Los valeranos tampoco hemos estado ajenos a las luchas por las reivindicaciones sociales, estudiantiles, hasta los acontecimientos políticos y actos de terrorismo. Recuerdo la mañana del 8 de mayo de 1973, cuando aún éramos unos imberbes estudiantes de primer año de bachillerato, en lo que antes fue el Instituto de Comercio Valera y luego se transformó en el Ciclo Básico “Ciudad de Valera”, en los antiguos espacios de la Plata Uno.
Conrado Pérez, padre, era estudiante de quinto año y el aguerrido dirigente estudiantil de nuestro liceo de esa época, junto a Rodrigo Cabezas, Aquiles Álvarez, entre otros que destacaban igualmente en el Liceo Rafael Rangel. Esa día la protesta estudiantil tomó las calles de Valera, para reclamar la dotación de laboratorios, mejoras en las plantas físicas de los centro de educación, y estábamos en la víspera de la llegada del candidato presidencial de AD, Carlos Andrés Pérez, quien cumpliría una gira proselitista en el estado.
Cuando llegábamos a la calle 9 con avenida Bolívar, había un local frente al Hotel Aurora, donde funcionaría una casa de Independiente Pro CAP, estaban pintándola y arreglándola para el acto de inauguración, cuando de pronto una detonación dispersó la nutrida manifestación que arengaba consignas contra el gobierno del presidente Rafael Caldera, el gobernador en el estado era Alejandro Sánchez Cortés.
Álvaro Viloria, estudiante rangeliano de cuarto año de Ciencias caía mortalmente herido, nos fuimos hasta las puertas de la emergencia del Hospital Central de Valera, donde nos enteramos de la infausta noticia que corrió como pólvora en toda la comarca. Álvaro era un joven deportista, resaltaba como jugador de béisbol, muchacho, respetado y querido en su comunidad en el popular Barrio “A Juro” hoy El Milagro, cerca de la Escuela “Pascual Ignacio Villasmil”. Cuánto nos dolió despedirle en el mayor entierro que recuerde Valera, y justo a la entrada del cementerio, Federico Botini Marín, recordado guerrillero del grupo “Punto Cero” desenfundó una pistola 9 milímetros y comenzó a realizar disparos al aire, de inmediato efectivos de la Guardia Nacional aparecieron en la escena. Sobre el responsable o los responsables verdaderos del asesinato de Viloria, nada se sabe, se le siguió un juicio a un conocido comerciante de la ciudad, pero nunca se dio con el verdadero asesino del malogrado joven.
A los pocos días, otra noticia causó gran impacto entre los habitantes de la ciudad de las “7 colinas”, el viernes 18 de mayo de 1973, la misma célula de “Punto Cero” con Botini Marín, al mando, habían secuestrado el avión Convair 580, siglas YV-C- EVD, propiedad de Avensa, desde el Aeropuerto «Antonio Nicolás Briceño» del municipio San Rafael de Carvajal, y se lo habían llevado a hasta La Habana, Cuba. El avión había llegado desde Mérida y luego de recoger algunas personas con las cuales completó 37 pasajeros a bordo, partió a las 3:46 de la tarde para cumplir su ruta Barquisimeto – Maiquetía.
Ya en el aire la aeronave antes de reportarse a Carora, cuatro secuestradores encabezados por los guerrilleros Federico Botini Marín y José Rafael Toro Torres, armados con una subametralladora y dos granadas, habían ordenado al capitán Oscar José Castro Marín desviar el vuelo hacia Curazao.
Los terroristas se identificaron como miembros del Ejército Revolucionario del Pueblo, Punto Cero, quienes entre sus peticiones exigían la libertad de 79 presos políticos que se encontraban en las cárceles del país. De Curazao volaron a Panamá, allí liberaron a 3 damas y 2 niños, y luego prosiguieron a México, donde luego de conversaciones con la prensa para explicar las motivaciones del plagio, se hicieron fotografiar al pie del avión. Finalmente el avión y los secuestrados terminaron su odisea en el Aeropuerto «José Martí», La Habana, Rancho Bolleros – Cuba. Los plagiados, incluyendo la nave y sus tripulantes regresaron a Venezuela a los dos días. Este sería el primer avión que secuestraban en el aeropuerto de Valera.
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