Quebec (Canadá), 28 jul (EFE).- El papa Francisco celebró este jueves una misa en el santuario nacional de Santa Ana de Beaupré en Quebec, en Canadá, y en su homilía advirtió a la Iglesia y en general «de que no hay nada peor que huir ante los reveses para no afrontarlos», tras mencionar el daño que se causó en este país a los pueblos originarios.
Francisco acudió hoy en su quinto día de viaje a Canadá a este santuario, que es uno de los más importantes lugares de peregrinación para los católicos del país y en especial de esta provincia canadiense, donde casi el 90 por ciento de los 8 millones de habitantes se considera católico.
En su homilía, el papa habló «del arduo camino de sanación y reconciliación que está realizando» en este país tras la marginación a los pueblos originarios y agregó: «Ante el escándalo del mal y ante el Cuerpo de Cristo herido en la carne de nuestros hermanos indígenas, nos hemos sumergido en la amargura y sentimos el peso de la caída».
Francisco ha pedido perdón en varias ocasiones durante este viaje a los indígenas por los abusos que sufrieron en los internados, gestionados por instituciones católicas, para los llamados procesos de asimilación puestos en marcha por el Estado durante los siglos XIX y hasta finales del XX.
Sin embargo, algunos grupos de los pueblos originarios no han quedado contentos por las disculpas del papa y esperaban algo más.
Incluso antes de la misa, un grupo de indígenas desplegaron una pancarta en la que pedían al papa en francés «que rescindiera la Doctrina», en referencia a la llamada
«Doctrina del Descubrimiento», una serie de bulas papales en el Siglo XIV por las que se bendecía la colonización y la apropiación de las tierras.
«¿Por qué sucedió todo esto? ¿Cómo pudo ocurrir algo así en la comunidad de los seguidores de Jesús?», preguntó Francisco en una referencia a los 150.000 niños indígenas que fueron separados de su familia y llevados a estas escuelas residenciales donde se les prohibía hablar en su idioma.
«En este punto, debemos estar atentos a la tentación de la huida (…) No hay nada peor, ante los reveses de la vida, que huir para no afrontarlos», dijo Francisco.
«Es una tentación del enemigo, que amenaza nuestro camino espiritual y el camino de la Iglesia; nos quiere hacer creer que la derrota es definitiva, quiere paralizarnos con la amargura y la tristeza, convencernos de que no hay nada que hacer y que por tanto no merece la pena encontrar un camino para volver a empezar», señaló.
Pero argumentó que «el Evangelio nos revela que, precisamente en las situaciones de desengaño y de dolor, justamente cuando experimentamos atónitos la violencia del mal y la vergüenza de la culpa (…) precisamente allí es cuando el Señor sale a nuestro encuentro y camina con nosotros».
El papa pidió entonces a Jesús que ayude para «indicar el camino para sanar y para reconciliarnos».
Tras las reuniones como los indígenas en Edmonton, en su primera etapa del viaje, Francisco dedicará la jornada de hoy a la comunidad católica y celebrará una vigila con el clero del país en la catedral de Notre Dame.
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