Quien se distraiga, pierde

Alfredo Toro Hardy

 

Estados Unidos y China se encuentran envueltos en una nueva Guerra Fría. Una que posiblemente resulte menos cruenta que la que confrontó a Washington y Moscú, pero que probablemente le planteé a la primera de dichas capitales el mayor reto geoestratégico que jamás haya enfrentado. Ello, porque lo hará ante una China con mayor control de su espacio geográfico circundante y que va camino a la preeminencia económica y a la paridad tecnológica. Se tratará de una contienda de desgaste recíproco, en la cual aquella de las dos potencias que cometa menos errores tendrá mayores posibilidades de prevalecer.
El mayor error cometido por Estados Unidos le correspondió a Trump. La retirada de su país de la Alianza Tras Pacífica fue sin duda la mayor herida que se ha auto infringido Washington. Obama había diseñado la llamada política del Pivote en Asia, sustentada en dos vertientes. Una militar, otra económica. Mientras la primera buscaba ampliar la presencia armada de su país en el Este de Asia, la segunda perseguía integrar en una asociación comercial a países que, de otra manera, podían caer bajo la égida económica de Pekín. Al sacar a su país de dicha asociación eliminó la segunda de las opciones, dejando a varios países del Este de Asia ante una difícil disyuntiva: arrimarse a la protección militar de Washington o al paraguas de prosperidad económica de Pekín. Lo segundo podría resultar más atractivo, aún a expensas de la hegemonía política china. Al final, la Asociación Tras Pacífica cobró forma, sólo que sin Estados Unidos. Más aún, en lugar de transformarse en una coalición económica para enfrentar a China, la misma puede terminar haciendo causa común con China en su rechazo al proteccionismo de Trump.
Ahora bien, si el error representado por la salida de dicha asociación fue grande, el mismo palidece ante los errores cometidos por China. El desatado impulso nacionalista chino, le está generando barreras innecesarias a ese país en todos los frentes. Su geopolítica expansiva y su creciente cerrazón doméstica, afectan sus objetivos económicos en el marco de la globalización. Afectan a la vez, sus objetivos de integración económica regional y la materialización de su iniciativa del Cinturón y el Camino. Al mismo tiempo, no sólo buena parte de los países del Sudeste Asiático se han acercado a Washington buscando un contra balance a China, sino que Estados Unidos, Japón, India y Australia están forjando una coalición de hecho, para contener a China. Al interior de Estados Unidos una poderosa coalición anti-China ha tomado también cuerpo. La misma trasciende a la polarización que contagia al mundo político de Washington y ha arrimado hacia sus filas a los más diversos sectores de la sociedad estadounidense. Por otro lado, el internamiento masivo en campos de concentración y el duro trato dado por Pekín a la población musulmana de etnia Uigur, en la Provincia china de Xinjiang, corre el riesgo de alienarle a los países musulmanes que tanto necesita para hacer realidad la iniciativa del Cinturón y el Camino. Como resultado de lo anterior, China no sólo ha complicado grandemente la realización de sus objetivos económicos, sino que está propiciando su cerco por parte de potencias que buscan contenerla. Más allá de antagonizar frontal y poco astutamente a Estados Unidos, está facilitando la causa de Washington en su contra.
En medio del forcejeo geopolítico, económico y tecnológico que actualmente mantienen China y Estados Unidos, no sólo hacen falta habilidad y sagacidad, sino también constancia y concentración. Quien desvíe la atención hacia otro lado, pierde.

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