¿Qué diría hoy José Gregorio Hernández sobre la pandemia de la COVID-19?

Dos minuciosos investigadores (Francisco Gatell y Paola Ocando) publicaron en la revista SIC de junio del 2020: “José Gregorio Hernández y Luis Razetti afirmaron públicamente que lo que estaba matando a la gente no era la gripe española, sino la pobreza y la miseria en que vivía la mayoría de los venezolanos, mal alimentados y con mínima higiene, muchos con padecimientos crónicos de paludismo y tuberculosis”

La  beatificación formal de José Gregorio Hernández (JGH) esta pautada para el próximo 30 de abril en nuestro país; en gran acto público – incluso con presencia del enviado papal Cardenal Pietro Parolín.

Pero desde ya el gran santo beato médico ha sido arrastrado, indecorosamente, a la controversia pública con el cuento de unas fulanas “gotitas milagrosas” bajo su nombre, supuestamente curadoras de la pandemia. No es la primera vez que han tratado de manipular al genuino santo beato con alegres alegatos de ese tipo. Hasta los brujos y pseudo-santeros lo han puesto antes en sus frondosos “panteones” a fin de atraer a los incautos.

Es natural que una figura de tanto renombre universal, como el gran médico caritativo cristiano que fue; y la cual ha sido por ello objeto de una legítima gran devoción popular -la cual hay que cuidar que no degenere tampoco a ningún populista o simplista “culto religioso”- haya servido para muchas invocaciones o cosas. Y por eso es que la Iglesia ha pretendido a venir “a poder orden”; tratando de rescatar su figura para la genuina fe cristiana, con un proceso de beatificación y canonización formal, que, si bien ha sido más bien lento, ha sido realizado con “todas las de la Ley” (y proceso el cual, en los últimos tiempos, ha contado con los oportunos aportes de “profesionales” de la Iglesia como el Cardenal Baltasar Porras y la connotada erudita laica María García Fleury).

No hay que olvidar que el mismo José Gregorio hasta trató de ser admitido como religioso cristiano formal, por varias veces, sin éxito, por razones fuera de su alcance…“Tranzándose” al final por haberse quedado como un muy estudiado médico franciscano seglar (o religioso informal).

JGH no era  de los que creían que “la ciencia” podía ir un por un lado a su libre arbitrio, y la religión –o lo de Dios- por el otro. Sino que, por el contrario, él creía que ambas estaban no sólo estrechamente interconectadas, sino que la ciencia debía estar supeditada a las grandes leyes de Dios o del Orden Natural, a fin de que pudiese ser una real y sabia ciencia.

Y es que la  misma palabra “cura” -con la cual se designa a veces a los “sacerdotes”- significa en su raíz latina “cuidar del otro”, al igual que el término griego “medos” de donde se derivan tanto “medicina” como “médico”. Así que, hasta al nivel de estas dos antiguas lenguas, ya tenemos una indicación de cuán hermanadas las dos actividades de la religión y la ciencia estaban desde el comienzo.

En torno al sublime y sagrado oficio de “cuidar del otro”, lo cual hoy en día, particularmente significa no sólo del “prójimo humano” sino de cuidar “otros seres vivos” de todo lo creado por Dios, pues se trata de la integridad y dignidad de la Común Sagrada Vida.

JGH buscaba todo eso; y pretendía encarnarlo en toda su vida y quehacer personales. Para JGH se trataba de “la Ciencia de Dios” -como él mismo la llamó- y no de “cualquier ciencia”. El mismo tipo de ciencia en el que creyeron -cada uno a su manera – Einsten (el mas grande científico del siglo XX), y  Humboldt (el mas grande del siglo XIX). Ciencia que, cuando en desvarío, podría incluso terminar no sólo de enemiga del sincero hallazgo de la verdad, sino de enemiga sí misma, y de la propia Humanidad y Creación.

Es lo que el mismo actual Papa Francisco –éste, por cierto, nombre pastoral  de la misma “filiación religiosa”  adoptada por JGH-  ha puesto en su luminosa encíclica “Laudato Si: Sobre el Cuidado de la Casa Común” de la siguiente manera: “No sólo la tierra ha sido dada por Dios al hombre, el cual debe usarla respetando su intención originaria de que es un bien, según la cual le ha sido dada; incluso el hombre es para sí mismo un don de Dios, y, por tanto, debe respetar la estructura natural y moral de la que ha sido dotada” (v. 931)…(Ver mas en nuestro libro: “Ecología Integral: Imperativo Salvador: Laudato Si”(2016), así como en varios artículos nuestros al respecto  disponibles en la web).

Lo mismo que dijo ese otro gran Papa que fue san Juan Pablo II, en los siguientes términos: “El hombre cree que puede disponer arbitrariamente de la tierra, sometiéndola sin reservas a su voluntad, como si ella no tuviera una fisonomía propia o un destino anterior dado por Dios. El hombre suplanta a Dios y con ello provoca la rebelión de la Naturaleza”.

E igualmente lo que “el predicador oficial de todos los Papas”, Raniero Cantalamessa (por cierto un fraile capuchino -y por tanto franciscano -de la misma filiación también de JGH), ha dicho, el 15 abril del año pasado –en plena actual pandemia, y también respectiva  semana santa- palabras más palabras menos: “El arrogante delirio de omnipotencia tecnológica y económica es lo que nos ha traído a la actual pandemia, y otras aun mayores que puedan venir en camino… y es por tanto un peligro mayor para el mundo que la misma pandemia… que no se resolverá a menos que haya un radical cambio de paradigma o de civilización, de vuelta al orden y designios de Dios”. ¡Más claro no puede cantar un gallo!

JGH y su posición sobre las pandemias

Foto: Henner Vieras

En cuanto al mismo beato José Gregorio Hernández, cabe recordar cuál fue su posición respecto a una similar contemporánea enfermedad plagosa que azotaba a Venezuela y al mundo en aquel entonces (1918): la llamada “fiebre española”. Testimonios tanto más relevantes por haber sido dicha plaga -tanto en sus síntomas como en sus causas de fondo- muy asemejada por los especialistas al la actual COVID-19.

De la brillante Declaración Oficial de la Academia Nacional de Medicina (ANM), del 6 de noviembre de 1918 (en plena pandemia de entonces) –uno de cuyos más prominentes firmantes fue el mismo JGH, siguen a continuación algunos de sus particularmente mas relevantes pasajes:

Ante lo cual, lo peor que se puede hacer es entrar en pánico, disparatada improvisadera, o en busca desesperada de “tecnológicos remedios panacea-mágicos”), sin abordar un amplio frente remedial, incluyendo prescripciones de estilo de vida más favorable y responsable.

Sobre todo lo cual, prevenía asimismo  la mencionada Declaración en sus ulteriores incisos lo siguiente:

Foto: Alexander Viloria

O sea que, en resumen, los galenos de la generación de JGH – muchos de los mas prominentes de los cuales fueron “discípulos” del gran JGH – palabras mas palabras menos, hicieron al final  un común esfuerzo -en consonancia con “el origen multi-causal” de la enfermedad- de incluir a “elementales consideraciones de estilo de vida” a fin de recuperar la salud o blindarse de la infecciosa pandemia de ese entonces. En un claro consenso allende los matices diversos y plurales subyacentes entre ellos.

Una vez mas, nótese en dicha Declaración la falta de alusión a “prodigiosas curas tecnológicas” ó  “panaceas estandarizadas”, como las de las hoy tan monopolizadoras de la atención pública, a expensas de todo lo demás proverbiales meras “vacunas” (para no hablar de los pretendidos “universales  farma anti-virales específicos”). ”Vacunas” las cuales, en la época de JGH, ya tenía por cierto más de un siglo en uso. Y, más aún, la falta de mención en el Texto de “las severas fórmulas de distanciamiento social a raja tabla” -como las de hoy tan deshumanizadas y desprovistas de afecto -lo que el actual Papa ha llamado: de la invalorable “cariñoterapia!”. Así como de compasión,  y un ambiente/naturaleza sanos y por tanto, de carencias muy lesivas de la inmunidad propia y natural de cada uno de los afectados, ó en riesgo de serlo por la actual pandemia. Lo  anterior, pues, en las antípodas del “paradigma” que aparentemente  se manejaba en el tipo de medicina de los tiempos de JGH.

Lo cierto es que, con ese tipo de amplio enfoque galeno público, y varias otras medidas más de prudente distanciamiento social y de pública des-infección, y a pesar de todas las entonces imperfecciones en nuestro país, la verdad es que, a la llamada fiebre española o influenza de 1918-19 – a la cual se le atribuyeron a nivel mundial decenas de millones de muertos en ese entonces o mucho más que el actual Covid, fue oficialmente declarada como “extinta” o “erradicada” en todo nuestro territorio nacional en apenas unos cuatro meses.

Mucha mas información sobre todo lo anterior podrá ser encontrada en la gran alusiva obra del gran biógrafo erudito de JGH Miguel Yaber, titulada: “José Gregorio Hernández: Académico-científico, Apóstol de la Justicia Social, Misionero de la Esperanza”  (Ediciones OPSU, 2004 –por encomienda de la “Comisión Preparatoria del 140 aniversario del nacimiento de JGH”, presidida por el afín vanguardista Rector (ahora emérito) de la Universidad del Valle del Momboy -y también trujillano como JGH– Francisco González Cruz.

Por otro lado, que conste que nosotros mismos no somos ni anti vacunas ni ante prudente distanciamiento social preventivo. Como lo hemos dejado saber en nuestros respectivos varios artículos disponibles en la web sobre la actual pandemia (y en particular, en piezas como “Coronavirus ó rey sin corona” (en febrero del 2020), y “Vacunarse o no: Falso dilema”(septiembre del 2020), Solo hemos dicho que tal tipo de “herramientas” no pueden ir en forma irrazonable, insensata, ilusoria, y poco sabia, en contra de todo lo restante insoslayable y vital.

Foto: Alexander Viloria

Hablando de la priorización de lo más vital y de la salvaguarda del estilo de vida más sano, sensato y preventivo; cabe notar además este siguiente otro testimonio de los dos minuciosos investigadores Francisco Gatell y Paola Ocando, publicado en la revista SIC de junio del 2020: “José Gregorio Hernández y Luis Razetti afirmaron públicamente que lo que estaba matando a la gente no era la gripe española, sino la pobreza y la miseria en que vivía la mayoría de los venezolanos, mal alimentados y con mínima higiene, muchos con padecimientos crónicos de paludismo y tuberculosis”. ¿A qué se parece lo antes expuesto? En nuestro medio hoy ha habido todo lo anterior a la “n potencia”, y muchos hospitales con frecuencia han carecido de los insumos más esenciales, incluyendo agua y luz. Y hasta el paludismo que se creía erradicado ha vuelto con fuerza de fenomenal epidemia, gracias a las secuelas ambientales de la nueva gran fiebre minera en el Sur.

Por otro lado, el reciente pronunciamiento de FACES-UCAB sigue resaltando el peso primordial de todo lo anterior, además de lo médico o sanitario como tal.

De todo el legado real de José Gregorio Hernández, y de lo que nosotros mismos hemos estado resaltando ya por mucho tiempo, en cuanto a la sabiduría suprema del Orden Natural de Dios, lo que cabe resaltar, en definitiva, es que:

En un rescate, en suma, de “El Sentido Común”; que no hace otra cosa que validar las grandes enseñanzas del “Padre de la medicina” Hipócrates sobre el primum non nocere  etc; así como la filosofía fundacional sobre la Salud y la enfermedad de la propia Organización Mundial de la Salud. Las cuales, hoy en la práctica parecen haber estado siendo dejadas “en el tintero” (y tanto por tirios como troyanos, por interesados factores económicos, políticos o burocráticos  manipuladores, y hasta por algunas poco firmes o confundidas “autoridades religiosas” , a expensas de los mas altos intereses de la Humanidad y de la supervivencia de la Vida en el Planeta.

No es poco lo que esta en juego con lo de la global y globalizada pandemia de la Covid, y todas las otras relacionadas funestas pandemias que hemos estado ya desde hace tiempo padeciendo, y toda “la entera de cola  de crisis paradigmática, comprometedora del futuro del mundo, que ello entraña.

Depende de nosotros, y en Dios, dejar que todo lo de la Covid se convierta en una especie de borreguizado ominoso final bíblico a lo  “666”  -como el que narra el libro del Apocalipsis – ó en una “ultima oportunidad dorada” para forjar, todos los honestos y lucidos que queden, un real nuevo mundo de Salvación y Reconstrucción, hacia una real nueva Humanidad y Planeta.   

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Cortesía: Frank Bracho, de Reporte Católico

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