A diferencia de lo que algunos piensan, la gente de los lugares del Bomboy, valle y páramos, como parte de su modo de vida y cultura, estuvo marcada por el cultivo predominante de la papa y además, por el maíz, es decir, de doble rubro. Los aborígenes de las zonas altas, proporcionaban el excedente de la papa producida a los de las zonas bajas, y a la inversa, estos, el maíz a los de las zonas frías, complementando así, la alimentación con otros rubros vegetales y cárnicos. El trueque funcionaba en ese modo económico ancestral colectivista.
Para comienzos del siglo XX, el comercio en Valera pasaba por sus peores momentos, reflejo de la crítica situación económica del país, e inclusive del mundo entero, y en La Puerta, pueblo aislado, prácticamente era nulo, inexistente; sin embargo, los agricultores pequeños propietarios y los sin tierra, no dejaron de trabajar y producir alimentos en esas circunstancias.
Con mucha lentitud y temor, se promovía la construcción urbana y el neo poblamiento, en lo que eran las tierras del Resguardo Indígena de La Puerta, hoy área urbana, luego que, fueron desalojados los Bomboyes. A comienzos de los años 40, se establecieron los primeros comerciantes, osados y atrevidos personajes que apostaron por el comercio en esta localidad. Así, llegó al pueblo, un señor de nombre Rafael Villarreal, que le vio ventajas al sitio, y decidió darle empuje al comercio y por ende, contribuyó con la producción agrícola de nuestro páramo.
Tomando en consideración que los hacendados con las tierras de la parte baja del Valle, producían y comercializaban la caña de azúcar y el trigo, él puso su mira y futuro, en la papa que se sembraba desde tiempos inmemoriales en el páramo, trazándose en sus planes incentivar su cultivo y tomar la mayor producción para su colocación en el mercado, a través del transporte rápido y conveniente hasta las ciudades.
Uno de los mejores conocedores de la obra de Rafael Villarreal, es Pablo Villarreal el popular “Pablito”, hijo de Francisco Villarreal, quien le compró a Rafael (tienen el mismo apellido pero no son parientes), la casa donde éste montó su local comercial y expendio de hortalizas.
Rafael y su hermano Urbano Villarreal, provenían de Valeralta, fue aquel un comerciante muy próspero y acaudalado; Pablo nos relató que: <<construyó la casa de cuatro puertas, frente a la Prefectura de La Puerta en la avenida Páez, allí inició sus negocios; le fue tan bien, que a pocos metros, pasando el río Bomboy, estableció un centro de acopio. Tenía la ventaja que le compraba las cosechas completas de papa, a los agricultores del Páramo>> (Conversación con Pablo Villarreal, sábado 15 de julio 2023); un punto del área urbana de La Puerta, y en el camino real hacia el Páramo de los Torres.
El apreciado foto cronista Antonio Lino Rivero, por su parte agregó que, <<Rafael Villarreal tenía un hermano de nombre Elbano. Yo lo conocí y era el suegro de Gil Cómbita, que tenía un negocio cerca de la casa de Laura Sulbarán en la avenida Bolívar con Calle 3>>, (Notas enviadas por Antonio Lino, el 29 agosto 2023); el famoso centro familiar «Tropical».
Otra de las personas que conocieron y trataron al personaje, el amigo Benito Rivas, cofundador del Comité Pro Defensa de La Puerta, nos dice: <<El señor Rafael Villarreal era mi padrino. Estaba casado con Filomena de Villarreal. Tuvieron cuatro hijos, Benito e Isidro, y dos hembras, no me acuerdo los nombres>> (Conversación telefónica con Benito Rivas, 29 agosto 2023), una de ellas, de nombre Carmen Villarreal, vivía en “El Cucharito”.
Se acuerda Pablo Villarreal que, Rafael, como comerciante que se iniciaba en el pueblo, <<Era un hombre además de atento, muy habilidoso. Cuando bajaba algún agricultor o alguno a negociarle la papa, él le decía: – Vaya donde Don Carmen, y se toma un cuello largo de sanjonero; y le daba el dinero para que lo pagara. Este brindis, era una buena señal para el que le llevaba la carga, porque seguiría negociando cosechas con él, como si fuera una especie de compromiso ético>> (Conversación citada); Don Carmen, tenía su negocio de víveres al frente del local de Villarreal, y vendía con exclusividad miche del que sacaba su compadre Concio Rivas, en uno de los zanjones del Páramo.
Antonio Lino Rivero, nos amplia su testimonio en la forma siguiente: <<Yo estaba muy joven y estudiaba en el grupo escolar José Luis Faure Sabaut, cuando conocí al Sr. Rafael Villarreal y conversé con él muchas veces, era el dueño de la casa donde funciona el negocio de Pablito, pero el negocio principal era un Centro de Acopio que tenía al pasar el río Momboy, donde comenzaba el camino real con destino al Páramo Los Torres, en ese lugar tenía una casa tipo andino y un terreno bastante amplio, donde llegaban los agricultores del Páramo a venderle sus cargas de papa >> (Rivero). Este centro de acopio, rápidamente se convirtió en el núcleo del comercio y de la economía de esta comarca.
Sobre el comportamiento de este comerciante, Antonio Lino, señala: <<Rafael era un comerciante que se portaba muy bien con sus proveedores de papá y a veces los ayudaba económicamente, pues los agricultores que no eran dueños de la parcela donde sembraban apenas ganaban uno o dos bolívares diarios y otros eran medianeros>> (Rivero). A algunos pequeños agricultores, les financiaba insumos, con tal que produjeran papas, que era el rubro al que se dedicaba.
Para que no quede duda, Antonio Lino, agregó: <<Era un señor muy respetado y gran colaborador con la comunidad. Lo conocí y lo traté muchas veces, porque él tenía el centro de acopio apenas a 40 metros de la propiedad de mi papá>> (Rivero). El padre de Antonio Lino, es el recordado maestro y poeta de La Puerta, don Martin Rivero.
Los inicios del comercio puertense, en su fomento, credibilidad y estabilidad, estuvo sujeto al espontaneísmo, intuición y observación, casi que a la suerte, debido al accionar de los caudillos, al aislamiento del Municipio y a la misma crisis económica de ese tiempo. Sin embargo, tienen mérito los que lograron sortear los altibajos y sostenerse económicamente en ese duro mercado y dependiendo de una maltrecha agricultura. A Don Rafael Villarreal, como pionero del comercio en La Puerta, le tocó ayudar y fortalecer esa agricultura, contando con otros sujetos principales, como lo son los productores. Entre ellos, un señor de nombre Mario Paredes que vivía en el Páramo de los Torres (Páramo de La Puerta); era el hombre más rico de ese lugar y era el que sembraba papa en grandes cantidades y tenía dos arreos de mulas para trasladar la papa desde el Páramo hasta el Centro de Acopio de Rafael Villarreal, según el estimado conocedor Antonio Lino Rivero, <<un arreo de mulas son ocho y el macho que las guía. En esa época una carga de papá de 92 kilogramos la vendían en 80 Bs. aproximadamente, los agricultores dejaban sus mulas en el centro de acopio y Rafael se encargaba de su carga con dos ayudantes que tenía, eso era como llegar a una feria de hortalizas, tenía mucho movimiento y el era muy correcto cuando le pagaba a los agricultores algunos se marchaban al pueblo a tomarse sus palitos de miche y después regresaban a sus casas>>. Estableció con el tiempo, relaciones sociales de producción, casi sincronizadas y convenidas económicamente.
La antigua y vernácula casa de las 4 puertas
Una de las más vetustas casas cercanas a la plaza Bolívar de La Puerta, es la que está en el lindero Norte de la Prefectura. Se calcula que pudiese tener más de 90 años de construida, incluida la sala o local comercial y su estantería, que es de sólida madera.
De paredes de gruesos tapiales, aún conserva su estilo arquitectónico y construcción andinos. Su fachada este o frente, da con la calle Páez, por el oeste, con el río Bomboy, y se pueden ver los dos cementerios y el sector Pueblo Nuevo, en la carretera trasandina.
Según Villarreal, << la madera de las puertas, la llevó Concio Rivas «el Cantor de las Siete Lagunas» que era aserrador y la sacó del «Riñón del Páramo»>>; este, también construyó el muro de concreto que sostiene y protege dicha casa, en la bajada del río; quizás una de las pocas casas antiguas que existen en La Puerta.
Recuerda Benito Rivas, cuya casa de habitación está a pocos metros, que la casa de las 4 puertas y <<la parte de abajo, especie de sótano era como un depósito, donde llegaba gran parte de la producción de papa y hortalizas del Páramo>> (Rivas).Según Villarreal, fue construida en los años 40, al parecer fue propiedad del Padre Verde. Existe una fotografía de ese tiempo, donde se puede observar que no existía el Edificio Municipal, hoy de la Prefectura.
La novedosa piladora del Cucharito, en 1940
Pasado el tiempo, varios hacendados, se introdujeron a comercializar la papa. Rafael con mucho dinero, <<compró un terreno en El Cucharito, se mudó y allí montó una piladora, que mientras él estuvo al frente, fue un negocio próspero. Con el tiempo, la administración que puso no fue la idónea>> (Villarreal); con ganas de expandirse en el mundo comercial.
Cuando escogió “El Cucharito”, como sitio de la piladora, lo hace contando con la facilidad de acceso para distribuir el producto procesado en Valera, y la facilidad del acopio, de las cargas y sacos de maíz de los agricultores del valle y otras zonas. Esto le permitió, colocar el maíz, en el primer Mercado Municipal de Valera, que fue inaugurado en 1940, ubicado entre calle 12 y avenida Bolívar, lo que ayudó a consolidar el comercio de mayoristas, por lo que Villarreal, podía colocar la totalidad de su producción de maíz trillado; mientras que el salvado de maíz, lo vendía para la alimentación de animales.
Reconoce la historiografía que, las piladoras iniciales eran impulsadas por tracción animal, las mecánicas de maíz fueron para comienzos de la década de los 40, las primeras máquinas metálicas utilizadas en el procesamiento del maíz, es decir, transformándolo para el fácil consumo de la gente, convirtiéndose en una pequeña industria importante y de gran demanda. Esto, fue lo que estableció Rafael Villarreal, en “El Cucharito”, y estuvo activa la empresa por muchos años, aun después de muerto su fundador.
Villarreal no escatimó en invertir para instalar la máquina adecuada, igualmente, el personal necesario y poder ofrecer un eficiente suministro de calidad y cantidad a diario; así fue obteniendo la preferencia de los negocios y familias de Valera y otros sitios. Pablo Villarreal, al final de su relato, señaló que Rafael Villarreal, a pesar de que le fue muy bien económicamente, <<mientras él estuvo al frente, fue un negocio próspero. Con el tiempo, la administración que puso no fue la idónea, y en un momento de gran decepción, tomó una infausta determinación y acabó con su vida, en 1998>> (Villarreal).Al parecer, estaba en edad avanzada y no lo podía atender.
Esta terrible decepción lo afectó mucho, al punto que acabó con su vida, Antonio Lino, expuso su versión: <<Rafael Villarreal tenía muchos años de haberse mudado al sector El Cucharito, cerca de Carmania vía a Valera. Lamentablemente a causa de un problema familiar se quitó la vida>>. Sobre los últimos tiempos de Rafael Villarreal, Benito Rivas, su ahijado, nos explica: <<Mi padrino Rafael, era un hombre muy correcto en sus cosas. Cuando se mudó a El Cucharito, y puso la piladora progresó mucho y era respetado en todo el comercio de Valera. Pero como la buenaventura no es perfecta, un hijo siguió malos pasos, y lo decepcionó, a tal punto que cayó en una radical crisis depresiva>> (Rivas).
Anécdota
En la calle Páez de La Puerta, en la casa de varias puertas, tenía verduras y frutas a la vista. Se acordó Benito Rivas, ahijado y vecino de Rafael Villarreal, que, <<En una oportunidad, yo niño, pasé al negocio de mi padrino, me llamó la atención un racimal de cambures maduros. Yo tenía miedo y a la vez, ganas de comerme un cambur. Tenía pena de pedirle. Me decidí y en un descuido agarré y me comí uno. Después anduve yo con esa carga en mi conciencia, porque le había robado un cambur a mi padrino Rafael. Hasta que llegaron las confirmaciones y le confesé al Cura, lo que había hecho en el negocio de mi padrino y me liberó de ese peso en mi conciencia>>, una familia muy cristiana.
Rafael Villarreal, fue una de las personas de gran utilidad para La Puerta, en los comienzos constructivos del área urbana, no solo como pionero del poblamiento, sino por haber sido un comerciante que no hizo daño a nadie, la comarca lo consideró un hombre probo, por eso merece estar inscrito como un personaje importante, en los anales históricos de nuestra Parroquia.