… re-pensar Guayana, la forja de Ciudad | Por: Clemente Scotto Domínguez

 

 “La certeza de la irrealidad del tiempo tiene el poder de modificarnos y permitir que a nuestra vida penetren nuevos significados” Eduardo A. Azcuy

 

Del artículo anterior “yo postulo… repensar Guayana!”, he recibido comentarios, sugerencias, críticas y expectativas, directas e indirectas; todas muy pertinentes y a todos   agradezco, porque son motivación para seguir escribiendo algunas consideraciones, reflexiones  y provocaciones que contribuyan al diálogo abierto para la tarea de repensar Guayana;  ardoroso camino que  requiere distinciones para considerarla, entre otras, como región de inmenso potencial y peculiares características,  como proyecto de gran industria pesada (“alternativa no petrolera”) y también como Ciudad  importante en la ribera sur del Orinoco vecina del Caroní; propósitos asignados a la Corporación Venezolana de Guayana, en su creación oficial el 29 de Diciembre de 1960.

Destaco ese evento porque  es marcador del proceso que acontece en este espacio geográfico a partir del “cinturón de hierro en Guayana” que, con el pensamiento del crecimiento económico,  impulsó la formulación de planes, y políticas públicas con decisiones del alto nivel de gobierno; que determinaron la existencia sobre este espacio, de una economía de enclave extractiva y exportadora, desarrollada a partir de decretos  con concesiones a grandes inversionistas, en “zonas especiales para el desarrollo”.

También, este 2 de Julio se conmemoró sexagésimo aniversario de un evento muy importante para el proceso del asentamiento humano sobre el espacio definido en la división político-territorial del estado Bolívar, por parte del Legislativo de la entidad, al crear el Distrito Municipal Caroní el día 29 de Junio de 1961. Aunque a algunos no les guste, en estas fechas se cumplieron 60 años de eventos fundadores, lo cual no niega otros momentos, algunos con fecha establecida, que son notables en la existencia de un asentamiento humano, de importante potencial y significación cultural, que contribuya al desarrollo en la frontera sureste de la Nación, donde hay historia de apetencias y acechanzas, junto a la debilidad nacional y regional para contenerlas.

No soy historiador ni pretendo serlo, me intereso porque en ella se hace el reflejo donde tenemos que mirarnos como sociedad con destino humano. El proceso fundador de una ciudad es dinámico con hitos referenciales en su relacionamiento sobre un espacio geográfico y la nuestra no escapa de ello. Por eso me ocupo y he pre-ocupado durante mi residencia sobre esta tierra,  por una democracia subversiva y radical -que vaya a la raíz-, para impulsar una sociedad de relaciones en el respeto con los otros y con la naturaleza, con responsabilidad por las generaciones que vienen y su derecho al sueño humano de su tiempo histórico.

Las poblaciones originarias que recorrían el rio, al que llamaban Uriaparia o Uyapar desde su desembocadura hasta su confluencia con el Caroní y Orinocu desde allí hasta la desembocadura del Aragüita,  hacían estaciones en diversos lugares de sus riberas, entre los cuales Cambalache y otros barrancos, donde dejaron muestras de su cultura;  se conoce la existencia del cacique Morequito y Topiawari en el tiempo de la presencia de Antonio de Berrios, quien desde el Meta realizó tres expediciones por el Orinoco, entre 1584 y 1597, saliendo de la encomienda de Chita (cerca de Santa Fe de Bogotá). En diciembre de 1595, hace  fundación de Santo Tomé de Guayana en las orillas vecinas a la desembocadura del Caroní; también, en 1592, la de San José de Oruña en la isla de Trinidad, por la necesidad de preservar la Capitulación heredada del tío de su esposa, Jiménez de Quesada. El pirata Walter Raleigh, quien hace de esta tierra su pasión de vida y “creía que la región o imperio de Guayana estaba destinado a la nación inglesa”, vendrá después para arrasar las rancherías donde “su hijo muere en el asalto a Santo Tomás de Guayana, de cara al enemigo”, como se nos relata en la obra “Orinoco: capítulo de una historia de este río” de Enrique Bernardo Nuñez. Después el fuero real para fundar “Santo Tomé o Tomás de Guayana” hará su peregrinaje por varios espacios hasta sembrarse definitivamente en la nueva Angostura del Orinoco, bajo el mandato del gobernador de la provincia de Guayana; esa va a ser por más de un siglo, la ciudad de Guayana. Uno y otro dejaron  secuela entre nosotros.

Los misioneros capuchinos tuvieron encargo evangelizador en la provincia de Nueva Andalucía donde fundaron muchos de los pueblos. lo que se constata en un paseo con atención por Monagas, Sucre o Anzoátegui; en Guayana desde las misiones del Caroní, fundaron muchos pueblos con nombres de santos, que ayudaron a fortalecer el territorio Esequibo frente a los holandeses y luego ante los ingleses; entre ellas, la de San Félix y San Miguel de Unata, por los lados del actual Matadero Municipal. Además de funciones religiosas y diversa producción, hicieron actividad metalúrgica (forja catalana) como lo revelan las investigadores de los antropólogos Mario Sanoja e Iraida Vargas; allí  los encontró el ejército patriota en un evento infeliz de nuestra historia. En  sabana de Chirica, al pie del cerro El Gallo, se desenvuelve el año 17, la batalla que va a dar relieve al nombre de San Félix y servir a la inspiración de Agosto Méndez para el himno que se aprende en nuestras escuelas  “el sol de San Félix brilló en sus blasones y fue desde entonces su gloria inmortal”. Durante el siglo XIX y entrado el XX, “Puerto de tablas”  servirá al paso -más cercano y menos controlado-, de la aventura hacia la extracción del oro y del caucho en las cuencas del Yuruari y el Cuyuni; las estadísticas de morbilidad- mortalidad infantil y otras, dirán de las condiciones de salubridad física y moral del lugar.

Después de la prolongada guerra que concluye el 45, las trasnacionales USSteel y Bethelem Steel reciben concesiones de la Nación en el área de El Pao, el cerro La Parida y otros, que les llevan a establecer campamentos para su explotación, y a realizar las instalaciones portuarias para el manejo de sus exportaciones en Palúa  y Puerto Ordaz, campamento que se “funda”, con la presencia del general  LLovera Páez en nombre del gobierno Nacional, a inicios del año 1952, con el epónimo  Diego de Ordas, compañero de Hernán Cortés en la conquista de México y primer explorador del Orinoco desde la desembocadura hasta  los raudales de Atures (1531-32), durante la cual se da nombre de Guayana a la región. Pegado a Palúa crece  La Laja, al campamento Puerto Ordaz le crecen los barrios de Castillito. En esa década, decisiones  nacionales impulsan el desarrollo de una siderúrgica, para lo cual se negocia con la empresa italiana Innocentti, en una contratación poco inocente, como fue denunciada la década siguiente. En el 61, con la presencia del presidente Rómulo Betancourt, el gobernador Sucre Figarella, el presidente de CVG Alfonzo Ravard y otros, se firma un acta con la decisión de impulsar una ciudad que llaman “Santo Tomé de Guayana”, y que el 75 la Asamblea Legislativa con la presidencia de David Natera Febres, decidió cambiar por Ciudad Guayana, motivada por  connotaciones del nombre y las confusiones con San Tomé en la zona petrolera de El Tigre. Las decisiones de privatización y luego la re-estatización de Sidor;  en 2009, bajar la cuchilla eléctrica a las grandes empresas para enviarla a otras regiones; en 2016, el decreto del Arco Minero del Orinoco (A.M.O.), fueron tomadas en el alto nivel de gobierno. Hago todo este periplo, porque más allá de las emociones que puedan causarnos los actores y sus acciones, esa es historia que afecta esta Ciudad. Todos debemos preguntarnos ¿cuál posición asumimos frente a esas decisiones que nos afectan?.

Adicionalmente, la separación fluvial es menos grave que las separaciones sociales y culturales que algunos -antes y ahora-, pretenden alimentar entre un sector y otro de la Ciudad, la cual tiene grandes y graves problemas para agregarle emocionalidades que distancien o nieguen a sus habitantes. Nuestra región, a partir de 1498, ha estado signada por decisiones tomadas en otra latitud que nos han influido determinantemente por más de medio milenio. ¿Qué concebimos por independencia y soberanía?, ¿qué es desarrollo humano?.

La construcción de identidad y conciencia ciudadana en una sociedad democrática se hace a partir de acciones que nos permitan encontrarnos para desarrollar las conversaciones que faciliten construir en colectivo los espacios y posibilidades hacia el buen vivir, lo cual también requiere políticas públicas y liderazgos con inteligencia y voluntad orientados al servicio con respeto al pueblo. Para avanzar en identidades del hoy y la historia, hay que realizar acciones que ayuden abrir la mente y el deseo para construir tales encuentros. ¿cuáles son esas acciones?, ¿a qué nos comprometemos?.

Una ciudad de todos, donde nos percibamos incluidos todos, nos convocará al compromiso para cooperar en su construcción con responsabilidad compartida hacia la generación de calidad de vida para todos y también al país que queremos.  Por eso re-pensar la ciudad pasa por la reflexión consciente y colectiva: ¿dónde estamos?, ¿hacia dónde vamos?.

 

 

 

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