Que triste despedida | Por: Memo Bracamonte

 

Memo Bracamonte

Día a día despedimos amigos que viajan al destino sin retorno. Se marchó Frank Graterol en la plenitud de su vida cuando aún tenía mucho que darnos. Estar al lado de su padre, Francisco, le llevó por el sendero del periodismo deportivo convirtiéndose en uno de los mejores del estado y del país. Su fragor y pasión por cada disciplina deportiva lo llevó a incursionar en la prensa escrita, radial, en la dirigencia deportiva, en la elaboración de revistas y hasta de empresario le tocó fungir.  Compartí con él la elaboración de la revista alusiva a los juegos nacionales del 97 y en la que rendí tributo a los 25 años de Radio Simpatía. Fue mi asistente en la transmisión de una vuelta a Trujillo a través de Total TV y otra en TV Trujillo. Compartimos labores en varios Juegos Nacionales y en giras de Trujillanos F.C.

Su profesionalismo se ponía a prueba en cada ocasión los planes de trabajo no habían que repetirlos. Todo se cumplía al pie de la letra. Por fuerza mayor no estaré en la despedida de un amigo, casi hijo. Pasó igual en la despedida de Evencio Daboín. Mi palabra de aliento para Francisco. Luchó junto a Frank en el estadio,  en el ring,  en el tatami, en las carreteras, en las canchas y en cualquier escenario deportivo con un enemigo invencible. Vale decir en este momento que no se cumple aquello de que los hijos nacieron para enterrar a sus padres y no al contrario.  Las lágrimas brotan en momentos como estos cuando pedimos fortaleza para sus familiares y los centenares de amigos que Frank albergó en su corazón. En esta despedida rememoro lo que alguien dijo por allí: «no sé por qué carajo la gente tiene que morirse».

 

 

 

 

 

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