Lo global y lo local son entidades territoriales totalmente diferentes y funcionan con lógicas distintas, aunque son parte de una sola unidad, que con frecuencia se olvida. La lógica global tiende a considerar un mundo homogéneo, mientras la local tiende a ignorar la existencia de las condicionantes mundiales o universales.
Así mismo, por una parte, las decisiones globales tienden a ignorar los impactos que producen en las localidades, mientras que por la otra existe poca conciencia del poder que pueden alcanzar las acciones locales. Pareciera que son dos mundos, cuanto todo es una sola “ecología integral”.
La posibilidad de un mundo nuevo exige entender las dos lógicas, las dos dimensiones en sus múltiples complejidades. Hace años el Club de Roma acuñó la feliz frase: “pensar globalmente y actuar localmente”. Hoy la mirada es diferente pues es necesario pensar y actuar en ambas dimensiones, entendiendo sus dinámicas particulares.
Un tema fundamental está en el orden de la información y la comunicación. La primera, la información, tiende a ser monopolio de lo global y su direccionalidad es vertical, de arriba hacia abajo. La información de un lugar específico, a menos que sea un acontecimiento excepcional y extraordinario, no cuenta a nivel mundial, incluso puede llegar al sitio procesada por los medios globales y deben ser traducidos o interpretados.
La comunicación es horizontal y por consiguiente es predominantemente local, pues implica no sólo recibir y dar información, sino opinar, criticar, proponer, debatir y conversar. La gente consume información, no comunicación que en cambio se retroalimenta, cambia, exige diversas miradas y lecturas.
Las comunidades locales, si son conscientes y están alerta, traducen la información y la “lugarizan”, generando conocimiento. Si tienen fuerza para subir información, mediante redes globales de comunidades locales, comparten esos conocimientos.
Lo global tiene una lógica estandarizadora, homogeneizadora, hegemónica, que trata de imponer una sola cultura, una sola manera de ser y de pensar, unos pocos estilos de vida, una gastronomía única – generalmente le dicen comida “chatarra” – una sola bebida – gaseosas -, vestidos similares y la expansión de los no-lugares, que son espacios sin identidad. Trata de imponer una sola manera de ver el mundo.
Lo global tiene una lógica de la diversidad fruto de climas y relieves, de personas diferentes, de culturas diversas y muchas maneras de ver el mundo. Cada lugar es una síntesis de geografía, historia y cultura, de las mil maneras como las personas van modelando sus espacios, sus casas y caminos, sus paisajes, su gastronomía, sus vestidos, su música y sus maneras de adorar a su Dios.
La diversidad es lo propio de lo local, la uniformidad es propio de lo global. Por ello la posibilidad de un mundo nuevo es fruto de una combinación llena de sabiduría de aquello que es propio de lo global con lo específico del lugar. Quizá lo más importante de esta exigencia es el respeto global por la diversidad local. Que por codicia las trasnacionales ejerciendo su poder monopólico traten de acabar, como acaban muchas veces, con los productos locales va en esa lógica hegemónica. O que impongan los monopolios informáticos, o los monopolios de la salud como se puso en evidencia con la comercialización de las vacunas en esta pandemia global.
Las fuerzas verticales de la globalización desorganizan las localidades porque crean su propio orden basado en la codicia. Las fuerzas horizontales en cambio crean relaciones de solidaridad en todos los sectores, incluyendo los procesos de producción, distribución y consumo
En la tensión entre lo global y lo local, si se impone la codicia se impone la hegemonía. Entonces tendrán los lugares que asumir un nuevo protagonismo, un nuevo liderazgo. Tendrán que convertirse en los lugares de resistencia de la sociedad civil, que luche por la libertad y la diversidad, en asociaciones globales de comunidades locales. Pisar en el terreno de los que ejercen la hegemonía para imponer la pluralidad, en una alianza planetaria por la diversidad y el pluralismo.
Universidad Valle del Momboy