Pueblerías | EL DESAYUNO | Por Gonzalo Fragui

EL DESAYUNO
a Federico Vegas
Se odiaban desde jóvenes. Un día tocaron a la puerta del hermano mayor. Era el hermano menor que iba a visitarlo. El hermano mayor se sorprendió pero lo dejó entrar. Tenía en la mano la hoja de afeitar y siguió con su faena mientras observaba desde el espejo los movimientos del recién llegado. Cuando terminó dijo que iba a desayunar a una cafetería donde acostumbraba ir todas las mañanas. El hermano menor lo acompañó en silencio. El hermano mayor pidió lo de siempre. El hermano menor no quiso nada. Al finalizar de comer, el hermano menor fue a la caja y pagó. El hermano mayor protestó, dijo que él tenía con qué pagar. El hermano menor rogó que le permitiera brindarle ese desayuno. Luego se despidió y se marchó.
El hermano mayor regresó molesto a la casa pero no se quitaba de la cabeza la visita. Eran tres, los dos hermanos y una hermana. En la tarde decidió llamarla. Se saludaron con lugares comunes, la hermana estaba poco habladora. Entonces, como al pasar, preguntó por el otro hermano. La hermana compungida dijo:
– Murió.
– ¿Cómo?, ¿cuándo?
– Hace dos días. Lo enterramos ayer.
– ¿Y por qué no me avisaron?
– Bueno, porque ustedes estaban bravos. No te queríamos molestar.
Ella siguió hablando pero él ya no oía. Apenas escuchó cuando ella le propuso:
– Vamos a vernos un día de estos para desayunar. Usted paga.
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