Bangkok, 11 ago (EFE).- Bajo las miradas atentas de técnicos, compañeros y familiares, casi una veintena de boxeadores tailandeses se prepara para subir al cuadrilátero. Sería una competición más si no fuera por un detalle: la mayoría de los protagonistas de esta lucha son los reclusos de una cárcel de Tailandia que han encontrado en el muay thai su futuro.
En el interior de los muros de la cárcel Nonthaburi Prison, en la región metropolitana de Bangkok, 13 presos participan actualmente en el programa «Continuing Muay Thai Skills», que ofrece a los reclusos una oportunidad de rehabilitación social a través del deporte.
El programa, puesto en marcha en 2021 pero que tuvo que ser suspendido debido a la pandemia de la covid, fue creado por la directora del presidio, Preethida Somchit, con el objetivo de promover la salud y la disciplina, además de reducir la violencia en la prisión.
Con una extensa rutina de entrenamientos, de seis horas diarias durante seis días a la semana, el proyecto igualmente brinda a los reclusos un prometedor futuro fuera de la prisión, ya sea como luchadores profesionales de muay thai o entrenadores.
«A los prisioneros se les enseñan habilidades y conocimientos de muay thai para que puedan tener una carrera después de su sentencia. El objetivo del programa es crear carreras», cuenta en una entrevista con EPA/Efe el director general del Departamento de Correcciones, Ayuth Sintoppant.
Ello porque Tailandia es considerada la cuna del muay thai, uno de los artes marciales más letales del mundo y también conocido como la lucha de las ocho extremidades, ya que se utilizan las rodillas y los codos, además de los pies y los puños para atacar.
Cada año, decenas de miles de personas acuden al país para entrenarse además de participar o asistir a un sinfín de competiciones regionales, nacionales e internacionales.
Ahora, gracias a este proyecto, que cuenta con el apoyo de diversos gimnasios profesionales de boxeo tailandés, la Nonthaburi Prison se ha convertido también en el palco principal para diversas competiciones.
«Estoy muy satisfecho con el proyecto, pues se les permite a los encarcelados labrase una buena carrera. Y también ayuda a que la sociedad reduzca el estigma hacia ellos y perdone su pasado», asegura Sintoppant.
EL MUAY THAI, UN PUENTE PARA EL FUTURO
En Tailandia, que tiene una de las mayores poblaciones carcelarias en el mundo, con unos 270.000 de presos, la mayoría de los detenidos- como ocurre en Nonthaburi Prison- han sido procesados por delitos relacionados con las drogas.
El muay thai se presenta como una esperanza para que los reclusos puedan reconstruir su futuro una vez fuera de las rejas, ya que reciben entrenamiento de boxeadores profesionales y participan de diversos torneos a lo largo del año.
Debido a la covid, las competiciones tuvieron que ser temporalmente suspendidas, por lo que las peleas en las arenas de esta cárcel apenas fueron retomadas el pasado jueves, con un certamen que contó con 18 luchadores y que se organizó con motivo del día de la madre, que en Tailandia se celebra este viernes.
De un lado, los reclusos y expresidiarios se adueñaban de la esquina roja del ring y estaban listos para medirse al equipo del lado azul, conformado por boxeadores de uno de los gimnasios participantes en el proyecto.
En el graderío, les seguían de cerca las miradas de sus madres, quienes están autorizadas a hablar con sus hijos antes de que se suban al cuadrilátero y a asistir a los enfrentamientos, que también son transmitidos en directo a través de Facebook y acompañados por los demás presidiarios.
«Los detenidos pueden entrenar incluso para competir en el Mundial una vez terminen sus condenas, como hemos visto» con otros participantes en el proyecto, subraya Sintoppant.
«Estos son buenos ejemplos a ser seguidos por los presos actuales que buscan ser buenas personas», completa. EFE
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