Nuevamente celebramos otra jornada histórica del 1º de mayo, el Día Mundial del Trabajador en honor a los denominados mártires de Chicago. Es indudable que esta fecha histórica es para los movimientos progresistas y liberadores un momento para la reflexión y la autocrítica. Nuestro ideal de sociedad está en función al cumplimiento de las reivindicaciones históricas del movimiento trabajador. Las revoluciones socialistas son el único canal en el cual, los trabajadores pueden lograr ser escuchados y poder acceder al Estado. Es por ello, importantísimo dar la batalla contra la burocratización y el burocratismo que son los obstáculos que impiden al ciudadano/trabajador obtener respuesta oportuna a sus necesidades ya sean individuales o colectivas. Dentro de este mundo reflexivo no podemos dejar de lado un pensamiento, no solo por lo contemporáneo sino por la profundidad del mismo, que representa la guía más avanzada para lograr una emancipación plena del hombre y del trabajo con relación al gran capital internacional. Me refiero al gran pensador y militante húngaro István Mészáros.
En su concepción acerca del “sistema de metabolismo social del capital”, Mészáros, interpreta un impedimento para la realización plena del trabajador, de la producción y en fin de la superación del sistema explotador, pues considera que, en el capitalismo, el trabajo está dominado por una división jerárquica y en última instancia está subordinada al capital y al Estado-Burocrático. Sin la eliminación de estas tres entidades que garantizan, justifican y perpetúan la apropiación indebida del excedente, no se podrá hablar de una emancipación plena de nuestra clase trabajadora. “Dada la inseparabilidad de las tres dimensiones del sistema del capital, que están completamente articuladas – capital, trabajo y Estado–, es inconcebible emancipar al trabajo sin simultáneamente superar al capital y también al Estado”. De ahí podemos comprender que la interrelación directa entre estas entidades, es el principal escollo para alcanzar una verdadera productividad social. Esto trae como consecuencia una alienación entre los resultantes del trabajo, es decir, la producción y el consumo. Vemos como las necesidades artificiales que son dictadas por la ideología capitalista, muchas veces no están en directa concordancia con las capacidades productivas de un Estado, pero paradójicamente ese Estado político, crea el marco jurídico en el cual se desarrolla un “consumismo” que degrada la esencia del trabajo y del trabajador sumiéndolo en un atraso estructural y encadenando a la nación al ciclo de dominación del gran capital.
Ya el comandante Chávez había señalado el rumbo, el “Estado Comunal” como punto de no retorno del Socialismo Bolivariano. Nuestro presidente obrero Nicolás Maduro ha luchado con todas sus fuerzas para ganar el terreno necesario para alcanzar tal fin, en medio de una cruel y criminal ofensiva de guerra económica. En una situación de este tipo el trabajador es degradado a un punto que carece de toda dimensión humana, el valor real del mismo y del trabajo se minimiza a tal punto de crear lo que el pensador húngaro denominó en términos económicos el “pseudo-sujeto”. Este es el producto de una superposición artificial de los dos conceptos básicos para entender la noción de mercancía: el valor de uso y el valor de cambio. El aumento del “fetichismo de la mercancía”, condición perfecta para lograr altos niveles de especulación genera una “tasa de utilización decreciente del valor de uso de las cosas. El capital no trata a los valores de uso (los cuales responden directamente a las necesidades) y a los valores de cambio como si estuvieran separados, pero subordina de varias maneras, radicalmente, los primeros a los segundos”. De allí podemos extraer la esencia teórica del problema/fenómeno de “laboratorio” que conocemos como “bachaquerismo”, un afán de lucro desmedido que no está en relación directa con el uso de las cosas, sino del dinero entendido como mercancía de cambio. Esta reflexión también está aplicada a un concepto que se conoce como obsolescencia que opera en relación al acortamiento de la vida útil del producto para agilizar el ciclo reproductivo.
Como vemos, es innegable la vigencia del pensamiento de István Mészáros y la importancia para guiarnos en estos caminos de confusión y ataque de las fuerzas reaccionarias y retrogradas que quieren postrar a un pueblo que decidió ser libre.
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