¿Qué hacer ante un nuevo “Nudo Gordiano”?

Arquímedes El Greco

 

El pasado domingo 13, la abogada y articulista Thais Peñalver publicó en El Nuevo Herald de Miami un polémico análisis: “Venezuela después del huracán Trump”, que seguramente ha dejado un sabor amargo en una parte de la dirección opositora.

Partió con una perspicaz pregunta ¿qué va a pasar en Venezuela tras el fin del tono y la política beligerante del gobierno estadounidense?, para a continuación responderse: “A solo un par de meses del final del año y tras el bluff intentado contra Nicolás Maduro con una amenaza que nunca fue creíble, es evidente que el susto que pretendían se revirtió cohesionando al régimen. Si en vez de tanto asesor de garra hubieran consultado a cualquier transeúnte de Hialeah (barrio anticastrista de clase baja en Miami), habrían comprendido que eso era precisamente lo que necesitaba toda revolución para realizarse, ante un chavismo que en diciembre lo veían caído por mérito propio”. El inaguantable desbarajuste de la crisis.

Para rematar: “Lamentablemente el bluff donde sí funcionó fue en la oposición donde tuvo efectos devastadores, pues a la eterna división entre el sector sospechoso que quiere negociar una cohabitación y la oposición democrática, ahora se añadió otra en el núcleo principal dividiéndose entre quienes creían posible la invasión y quienes sabían que no ocurriría, acusándose mutuamente, pero en especial, por no saber cómo efectuar el llamado a una intervención extranjera”.

Este borrascoso panorama que pinta Peñalver, caracteriza una realidad que algunos no quieren ver. Luego de la congelación del diálogo Oslo-Barbados; del incremento de las sanciones de la administración Trump contra el gobierno venezolano; de la búsqueda de una salida electoral como solución a la crisis política venezolana, planteada por la UE, el propio Grupo de Lima y el gobierno de los Estados Unidos y Canadá; una aparente apertura del gobierno con un sector de la oposición (MAS, Soluciones, Cambiemos, Avanzada Progresista) se  produjo el 16 de septiembre en el acuerdo de la Casa Amarilla, en el que se planteó la reincorporación de la fracción oficialista a la AN, lo cual implica su relegitimación, por encima de los dictados de un TSJ sesgado y dominado desde Miraflores; el nombramiento de un nuevo CNE negociado y la liberación de un grupo sustantivo de presos políticos.

A estos hechos se han sumado las recientes crisis de Ecuador, Perú, Argentina, aliados de Guaidó y contrarios a Maduro, lo que debilita al Grupo de Lima. Mientras NM se ha puesto a girar en torno a la órbita rusa de Vladimir Putín, tal como hicieron los cubanos con la URSS, en plena “guerra fría”, luego de la invasión de Playa Girón en 1961.

Es obvio que todos estos sucesos conducen a un proceso electoral que tiene sus ribetes, pues para la oposición (G4) debe ser a la Presidencia con la salida de Maduro y para el gobierno las parlamentarias establecidas en la Constitución. Un punto nada irrelevante, pues es el “Nudo Gordiano” de esta historia, que comenzó con la toma de posesión de Maduro y el nombramiento de Juan Guaidó en la Presidencia de la AN en enero. Y ya van 10 meses de eso.

Este fin de semana NM lanzó su estrategia de ir a un proceso electoral para renovar la AN, para ello comenzó a aceitar su maquinaria electoral en el pueblo de San Juan en la Isla de Margarita; tal como ya lo había hecho, no estando claro ese piquete para hacer una carambola a tres bandas de Henry Ramos y AD en Maracay, curiosamente con la presencia solidaria de Juan Guaidó.

¿Cuál será la estrategia de la oposición? ¿Se unirá o permanecerá dividida? ¿Irá a unas elecciones parlamentarias o llamarán a la abstención como hicieron en el 2005, cuando le obsequiaron a Chávez la AN y con ella a la Fiscalía, al CNE y al TSJ, o repetirán la conducta que asumieron los del G4 en el proceso electoral en el cual NM fue írritamente electo presidente?

Esas son las que tenemos. Ante el dilema de ¿qué hacer? con este verdadero Nudo Gordiano que se avecina, no queda otra que esperar el movimiento de las piezas en este complicado ajedrez político.

 

Salir de la versión móvil