“Un crimen contra la naturaleza es un crimen contra nosotros mismos y un pecado contra Dios” manifestaba el patriarca Bartolomé.
A lo largo de la historia se ha notado un deterioro exagerado ecológico, teniendo como principal responsable la mano del hombre que ha llevado a una devastación en la cadena de deforestación que repercute en el detrimento de la misma persona. La tierra recobra sus lágrimas causada por el hombre. “Dios perdona, la tierra no” son palabras que se han escuchado en labios de sabios, sin embargo estamos bajo un síndrome del Shakirismo ciego sordo y mudo.
Años atrás podíamos observar una naturaleza llena de verdor, con afluentes cristalinas y una fauna silvestre abundante.
El papa Francisco en el año 2015 en la solemnidad de Pentecostés, 24 de mayo para ser exacto, ha regalado al mundo una Carta Encíclica que tiene por nombre LAUDATO SI, donde manifiesta la preocupación del cuidado de la casa común y es precisamente sobre el tema ecológico. Inspirado en el cántico de San Francisco de Asís, hermana nuestra madre tierra. Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Lamentablemente hemos crecido pensando que somos propietarios y dominadores, autorizados a expropiarla, sin importar la destrucción de la tierra, el apóstol San Pablo nos exhorta “time y sufre dolores de parto (Rm 8,22). Allí se nota claramente que hasta el mismo texto sagrado nos ilustra el sufrimiento que la tierra padece. Nada en este mundo puede parecernos indiferente cuando se trata de la hermana tierra, hace mas de cincuenta años cuando el mundo estaba vacilando al filo de una crisis nuclear el santo papa Juan XXIII escribió una encíclica transmitiendo un mensaje de paz llamando a la reflexión para el rechazo de la guerra. Pacem in Terris; paz en la tierra fue dirigido a todo el mundo católico como también a los hombres de buena voluntad. Ocho años después de Pacem in Terris en 1971 san Pablo VI se refirió a la problemática ecológica que estaba sufriendo una explotación inconsiderada de la naturaleza de ser a su vez víctima de esta degradación.
San Juan Pablo II, se ocupó de este tema con mayor interés advirtiendo que el ser humano parece no percibir otros significados de su ambiente natural, sino solamente aquellos que sirve a los fines de un uso inmediato y consumo. El papa Benedicto, nos propuso reconocer que el ambiente natural está lleno de heridas producidas por nuestro comportamiento irresponsable. Se olvida que el hombre no es solamente una libertad que él se crea por sí solo. El hombre no se crea así mismo. Es espíritu y voluntad, pero también es naturaleza.
“Un crimen contra la naturaleza es un crimen contra nosotros mismo y un pecado contra Dios” manifestaba el patriarca Bartolomé.
Los papas en su magisterio han propuesto temáticas al mundo, e incluso llevándolo a todos los horizontes para que el ser humano comprenda la responsabilidad y el cuidado de la madre tierra. Sin embargo pareciera que no ha llegado hasta nuestros oídos el significado de qué es cuidar.
Pueblo de mitos y leyendas
El trujillano es un pueblo de mitos y leyendas, de sabios, de santos. De la generación de los 80 hacia atrás, era muy común escuchar “Carache por la panela Chejendé por el café” ciertamente eran dos municipios lleno de una riqueza natural. Ahora no hay panela ni tampoco café, debido a que el mismo hombre ha terminado con las siembras, esto es debido a que el hombre moderno trabaja en un lapso de tiempo corto, donde quiere la producción notoria y rápida, Ojalá que al año se dieran 4 cosechas. Esto llevó al hombre a acabar con aquellos rubros que tardan, suplantando otros, introduciendo incluso el ganado vacuno donde estaban las siembras.
La raíz de los males en gran parte es el poderío de la tecnología que nos pone en una encrucijada, sabemos que los árboles nos proporcionan oxígeno, sombra, frutos y madera; sin embargo, para el hombre es simplemente un árbol que puede beneficiarme con la leña, y ahora que el gas está de vacaciones los árboles pasan a ser ceniza con rapidez, el árbol se convierte en comercio.
Cultura ecológica
La cultura ecológica no se puede reducir a una serie de respuestas urgentes y parciales a los problemas que van apareciendo en torno a la degradación del ambiente, al agotamiento. De las reservas naturales y a la contaminación. Debería ser una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático.
El mundo moderno ya no parece creer en un mundo feliz, vivimos sumergidos a un tecnologismo universal, el avance ha ido en un crecimiento mientras el común de la población duerme. Es necesario tomar conciencia para medir con preocupación el daño de la naturaleza, cuando el hombre se pregunte por tal daño, allí comienza un devenir de las cosas para el bien. Un relativismo práctico asume en la conciencia del ser humano un detrimento antropológico con una patología a que empuja a una persona aprovecharse de otra y a tratarla como mero objeto, obligándola a trabajos forzados, o convirtiéndola en esclava a causa de una deuda.
El hombre está llamado a cooperar, en y con la creación, recordando de que somos criaturas, el mismo santo de Asís llamaba a todo lo creado “hermana” teniendo en cuenta que dependemos de las maravillas de la creación de Dios.