En el año 2012, en Ingeniería Industrial de la U. de Chile (DII), se preguntó a los expertos participantes en una mesa redonda:
¿A que ámbitos de la educación chilena destinaría Ud. un 0,5% adicional del PIB, aproximadamente US $ 1.000 millones de la época?.
El entonces Jefe de la División de Educación del BID, luego de valorar los avances en varios componentes de la educación chilena, se inclinó por priorizar en la nueva etapa, muy decididamente, el fortalecimiento de las habilidades socio-emocionales (HSE), en todos los niveles.
Ya en los 90, a nivel mundial, las empresas y organizaciones públicas empezaron a priorizar las habilidades y actitudes por sobre los conocimientos. Daniel Goleman, el gran promotor de la Inteligencia Emocional (IE), fruto de un estudio con grandes empresas en el año 1998, concluyó que la IE explicaba más del 90% de la diferencia entre los profesionales de alto desempeño y el resto de ellos. En un estudio realizado en el mismo DII el año 1999, los exalumnos valoraron estas habilidades por sobre todas las incluidos en el estudio. Comunicarse bien, trabajar en equipo, innovar, emprender alcanzan un 4.6 de la escala 1 a 5 utilizada, mientras que gestión general, que encabeza la lista de las “materias” que se enseñan, alcanza sólo un 4.1.
En los últimos años, la relevancia de las habilidades socioemocionales, componente crucial de las habilidades transversales o del Siglo XXI, aparecen cada vez más como prioritarias en el mundo laboral. También como componente fundamental para lograr una educación eficaz, eficiente y grata. La habilidad de aprender, que requiere la competencia para automotivarse, incide fuertemente en el rendimiento escolar. Las HSE de las y los profesores también.
Cuando las HSE son bajas, la productividad de cualquier quehacer humano es baja. El bienestar de ese hacer también. La innovación, que tiene como determinantes fundamentales el trabajo en equipo y la modulación de estados de ánimo, se hace extremadamente difícil. Y sin innovación no hay desarrollo ni supervivencia de las empresas.
En estos aciagos momentos, con una pandemia que avanza de forma amenazante para millones de personas y cientos de miles de empresas, algunas de estas habilidades emocionales se hacen aún más cruciales. La capacidad de observar, aceptar y modular estados de ánimo, propios y de otras personas, especialmente familiares, está siendo cada vez más relevante, en la medida que la pandemia avanza. Es sabido que los estados de ánimo afectan fuertemente al sistema inmunológico, esto es, la capacidad de defenderse bien de todo tipo de invasores, en este caso principalmente el Corona Virus.
El hacinamiento acentúa la necesidad de estas habilidades. Las dificultades para obtener alimentos aún más. La solidaridad, una actitud fundamental de la vida social, que ha sido fuertemente dañada por el modelo individualista competitivo instaurado en Chile en las últimas décadas, está recuperando fuerza en los sectores postergados, donde afortunadamente se deterioró menos y se mantuvo siempre latente. Urge que los beneficiados del sistema hagan ahora su parte, en serio y en grande.
El año 2008 un destacado profesor y un alumno, ambos del DII, lideraron la creación de Educación 2020, con el propósito de contribuir a mejorar y hacer menos desigual la calidad de educación escolar en Chile. Mucho han logrado en esa línea.
¿No será esta una buena oportunidad para agregar a ese noble y gran emprendimiento social otro que ponga las urgentemente requeridas habilidades socioemocionales en el centro de la educación superior, profesoras y profesores incluidos?
¿No sería mucho más beneficioso usar el canal de interacción virtual entre educadores y educandos para atender estos requerimientos formativos, en ambos grupos, en vez de seguir “pasando la materia” y sometiendo a las y los estudiantes a evaluaciones de aprendizaje que resultan aún más estresantes que lo habitual? ¿No estará siendo injusto y poco ético ejercer esta presión, máxime que las inequidades en los contextos de aprendizaje se han agravado en las actuales circunstancias?
Un programa de estas características tendría beneficios humanos y sociales enormes, de corto, mediano y largo plazo. Re-Educación 2020 contribuiría a transmutar esta tragedia en un salto adelante en el Desarrollo Integral de Chile, centrado en el bienestar de las y los habitantes de este golpeado lugar del planeta. Un paso gigante para avanzar en la tarea que nos propuso Gabriela Mistral: “Humanizar la Humanidad”. Partiendo por casa. Piénsenlo los venezolanos, conversen y actúen.
Seguiremos conversando…