Gabriel Montenegro
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A finales de la década de los años 70 partí desde Valera junto a mi hermano José Ignacio hacia la gran capital caraqueña.
Acudíamos en búsqueda de nuevos y mejores derroteros, siendo uno de los contactos laborales un amigo de mi padre, quien trabajaba en la Contraloría General de la nación.
Fue allí donde donde ofrecía sus servicios a la patria un hombre diáfano, sencillo, inteligente y eficiente en su desempeño; su nombre Regulo José Briceño, un carvajalense nacido en La Cejita en el año 1930, hijo de padres pertenecientes a honorables familia de esa comarca, la señora Omaira María Briceño y Ramón Muchacho Daboín .
Inquieto y dedicado a aprender
Regulo Briceño fue desde muy joven un hombre acucioso, estudioso y dedicado a cultivar su conocimiento con la finalidad de enseñar y formar ciudadanos probos y cultos.
Comenzó sus estudios en su pueblo natal, en la escuela «Concha» Salinas y luego en el Colegio Federal, desde donde salió a Valera a la prestigiosa escuela Ricardo Labastidas y luego en el Colegio Santo Tomás de Aquino (Salesianos), ubicado donde hoy en día funciona el Centro Comercial «Edivica», al igual que el Liceo Rafael Rangel y luego en Mérida.
Fue uno de los protagonistas del nacimiento de varios rotativos regionales, como «Pueblo», » Brecha», » Gallegos», » El Espectador», además de columnista y articulista en el recién nacido Diario ‘El Tiempo», en el año 58.
En Caracas hubo de interrumpir sus estudios de medicina y periodismo por el cierre de la Universidad Central de Venezuela en el año 1951 ordenado por la dictadura perejimenista y retomarlos luego de cárceles y persecuciones .
Hombre democrático
Desde muy joven, Regulo Briceño mostró su férrea oposición a las dictaduras impositivas y dominantes, yendo a parar, como muchos otros venezolanos rebeldes, a las celdas y calabozos de los regímenes autocríticos imperantes.
Se unió a eximios trujillanos en la gran capital caraqueña, entre ellos el creador de «País Portátil» Adriano González León, al fundador de la cátedra de periodismo de la UCV Manuel Isidro Molina, al experto en economía Alfredo Morles y por supuesto a su coetano y colega periodista Amábilis Quiñones, quienes al igual que él también cumplían sus sueños de progreso en la Sultana del Ávila.
Ingresó al partido Acción Democrática en el año 1945 y fue testigo de excepción de la lucha de hombres como Leonardo Ruiz Pineda, Alberto Carnevali, Antonio Pinto Salinas, Raúl Ramos Jiménez, Luis Hurtado Higuera, Simón Alberto Consalvi, Pérez Salinas y Eligio Anzola.
Regulo Briceño destacó entre sus hermanos Conrado, Jesús y Pedro Euro, quienes al contrario no eran muy dados a la trashumancia.
Fue otro de los tantos torturados como su coterráneo, Pedro Pablo Rendón, también militante adeco, siendo una época de clandestinidad y donde organizaciones como Acción Democrática, URD y el Partido Comunista eran considerados desestabilizadores y hasta criminales por parte del Estado impositivo del momento. Desde Valera se unió a la lucha y fue uno de los líderes de la socialdemocracia más perseguidos y temido por la dictadura. Su pluma y su discursos expresaban claridad, razonamiento y verdades contundentes, algo temerario y prohibido tras el derrocamiento de Rómulo Gallegos en el año 48.
Al caer la dictadura por su capacidad, tenacidad e inteligencia, fue llamado a ocupar cargos importantes, como Secretario del CEN de Acción Democrática, Secretario Juvenil Nacional, Jefe Administrativo en distintas dependencias, Jefe de Prensa y funcionario de la Contraloría General, representante de Venezuela en México,
La cronista Giglia Urdaneta Luengo, escribiría sobre él, destacando su apego al trabajo y sus firmes convicciones democráticas.
Sin dudas que Régulo Briceño, ha pasado prácticamente desapercibido y poco reconocido por parte de las actuales y nuevas generaciones, las cuales ignoran que muchos de los logros de la democracia venezolana se le deben a este trujillano talentoso y noble, quien jamás dejó de aprender, de trabajar duramente y defender la plenitud sagrada de las libertades democráticas.
Podemos decir con mucho orgullo que Regulo José Briceño, el hijo ilustre de La Cejita, fue a la calladita y sin aspaviento, uno de los trujillanos más universales, quien con su entrega y férrea lucha contra las injusticias sociales y políticas, plasmó su nombre entre los héroes anónimos que nos legaron el fundamento vital de la autodeterminación y el respeto inalienable por el pluralismo de las ideas.
Paz a su alma!
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