Nelson Mandela dijo en una ocasión: “los conflictos son resueltos a través de cambios que al inicio parecían inimaginables”. Si los corazones y mentes en Sudáfrica y en Irlanda del Norte pudieron flexibilizarse, entonces las posibilidades son infinitas para cualquier intento de diálogo donde el interés país esté por encima de los personales.
¿Cuáles son algunas áreas en las que el diálogo puede hacer la diferencia? Puede facilitar la recuperación de una crisis. En los últimos años, a medida que la buena disposición para comprometerse con el diálogo por parte de los gobiernos, las organizaciones internacionales y otros actores ha alcanzado niveles mayores, el número de conflictos violentos ha disminuido. Eso no ha sido accidental. Luego de 4 años de recesión y de un creciente desempleo, el presidente argentino Eduardo Duhalde convocó en 2002 a un “diálogo nacional histórico”, invitando a la Iglesia Católica a facilitar el proceso y al Pnud a asumir el rol del secretariado.
El diálogo puede ayudar a transformar a las sociedades y encontrar soluciones reales a los retos más complejos del mundo, desde el conflicto violento hasta una débil gobernabilidad, pasando por abusos a los derechos humanos, hasta el desarrollo desigual y desde la degradación ambiental hasta la erradicación de las enfermedades, para esto se requiere de nuevos enfoques. Albert Einstein decía que, no podemos resolver los problemas en el mismo nivel de pensamiento con el que los hemos creado.
El diálogo requiere que las condiciones básicas estén presentes. Cuando la violencia, el odio, saqueos a comercios, un salario mínimo con su bono de alimentación que no alcanza para comprar un kilo de queso y otro de carne, la desconfianza es más fuerte que la voluntad de forjar un consenso. Es importante dejar claro que el conversatorio entre las partes involucradas, representa sólo un instrumento en la caja de herramientas de los hacedores de políticas, un proceso que es flexible y adaptable a diferentes contextos y países, y que resulta particularmente útil cuando las partes de un conflicto aún no se encuentran listas para negociaciones formales.
Padraig O´Malley, experto en el área de paz y reconciliación, haciendo uso de su experiencia en Irlanda del Norte y Sudáfrica, reunió en Helsinki a más de doce iraquíes ubicados de uno a otro extremo de la brecha sectaria. En abril de 2008 tuvo lugar una reunión de seguimiento para ampliar la mesa con un grupo de influyentes iraquíes provenientes de una muestra representativa de la sociedad, incluyendo el gobierno, la sociedad civil y la academia. Un ex-jefe del Ejército Republicano Irlandés y otro del Congreso Nacional Sudafricano se unieron a las conversaciones para arrojar luz sobre la resolución de conflictos. El propósito de estas reuniones informales no era negociar un acuerdo de la noche a la mañana; el objetivo era que los iraquíes se sentaran a conversar.
Así como, O´Malley pudo identificar en Irlanda del Norte y en Sudáfrica, las sociedades desgarradas por la guerra podrían despojarse de su desconfianza, construir relaciones y salvar sus diferencias. La entrega del armamento y el arsenal irlandés se hizo de forma secreta y sin actos públicos. Al final de las discusiones, los iraquíes acordaron un conjunto de diecisiete principios que abarcaban desde el respeto a los derechos humanos de las minorías hasta la reintegración de ex-baasistas al gobierno.
Para que el proceso de diálogo en curso en estos momentos en Venezuela, no resulte en una iniciativa fallida, el grupo no oficialista debe tener claras varias cosas: no fue elegido por nadie y en consecuencia no tiene un cheque en blanco para negociar mas allá de lo deseable por todos; en ese proceso se deben privilegiar los intereses supremos del país, por encima de las apetencias personales o grupales, que como en todo grupo humano, las hay; que el interés electoral no debe prevalecer por encima del bien común, aunque les escuezan las manos y por último: Sería aconsejable, si es que de ese cónclave sale humo blanco, que el acuerdo sea refrendado por el país entero a través de un Referendo Consultivo, figura establecida en el artículo 71 de nuestra Constitución Nacional.