RECORDANDO LA TRAGEDIA Y LOS PLACERES EN LA ANTIGUA GRECIA | Por: Ernesto Rodríguez

 

Ernesto Rodríguez (ernestorodri49@gmail.com)

En el siglo V (A. de C.) floreció en Atenas la ‘tragedia’ como nueva forma de arte y anualmente se realizaba en primavera un festival en honor del dios Dioniso en el cual se representaban tragedias. Cuando leemos a los grandes dramaturgos griegos como Esquilo (525-456 A. de C.), Sófocles (496-406 A. de C.) y Eurípides (aprox. 485-406 A. de C.), advertimos que las tragedias nunca tienen desenlaces ‘felices’. Por el contrario, personas inocentes se ven aplastadas por circunstancias horrendas que no pueden controlar. Por eso, en la tragedia de Eurípides titulada ‘Medea’ el ‘mensajero’ dice: “Ningún hombre es verdaderamente feliz” (línea 1228). Igualmente en la tragedia de Sófocles titulada ‘Filoctetes’ el Coro dice: “¡Oh desdichada raza de los hombres mortales! Condenados a una interminable serie de dolores e inconcebibles infortunios” (Coro, estrofa 2, líneas 183-184). El historiador griego Heródoto (aprox. 480-425 A. de C.) en su ‘Historia’ también plantea lo trágico en las vidas humanas y refiere el caso de Creso (560-546 A. de C.), rey de Lidia que era fabulosamente rico pero de repente empieza a sufrir espantosas desdichas y: “Creso recordó el dicho de Solón según el cual nadie que todavía esté vivo es feliz” (Libro I, 86).

Los griegos tenían una concepción de la pavorosa fragilidad de la vida humana porque en cualquier momento se podía desatar la ira de los dioses. Pero precisamente por eso, trataban de aprovechar los momentos de diversión aunque fueran fugaces. Por ejemplo, el mencionado festival era dedicado a Dioniso, dios del vino, un dios que según los griegos prodigaba goces y alivio ante las amarguras de la vida. En efecto, en los festivales los griegos consumían enormes cantidades de vino y ese consumo estaba asociado al desenfreno sexual y era frecuente que se desfilara por la ciudad con un falo gigantesco para animar a todos. Eso creaba un ambiente de jolgorio y ‘éxtasis’, es decir, ‘estar’ (stasy) ‘fuera’ (ec) del yo normal. En Atenas después de representar un ciclo de tres tragedias se representaba una ‘pieza de sátiros’. En la mitología griega un sátiro era mitad hombre y mitad macho cabrío, y se caracterizaba por su enorme falo y su insaciable deseo sexual. Solamente se ha conservado completa una de tales piezas: ‘Los Cíclopes’ de Eurípides, y  mientras las tragedias enfatizan lo más espantoso de la vida, estas piezas deleitaban al público con su grosería y obscenidad. En uno de los pasajes Sileno, padre de los sátiros, le dice a Odiseo: “El hombre que no disfrute con la bebida está loco: Tú puedes lograr que esto (señalándose o tocándose el pene) se levante erecto, tú puedes manosear unas tetas, y estar listo para ‘atacar el prado’. También hay baile y todas tus penas se van al olvido” (líneas 168-172). Hay que aclarar que ‘el prado’ se refiere al vello púbico de la mujer. Más adelante en la obra Sileno dice: “¡Feliz el hombre que eleva el grito Báquico, con bien amadas corrientes de vino que impulsan sus velas y lo transportan a la parranda! Con su brazo alrededor de un amigo, y con una tierna damisela en la flor de su juventud esperándolo en la cama, ese hombre con su pelo brillante untado con mirra canta ¿Quién abrirá la puerta para mí?” (líneas 495-503). Baco era el mismo Dioniso y se piensa que: “¿Quién abrirá la puerta para mí?” quizás era la letra de una canción popular. Pero de cualquier manera era la pregunta del fiestero que está afuera del cuarto cerrado (1).

También había banquetes con ‘hetairas’ que habían sido educadas para la música, la conversación y brindar servicios sexuales. En fin, los griegos buscaban su escapismo ante las tragedias en la vida, aunque es discutible si ese era el mejor tipo de escapismo. NOTA: (1) Pag. 155 en ‘Euripides and Other Plays’. A new translation by Robin Waterfield. Introduction by Edith Hall. Notes by James Morwood. Oxford World’s Classics. Oxford Univ. Press (2003).

 

 

 

 

 

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