La que inicia este domingo con un año de postergación por la pandemia de la COVID-19 y se extiende hasta el 12 de noviembre es la COP26, de modo que la han antecedido 25 conferencias similares desde la primera en 1995.
El preámbulo de la cita mundial ha estado marcado por el pesimismo. Aunque el Acuerdo de París fue la gran promesa de frenar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) para mantener el incremento de la temperatura entre los 1,5 y los 2 grados respecto a los niveles preindustriales, recientes informes de Naciones Unidas indican que no todo se cumplió según lo previsto y esta conferencia tendrá como foco acercarse a una implementación más sólida y rápida y a compromisos reales en la reducción de emisiones.
Uno de esos informes es el de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) sobre los gases de efecto invernadero, que precisa que la concentración de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso en 2020 fue superior a la tasa de crecimiento anual promedio del último decenio, a pesar de la pandemia. “La ralentización económica causada por la COVID-19 no tuvo ningún efecto evidente en los niveles atmosféricos de los gases de efecto invernadero ni en sus tasas de aumento, aunque sí se produjo un descenso transitorio de las nuevas emisiones”, afirma la agencia. En 2021, tampoco hay freno.
Con estos resultados a la mano, en esta COP se evaluarán los compromisos climáticos de las naciones, un mandato del Acuerdo de París de 2015 que establece que las partes deben presentar planes nacionales detallando en cuánto reducirán sus emisiones. Estos planes se conocen como Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés). Cada cinco años las partes deben actualizarlas con sus metas más ambiciosas.
El informe sobre la Brecha de Emisiones 2021, publicado recientemente por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), no es alentador, pues precisa que los planes de acción climática de los países solo evitan un 7,5% de las emisiones previstas para 2030, “pero se necesita una reducción de 55% para cumplir con el objetivo 1,5 °C del Acuerdo de París”. Este reporte muestra que Venezuela no ha actualizado su NDC.
Además, se espera que el foco de esta COP esté en: 1) Financiamiento: países desarrollados debían aportar 100 mil millones de dólares anuales desde 2020 a los países en desarrollo para implementar planes de mitigación y adaptación; 2) Reglamentación del artículo 6 del Acuerdo de París, sobre los mercados de carbono y 3) Transparencia.
“SO LET’S COME TOGETHER OVER THESE TWO WEEKS. AND ENSURE THAT WHERE PARIS PROMISED, GLASGOW DELIVERS”
THIS MORNING, COP PRESIDENT @ALOKSHARMA_RDG DELIVERED HIS SPEECH AT THE OPENING OF #COP26.
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— COP26 (@COP26) OCTOBER 31, 2021
¿Venezuela participa en la COP26?
Venezuela es firmante del Convenio Marco, también del Protocolo de Kyoto y del Acuerdo de París, por lo tanto es parte en esta conferencia. Hasta ahora, no ha habido una posición oficial de cara a la COP26, pero ha habido reuniones previas con bloques integrados por países con nexos ideológicos.
En su primera contribución determinada de 2015, entre acusaciones al capitalismo como único responsable de la destrucción ambiental y alabanzas por ser un bajo emisor de GEI (0,48% de las emisiones mundiales), el gobierno se comprometió a reducir las emisiones en al menos un 20% en comparación con los niveles habituales para 2030 con la implementación de un Plan Nacional de Mitigación y un Plan Nacional de Adaptación. La meta, indicó, se lograría dependiendo “del cumplimiento de los compromisos de los países desarrollados en cuanto a provisión de financiamiento, transferencia de tecnología y formación de capacidades”.
Además de los planes nacionales, la primera NDC venezolana plantea el establecimiento de bosques compensatorios a cargo de la industria petrolera como sumideros de carbono; aprovechamiento del gas venteado; creación de empresas de reciclaje; dos parques de generación eólica de alta capacidad (Paraguaná y La Guajira); un sistema masivo de transporte público; laboratorios de insumos biológicos para el sector agrícola; conservación de bosques; control de incendios forestales; saneamiento de vertederos; campañas educativas; investigación para diagnóstico y predicción, entre otros. Nada se ha cumplido y, al contrario, la degradación ambiental y el debilitamiento institucional se ha acentuado.
Alejandro Luy, biólogo y director de la oenegé Tierra Viva, considera que más allá del discurso, “la realidad es que hay muchas deudas”. El país carece de un plan de adaptación y mitigación, no hay institucionalidad ambiental técnica, no hay oficina formal de cambio climático y, a la par de estos pendientes, se promueve la minería sin control en la Amazonía venezolana, no hay programas de reforestación ni freno a los derrames petroleros y, a nivel urbano y punto básico, no hay planes ni siquiera para el manejo de los desechos urbanos.
“Si queremos tener un país con unas condiciones mínimas de habitabilidad en los próximos 50 años para las próximas generaciones, que brinde condiciones mínimas para ser habitables en términos de agua, comida, del entorno, es necesario exigir mayor compromiso climático”, recalcó.
Hay que conocer que Venezuela es uno de los países más susceptibles al cambio climático. Si la tendencia al incremento de la temperatura continúa, vamos a ver que en ciudades como Maracaibo y en el estado Zulia, en general, las temperaturas van a hacer imposible la vida allí»
Se dice que esta COP26 puede ser una de las cumbres más importantes de los últimos tiempos por la necesaria implementación del Acuerdo de París, pero hay pesimismo también, ¿qué percepción tiene sobre este encuentro global?
El pesimismo es pesimismo porque estamos viendo lo que sucede. Los informes del IPCC (Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático) son cada vez más contundentes pero la respuesta política ha sido muy lenta y se está viendo cómo se dan las negociaciones con algunos países tratando de negociar que se cambie lo que dice el IPCC para que no sea tan duro con la ganadería y los combustibles fósiles, para suavizar los datos, eso demuestra que los países no se quieren comprometer sino atender sus intereses económicos y no el cambio climático.
Desde que se acordó el Fondo Verde, hay menos de 80 millones de dólares en proyectos, no se ha cumplido con las metas. Los expertos han estado revisando los compromisos de las naciones y aun cuando se cumplieran, porque son expectativas a futuro, los números no dan. Esos NDC no son suficientes para detener el aumento de la temperatura. Hay que ser más ambiciosos.
Esas situaciones hacen pensar que la COP26 es una reunión de algunos días que no va a dar un cambio sustancial para el planeta, y esa es una de las cosas que demandan las organizaciones: compromisos reales. Si el financiamiento no llega, ¿cómo vamos a salvar a los más amenazados? La respuesta de algunos países es para el 2050 y 2060, y pueden ser solo buenos deseos. De allí el pesimismo, se ven muchos discursos, pero no acciones contundentes.
¿Cuáles serán los temas centrales de esta cumbre?
El financiamiento va a jugar uno de los papeles más importantes. ¿Quién va a financiar los proyectos de mitigación y adaptación?
En el caso venezolano, ¿qué significa esta COP26? ¿qué implicaciones tiene para los venezolanos?
Para Venezuela y los venezolanos, que pueden ser dos puntos distintos, hay varias cosas importantes. Hay que conocer que Venezuela es uno de los países más susceptibles al cambio climático. Si la tendencia al incremento de la temperatura continúa, vamos a ver que en ciudades como Maracaibo y en el estado Zulia, en general, las temperaturas van a hacer imposible la vida allí. Ya los maracuchos se quejan de la temperatura, imagínate más.
En cuanto al agua, en la medida que hay mayor temperatura, hay mayor evaporación y menos agua para la agricultura y el ser humano.
Si los eventos meteorológicos son más intensos y frecuentes, Venezuela tiene una amplia franja en el Caribe que estará azotada por tormentas y eso tendrá efecto. El incremento del mar tendrá impacto en el Delta y en las islas. A Venezuela le importa que haya buenas negociaciones y que se llegue a buenos acuerdos.
A los venezolanos, les debe interesar esta cumbre porque los convenios deberían mostrar un compromiso y formalmente el Estado venezolano es miembro de este convenio, firmó y ratificó el Acuerdo de París. Esas acciones formales sirven para exigir que esos compromisos se materialicen. Pero Venezuela no cuenta con un plan de adaptación y mitigación al cambio climático, la realidad es que eso se anuncia desde hace muchos años y no tiene. ¿De qué sirve eso? El plan dice las áreas prioritarias, dónde vas a enfocarte, qué vas a proponer, si no lo tienes vamos a la deriva. Tampoco tiene una oficina formal de cambio climático. Nombró un representante del Fondo Verde para buscar recursos, pero no tiene una oficina de cambio climático con profesionales que no vayan por lo ideológico.
Los países deben dar cuenta y actualizar sus NDC, ¿hay en Venezuela mediciones de GEI y acciones climáticas medibles?
La última actualización de la que tengo conocimiento fue en 2017 y, en esencia, es lo mismo que se presentó en el 2015 con ligeros cambios. Mucha agua ha pasado bajo el río, la producción petrolera y la movilidad de los carros era mayor que la de ahora y como no hay transparencia, esos NDC los pude leer porque están en la página del Convenio. Al día de hoy, no hay información, no hay actualización.
Y las NDC de Venezuela ya tenían un problema, no planteaban de manera cuantitativa el impacto de la acción que proponían. Entre las acciones, aparecía la construcción de refugios para motorizados, ¿qué tiene que ver esto?, y la construcción de la Misión Vivienda. Pero al convenio le interesa saber, qué impacto tiene en la reducción de los GEI, eso no estaba cuantificado.
¿Cuáles son las principales prioridades de Venezuela en cuanto a acción climática?
La prioridad tiene que ver con institucionalidad ambiental técnica, bien estructurada, desde la cual se puedan abordar actividades, proyectos a corto y mediano plazo para atender la situación climática. Eso no existe. A partir de allí puede salir una actualización de nuestro estado de GEI y cómo vamos a ir midiendo eso día a día. A partir de allí, puede generarse un plan de adaptación y mitigación y ayudar a gobernaciones y alcaldías a hacer sus propios planes, planes de restauración de ecosistemas, reforestación, economías verdes, economía circular, pero primero necesitas la institucionalidad transparente basada en criterios técnicos.
En un país en el que se promueve la minería sin control, se aleja la naturaleza de la urbe con la tala indiscriminada de árboles y se vulneran las áreas naturales protegidas, ¿es realmente este un tema en la agenda del gobierno?
Formalmente no lo creo, y el mejor ejemplo de ello es que entre la primera comunicación de cambio climático y la segunda, pasaron unos 12 años, mientras que Bolivia, México y Cuba iban por la tercera. Eso es una obligación donde revisas las emisiones y qué se puede hacer. No existe plan de adaptación y mitigación. No existe un plan de gestión integral de la basura que está en la ley de 2009, entonces ¿cuál es el compromiso real?
Hace un par de meses nombraron al representante del Fondo Verde, es interesante pero vamos a las cumbres y nos reunimos porque hemos firmado papeles. Venezuela dice que está comprometida con el ambiente y la Pachamama, pero la realidad es que hay muchas deudas.
¿Qué está pasando con la deforestación asociada con la minería no solo en el Arco Minero sino en toda la Amazonía?, eso es parte de los compromisos, ¿dónde están los programas de reforestación?
El gobierno de Nicolás Maduro está redactando una Ley contra el Cambio Climático, ¿han sido convocadas las organizaciones ambientales a alguna discusión y consulta?
Lo que sabemos es que hay un borrador que, de nuevo, parte de lo ideológico, del ecosocialismo como modelo, y eso marca una tendencia. No hemos analizado a fondo ese borrador, sabemos que existe. Al igual que la designación del Fondo Verde, sale justo antes de la COP26, no sé si es para meterlo en el discurso de que Venezuela está tan comprometida con el ambiente.
Lo que pedimos sobre esto es que se cumpla lo que está en la Constitución de hacer consultas amplias para que pueda estar realmente discutida y aporte al país; transparencia en la entrega de información y procesos de diálogo. No es una exigencia, está en la ley.
Algunas regiones del mundo acuden a la COP en bloque para hacer más fuertes sus posiciones. Venezuela está en el bloque del ALBA, la OPEP, LMDC y G77 + China, pero en general en América Latina hay fragmentación, ¿qué impacto tiene esto?
Una de las cosas que hay que entender de estas reuniones es que los que van allí son políticos, es una discusión del ámbito político y no necesariamente técnico. Entonces los países se agrupan en función de sus prioridades ideológicas y del tipo de economía de la cual depende. Por eso Venezuela participa en el bloque de la OPEP aunque no somos ya un gran productor de petróleo, pero ideológicamente se reúne con los países del ALBA. Eso es común en estas convenciones. Es parte de la realidad y quizás esa es una de las limitantes porque se distancia del tema técnico y científico. La política entra en juego y, por ejemplo, soy país exportador de petróleo o país que vivo de la ganadería, entonces tengo cuidado en qué voy a firmar o en qué me voy a comprometer porque pudiera significar un impacto económico.
¿Cuán importante es mantener la meta de 1.5 ºC para Venezuela y la región?
Si queremos tener un país con unas condiciones mínimas de habitabilidad en los próximos 50 años para las próximas generaciones, que brinde condiciones mínimas para ser habitables en términos de agua, comida, del entorno, es necesario exigir mayor compromiso climático.
Si no, tendremos migrantes climáticos, gente que se va a tener que desplazar porque las condiciones de carencia de agua, temperatura e imposibilidad de cultivar los va a obligar a desplazarse y eso va a generar severas consecuencias.
Fuente: Correo del Caroní
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