Uno de los errores más frecuentes y graves en la vida es lo que se conoce como ‘pensamiento deseoso’, es decir, pensar que las cosas son como deseamos que sean y no pensar lo que en verdad son esas cosas. Ese error ocurre en todos los ámbitos de la vida, sea en la vida personal, la política, etc.
En tal sentido es muy pertinente recordar al filósofo y estadista inglés Francis Bacon (1561-1626), cuyas obras fueron muy importantes para el desarrollo de la naciente investigación científica.
Se considera que su obra más importante es el ‘Novum Organum’ (1620) que podemos traducir como el ‘Nuevo Órgano’. En efecto, así como el filósofo griego Aristóteles (384-322 A. de C.) propuso un ‘órgano’ (‘instrumento’ en griego) para pensar correctamente, Francis Bacon propuso un ‘nuevo órgano o nuevo instrumento’ para pensar de una manera verdaderamente correcta y acertada. En esa obra se propone depurar la inteligencia, y, entre otras cosas, Bacon propone que es imprescindible erradicar los prejuicios equivocados. Sobre todo Bacon propone erradicar el ‘pensamiento deseoso’. En tal sentido propone que debemos destruir lo que denominó ‘ídolos’ del pensamiento. Según Bacon, un ‘ídolo’ es un pensamiento equivocado sobre una cosa. En primer lugar, Bacon considera lo que denomina ‘Ídolos de la Tribu’, que son falacias naturales y propias de toda la humanidad. Bacon asevera que nuestros pensamientos frecuentemente deforman la realidad, y entre esas deformaciones da importancia a la que surge cuando vemos la realidad como lo que quisiéramos que sea y no como lo que es.
Lo mejor será citar sus propias palabras en el ‘Nuevo Órgano’. Bacon nos dice que cuando nos formamos un prejuicio agradable sobre algo nos cuesta cambiarlo y por eso expresa: “El intelecto humano, cuando se complace en una cosa (ya sea porque sea generalmente admitida y creída, o porque causa deleite), obliga a todas las otras cosas a confirmar esa cosa y estar de acuerdo con ella; y aunque haya muchos casos que sean contrarios, el intelecto no los observa o los desprecia, o los descarta […] antes que sacrificar la autoridad de sus queridos primeros prejuicios” (Libro I, 46). Así mismo, Francis Bacon hace un importante señalamiento respecto a las personas supersticiosas que solamente toman en cuenta los casos que están de acuerdo con su superstición, pero nunca toman en cuenta los casos que de ninguna manera están de acuerdo, y dice: “Por eso respondió tan bien aquel a quien mostraron los cuadros votivos colgados en la pared de un templo, de los que escaparon al peligro de los naufragios, y como le apremiaron a declarar en presencia de tales testimonios si reconocía la providencia de los dioses, contestó: ‘¿Pero dónde se han pintado los cuadros de los que perecieron a pesar de sus oraciones?’. Lo mismo ocurre con todas las supersticiones, sean las que se refieren a la astrología, como a la interpretación de los sueños, adivinación, presagios, y a otras muchas cosas por el estilo, en las cuales los hombres engañados por esas especies de quimeras, toman nota de las predicciones que se realizan y ellos esperan, pero cuando no se cumplen, lo cual ocurre con mucha mayor frecuencia, entonces no hacen caso” (Libro I, 46).
En consecuencia Bacon da el siguiente consejo general: “De un modo general, el que quiera estudiar la naturaleza de las cosas, deberá tener por sospechoso todo lo que con mayor placer su inteligencia comprenda” (Libro I, 58).
Estos planteamientos de Bacon son muy pertinentes en la investigación científica pero también en la vida personal… ¿Cuántas veces las personas se engañan y ven buenas cualidades en una persona amada cuando en realidad no tiene ninguna cualidad?… También en política… ¿Cuántas veces muchas personas serias y honestas creen que un proceso electoral será idóneo sin tomar en cuenta los antecedentes de procesos viciados y antidemocráticos?… ¡Nunca debemos incurrir en pensamiento deseoso!