese punto es el último de la agenda de negociaciones firmada en México el pasado año y apenas están abordando los tres primeros puntos.
«La finalización del conflicto, punto 5 de la agenda de conversaciones, siempre estará condicionada no a un cese al fuego, sino a la democratización del país y a las transformaciones hacia la paz, puntos 2 y 3 de la agenda, y siempre partiendo del punto 1, y fundamental para el ELN: la participación de la sociedad en la construcción de paz», aseguran fuentes de la guerrilla a EFE.
Además, ante ese velado ultimátum del presidente se muestran tajantes: «Seguir con el modelo de ‘pacificación’ que busca silenciar solamente las armas de la guerrilla es insistir en un modelo de negociaciones que no ha logrado acabar con el conflicto político, social y armado del país», dicen.
Avance en zonas críticas
A pesar de que el cese al fuego será una vez más lo que cope la mayor parte de las conversaciones en La Habana, las partes también tienen pendiente avanzar en otros frentes abiertos, como es el de la participación de la sociedad en el acuerdo y la elaboración y trabajo en zonas críticas.
Para lo primero, se armaron grupos de participación que deberán presentar un protocolo de participación en los próximos meses -en principio se habló de febrero, pero todo lo que rodea las negociaciones se ha visto alterado por el secuestro de Díaz- y de ahí se elaborarán las propuestas ciudadanas para que sean incluidas en el acuerdo final.
Y para las zonas críticas, en septiembre en Caracas decidieron designar el Bajo Calima y San Juan, en el Pacífico colombiano, una parte con influencia del ELN muy afectada por el conflicto, como zona crítica y hasta ahí han llevado «caravanas humanitarias».
También se acordó nombrar el Bajo Cauca, el nordeste antioqueño y sur de Bolívar como zonas críticas, en un movimiento en el que no hubo mayores avances en México y se espera que se retome ahora en La Habana.
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